Un equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona y del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia (Inserm) ha analizado datos de más de 11 millones de hospitalizaciones en España entre 2006 y 2019 para estudiar la relación entre las altas temperaturas veraniegas y los riesgos de sufrir cualquier tipo de enfermedad.

Las conclusiones son claras: hay una serie de patologías concretas que, por culpa del calor, disparan sus riesgos entre la población durante el periodo estival. Por orden, las altas temperaturas aumentan más las enfermedades endocrinas, nutricionales y metabólicas (+52%), las enfermedades del aparato urinario (+49,3%) y las intoxicaciones (+47%). Además, la investigación también ha recogido las provincias españolas que sufren un mayor incremento de hospitalizaciones cuando viven episodios de altas temperaturas. Zaragoza, Guipúzcoa y Zamora están a la cabeza de una lista que cierra Granada.

"El calor, como se ha demostrado en estudios previos, dispara la mortalidad por causas cardiovasculares. Pero nosotros no hemos analizado la mortalidad, sino los ingresos hospitalarios. Por eso en nuestra tabla no aparecen las enfermedades cardiovasculares", explicó Hicham Achebak, investigador del Inserm y de ISGlobal, en un briefing informativo organizado por la institución catalana. "La razón de que el calor no afecte a los ingresos hospitalarios por estas patologías es que muchas de las personas que sufren accidentes cardiovasculares mueren de forma repentina, antes de ser atendidos por los médicos", añadió.

La investigación, publicada en la revista científica Environmental Health Perspectives, ha utilizado datos de los servicios de urgencias de 48 provincias de la España peninsular y las Islas Baleares, que fueron proporcionados por el INE. "Este estudio es el más exhaustivo de este tipo que se ha hecho hasta la fecha a nivel internacional. Mirando sólo los datos de mortalidad no habríamos podido sacar estas conclusiones. Por eso analizamos las hospitalizaciones, que son millones y nos permitieron estratificar", comentó Achebak.

El equipo científico también estudió los valores de las temperaturas medias diarias, la humedad relativa media diaria y las concentraciones de diferentes contaminantes atmosféricos (PM2,5, PM10, NO 2 y O3). Y si bien observaron que, con todos los datos, el calor aumentaba el riesgo de hospitalización en todos los grupos de edad, identificaron que los menores de 1 año y los mayores de 85 fueron los más afectados, al tener mayor riesgo de ingreso hospitalario. La razón, como detalló Achebak, es que la capacidad termorreguladora del cuerpo no está del todo desarrollada durante los primeros años de vida, y se va deteriorando con el paso del tiempo.

También se encontraron diferencias por sexo. Y es que en los días más calurosos los hombres mostraron un mayor riesgo de hospitalización por lesiones (desde quemaduras hasta ahogamientos) que las mujeres. "Creemos que esto se debe a que los hombres suelen desarrollan más trabajos al aire libre y suelen llevar a cabo más conductas de riesgo", matizó Achebak. Pero, en paralelo, ellas tuvieron un mayor riesgo de ingreso por enfermedades parasitarias, endocrinas y metabólicas, respiratorias o urinarias que ellos.

Sin embargo, en contra de lo que pueda parecer, las olas de calor no elevaban los peligros respecto a los días sueltos que eran muy calurosos. "Lo que hemos visto es que la persistencia de temperaturas altas no tenía un efecto añadido en el riesgo de producir ingresos hospitalarios por calor. Estos hallazgos sugieren que los sistemas de alerta por altas temperaturas no deberían activarse sólo durante las olas de calor, sino también en los días aislados donde se registren temperaturas muy elevadas", deslizó Achebak.

Y añadió: "No pongo en duda que los sistemas de alertas que Sanidad ha puesto en marcha tengan un impacto positivo. Pero no se han evaluado de forma exhaustiva su efectividad. Se han establecido una serie de umbrales de temperatura, que si se alcanzan ponen en marcha una serie de medidas. Pero estos umbrales están basados en la mortalidad, no en las hospitalizaciones, y pueden variar en función de la patología que cause la muerte, porque cada enfermedad puede tener unos umbrales de riesgo distintos".

Limitaciones del estudio

"El estudio se ve limitado, algo que no es atribuible a los autores, por la disponibilidad de datos de ingresos hospitalarios que el INE permite, tanto en lo que se refiere al ámbito territorial (pues solo está accesible con desagregación provincial) como en la identificación de las personas ingresadas (pues al estar anonimizados no pueden saber si una persona ingresa en más de una ocasión)", valora Óscar Zurriaga, investigador de la Universitat de València y presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, en declaraciones a SMC España.

El experto opina que para este objeto de estudio es muy relevante tener en cuenta grupos territoriales de menor extensión que las provincias. Y detalla que los autores han tratado de minimizar este déficit con el análisis de la asociación entre un indicador del grado de ruralidad/urbanidad de la provincia y los riesgos de morbilidad relacionados con el calor. Por otro lado, cree que también hubiera sido de interés determinar si, dentro de cada causa de ingreso concreta, las personas que ingresan con mayor frecuencia se ven afectadas de manera diferente a las que lo hacen más esporádicamente, algo que la anonimización absoluta de los datos impedía. 

"Los resultados, además de aportar evidencia sobre la morbilidad afectada por las temperaturas elevadas, también sirven de base para sustentar, mejorar y señalar las deficiencias de la disponibilidad de datos necesarios para ser incorporados no solo al análisis específico concreto, sino también a los sistemas de vigilancia y alerta precoz que permitan disminuir los efectos negativos sobre la salud de la población", remató Zurriaga.