Los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) sufren enormemente las consecuencias negativas de sus síntomas: están expuestos al rechazo de los compañeros por sus conductas, los problemas de inatención reducen las posibilidades de adquirir habilidades sociales o de prestar atención a las claves sociales necesarias para realizar interacciones efectivas, con la consiguiente baja autoestima y riesgo de depresión y de ansiedad, aparte de que son menores vulnerables al fracaso escolar.

Se trata de un trastorno del neurodesarrollo que se manifiesta en la primera infancia con síntomas de impulsividad, de hiperactividad, o de inatención, tal y como señala Alicia Fraile, psiquiatra en la Unidad de salud y bienestar emocional del Hospital Quironsalud Digital: “Estos signos afectan al funcionamiento cognitivo, académico, y social, así como a las emociones y al comportamiento. Según los síntomas fundamentales hay varios subtipos: predominio de hiperactividad o impulsividad, inatento, o mixto”.

Pero, además, señala que el TDAH infantil a menudo se mantiene en la etapa adulta: “Los estudios indican que la mayor parte de las personas diagnosticadas en la infancia siguen cumpliendo criterios del trastorno de adultos. No obstante, otros trabajos más recientes detectaron que una proporción importante de adultos con TDAH no tenían el trastorno de niños”.

Concretamente, la psiquiatra cita que este trastorno del neurodesarrollo se asocia igualmente con deterioro importante del funcionamiento laboral, académico y social; y destaca que se caracteriza por síntomas de inatención (procrastinación, pésima gestión del tiempo y falta de organización), impulsividad (dejan trabajos y relaciones, reacción exagerada a la frustración, infracciones de tráfico), e hiperactividad (inquietud motora, hablar en exceso y actividad constante) que provocan deterioro funcional. 

“Son frecuentes las alteraciones de las funciones ejecutivas y a menudo se observa desregulación emocional. El TDAH representa uno de los problemas más frecuentes en la infancia. Aunque la cifra exacta genera muchas controversias, se estima que su prevalencia se acerca al 7 % (según un metaanálisis compuesto por estudios realizados en Norteamérica, Asia, y Europa en niños de edad escolar). Es mucho más frecuente en niños que en niñas”, añade la doctora Fraile.

Síntomas del TDAH

En cuanto a sus síntomas, la especialista de Quirónsalud Digital mantiene que estos se dividen en dos grandes grupos. Por un lado, apunta a la hiperactividad e impulsividad, y por otro lado a la inatención; y cada uno con su propio patrón y evolución.

En el caso de la hiperactividad e impulsividad dice que casi siempre se producen juntas en niños pequeños; son inquietud excesiva, no se quedan sentados cuando es necesario, o hacen carreras que no vienen a cuento; les resulta difícil jugar en silencio; es complicado seguirles el ritmo; siempre parecen estar en marcha; hablan excesivamente; les cuesta mucho esperar su turno; responden demasiado rápido; interrumpen o se entrometen en otras conversaciones.

“Los síntomas de hiperactividad comienzan a reducirse a los 7 u 8 años. Por el contrario, los síntomas impulsivos suelen persistir toda la vida: en adolescentes incluyen consumo de sustancias, actividades sexuales de riesgo, y conducción temeraria”, agrega.

Por otro lado, la doctora Alicia Fraile indica que la presentación del TDAH con predominio de la inatención se caracteriza por una menor capacidad de centrar la atención, y una menor velocidad de procesamiento cognitivo, así como por una respuesta reducida. Sostiene esta experta que, típicamente, no se hacen aparentes hasta que el niño tiene 8 o 9 años, pero suelen persistir toda la vida. 

“Los motivos de consulta típicos giran en torno a problemas cognitivos o escolares”, destaca; siendo los principales síntomas de inatención:

  • Incapacidad de prestar atención a detalles.
  • Errores por descuido.
  • Problemas para mantener la atención en juegos, actividades escolares, o domésticas.
  • Parece que no escucha.
  • No persiste en las tareas.
  • Problemas para organizar deberes, actividades y pertenencias.
  • Evita tareas que exigen un esfuerzo mental continuo.
  • Pierde objetos necesarios para actividades (libros o equipo de deporte).
  • Se distrae fácilmente.
  • Es despistado incluso en tareas habituales.

Causas y tratamiento del TDAH

Por último, y en cuanto al posible origen del TDAH esta experta de Quirónsaluld Digital explica que se debe a una disfunción de los circuitos cerebrales encargados de las funciones atencionales, especialmente en el lóbulo prefrontal

“Tiene una fuerte base genética, con gran heredabilidad. Se ha escrito mucho sobre alimentos y aditivos que presuntamente causan o empeoran el TDAH, desde bebidas azucaradas hasta colorantes de alimentos. Sin embargo, en los estudios clínicos rigurosos, con provocaciones enmascaradas, no se ha constatado que ninguna sustancia cause ni empeore los síntomas”, advierte.

Sobre el tratamiento, la psiquiatra Ana Fraile apunta que tiene dos grandes vertientes: intervenciones psicoterapéuticas y fármacos. En su opinión, para tener éxito deben participar todos los implicados, especialmente la familia y el colegio; y reseña que las técnicas más sencillas y útiles son: Mantener horarios y rutinas; eliminar las distracciones dentro de lo posible; tener ‘cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa’; usar listas; limitar opciones; encontrar actividades que se le den bien al niño. “Los fármacos que se suelen utilizar son psicoestimulantes (anfetamina y sus derivados) y noradrenérgicos como la atomoxetina, instaurados, y controlados por Psiquiatría”, concluye.