Ser miope es más frecuente de lo que crees. Se trata de un defecto del ojo. No es una enfermedad pero sí repercute sobre nuestra vista, hace que veamos peor y tengamos que emplear gafas. Es curioso además porque los miopes de lejos ven fatal, en mayor o menor grado, pero de cerca suelen ver perfectamente. ¿Esto a qué es debido?

Según explica la Sociedad Española de Miopía (SEM), la miopia tiene lugar por un crecimiento excesivo en la longitud del globo ocular durante la infancia y la adolescencia que, al hacer que las imágenes queden enfocadas por delante de la retina, la visión de lejos disminuye espectacularmente conservando únicamente la de cerca.

Además, la SEM precisa que dicho desenfoque se mide en dioptrías y así, por ejemplo, cada milímetro de exceso de longitud se traduce en 3 dioptrías. “Sólo 1 dioptría produce que la visión de lejos disminuya al 60%, y 3 dioptrías producen que la visión de lejos sea inferior al 10% (pérdida del 90% de la visión)”, remarca.

Seguidamente, el doctor Francisco Javier González García, del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles (Madrid), señala que la miopía se considera ya como una de las “pandemias del siglo XXI”, ya que se espera que para 2050 aproximadamente la mitad de la población mundial será miope. La SEM precisa aquí que ésta va progresivamente aumentando desde la niñez y la adolescencia, pero detiene su progresión de manera natural en la década de los 20-30 años.

¿Por qué aumenta?

Según explica esta sociedad científica, su progresión no depende de usar móviles, ordenadores, o de acercarse demasiado a la televisión. Dice que tampoco porque se usen lentes de contacto en vez de gafas, o porque la graduación de la gafa esté bien o mal ajustada: “La miopía es imparable”. Con ello, avisa de que los dos factores fundamentales son:

  • La carga familiar, ya que si los dos padres son miopes el riesgo de miopía se multiplica por cinco; mientras que si uno de los padres es miope, el riesgo se multiplica por dos.
  • Las actividades realizadas con mucha o poca luz solar. “La luz activa la liberación de dopamina en el interior del globo ocular, y ésta frena el aumento de la miopía. Así, se ha visto que en los niños y en los adolescentes la miopía progresa mucho menos los meses de verano, y con las actividades al aire libre y con la exposición solar”, agrega la Sociedad Española de Miopía.

“Podría decirse que nuestros ojos no están preparados para las necesidades visuales que actualmente requerimos en la visión próxima. Los estudios nos hacen pensar que el uso de móviles y de tablets desde muy jóvenes podría provocar un aumento de miopía. Pero pasamos más horas realizando esfuerzos acomodativos para ver, por ejemplo, una pantalla a corta distancia que frente a las actividades al aire libre”, subraya por su parte el oftalmólogo del Hospital Universitario Rey Juan Carlos.

Además, este especialista señala que, al detectarse un inicio más precoz de la miopía, parecen aumentar también las posibilidades de que progrese ésta hasta estadios finales tras la adolescencia, y durante la etapa de adulto joven a más de 4 y 5 dioptrías.

Medidas para corregirla

Hasta hace poco tiempo, el experto llama la atención sobre el hecho de que frente a la miopía la mayoría de los profesionales de la salud visual exclusivamente pautaban una corrección óptica ajustada (gafas, lentes de contacto, o cirugía refractiva, por ejemplo) e iban vigilando su progresión en el tiempo, sin poder hacer nada por frenarla.

“Dados los datos actuales de incidencia y de progresión de miopía en nuestros jóvenes y los mayores riesgos de patología asociada a la miopía en función del número de dioptrías creciente, cada vez más se están realizando estudios y buscando posibilidades terapéuticas para no sólo corregir el defecto refractivo, sino para frenar su progresión”, admite el doctor González García.

La realidad es que hoy en día, según subraya el oftalmólogo, la miopía es un problema de salud global al que podemos enfrentarnos con herramientas que hace unos años eran impensables, aunque dice que “aún queda mucho trabajo por hacer”. En concreto, apunta a tres principales vías para frenar la progresión de la miopía.

  • En primer lugar, este experto aconseja pasar más tiempo al aire libre. “Parece que existe una relación directa con la exposición a la luz del sol, aunque también podría deberse a que en un ambiente al aire libre hacemos un menor esfuerzo acomodativo que estimule estos cambios en el sistema de enfoque del ojo. Es recomendable realizar al menos 15 horas de actividades al aire libre semanalmente en la edad infantil”, añade.
  • Después, y como medidas farmacológicas, resalta que estudios científicos han demostrado que el uso de la atropina, un fármaco anticolinérgico de aplicación tópica ocular, es capaz de controlar la progresión de la miopía. Se trata del fármaco que los oftalmólogos emplean para dilatar la pupila y ver el fondo de ojo de los pacientes, además de para objetivar defectos refractivos reales. “El problema es que las dosis habituales impiden la visión de cerca y suponen una molestia incapacitante en la visión durante su periodo de efecto. Sin embargo, se ha visto que la atropina a dosis hasta 100 veces inferior a la utilizada en consulta es efectiva en el control de la progresión de la miopía, y sin generar estos incómodos efectos adversos”, añade.
  • En cuanto a la tercera vía para olvidarse de la miopía, el experto apunta a medidas ópticas como la ortoqueratología (Orto-K), un tratamiento con lentes de contacto rígidas de uso nocturno, cuya tecnología induce un moldeo corneal durante el sueño tras el cual, al retirarse la lente de contacto al levantarse, el paciente pueda ver bien sin gafas, ni lentillas, durante al menos las siguientes 12-15 horas, siempre en función de la graduación previa.

Otra medida óptica son las lentes de contacto blandas de desenfoque periférico, desechables y de uso diario, cuyo “diseño ha mostrado cambiar las características de la percepción de la imagen en el sistema óptico del ojo y frenar el crecimiento del ojo y el consiguiente incremento de la miopía”. Según referencia el doctor González García, en estudios clínicos controlados usando este tipo de lentes, que cuentan con la aprobación de la FDA para el control de la miopía, la progresión de la miopía resultó un 59% menor en el grupo de estudio que en el grupo de control que no las utilizaba. Para conseguir el efecto de control de la miopía, estas lentes deben ser utilizadas de forma diaria (6-7 días a la semana) con al menos 10 horas de porte de las mismas.

Para finalizar, el citado especialista deja muy claro que “los tratamientos ópticos descritos para el control de la miopía en niños deben ser supervisados por un equipo oftalmológico y optométrico especializado”.