Con la energía nuclear se produce un fenómeno curioso. Algunos países han iniciado una desescalada para, poco a poco, depender cada vez menos de ella, al no considerarla limpia. Y otros están haciendo lo contrario: invertir al máximo en este sector. En medio de este debate que enfrenta a dos posturas radicalmente contrapuestas, siempre hay muchas dudas sobre el funcionamiento de la energía atómica, sus peligros y sus beneficios. Una de las principales es qué se hace con las centrales que ya no se usan y con los residuos radiactivos que estas han generado. Y nos interesa, porque España se ha propuesto desmantelarlas todas antes de 2035.

Actualmente en nuestro país operan siete reactores nucleares, que están ubicados en cinco emplazamientos (Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Vandellós II y Trillo). Pero algunas centrales ya han desaparecido, y otras están en proceso de hacerlo. El organismo encargado de realizar esa tarea es Enresa, una empresa pública, creada en 1984, que tiene la responsabilidad de la gestión de todos los residuos radiactivos que se generan, así como del desmantelamiento de las instalaciones nucleares que han cesado su actividad. Este periódico se ha puesto en contacto directamente con la propia entidad para que explique, paso a paso, cómo lo hacen.

Desmantelar y restaurar

"Nuestra legislación establece que cuando una central nuclear cesa definitivamente su actividad hay que proceder a su desmantelamiento. Se hace principalmente para evitar la degradación de la instalación, reducir los costes de su mantenimiento parada, evitar riesgos radiológicos, optimizar y reducir los volúmenes de residuos radiactivos y dejar libre el emplazamiento para otros usos futuros que las empresas propietarias de las centrales que se desmantelan determinen", detallan desde Enresa.

En España se ha desmantelado de manera parcial la central nuclear de Vandellós I (Tarragona) y de manera total la central nuclear José Cabrera (conocida también como Zorita, en Guadalajara). En ésta última se realizan en estos momentos trabajos de restauración ambiental de los terrenos. Pero además, Enresa, desde el pasado 19 de julio de 2023, es la titular de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), que se desconectó de la red en 2012 y ahora se está comenzando a desmantelar. Desde que Enresa recibe la titularidad de la instalación, las obras de desmantelamiento tienen una duración estimada de diez años.  

Un "traje a medida"

Aunque cada desmantelamiento es un "traje a medida" para cada instalación, existen una serie de etapas que son similares en este tipo de proyectos. Hay dos objetivos principales: liberar el emplazamiento y gestionar adecuadamente los materiales resultantes. El proceso comienza con la caracterización inicial e inventariado de todos los sistemas y componentes de la instalación, así como con la modificación de numerosos sistemas e infraestructuras de la planta, adaptándolos a sus nuevos usos durante el proyecto. Luego continúa con la ejecución de las actuaciones de desmontaje, descontaminación y demolición. Y finaliza con la restauración de los terrenos.

En paralelo, de manera transversal, se lleva a cabo una gestión continua de los materiales resultantes, de acuerdo con su procedencia y naturaleza. "En España se generan en su mayor parte (más del 90%) residuos radiactivos de muy baja, baja y media actividad. Estos residuos se generan tanto en centrales nucleares como en hospitales, industrias y centros de investigación y se envían al centro de almacenamiento que Enresa opera en El Cabril, situado en la provincia de Córdoba. Por lo que respecta a los residuos de alta actividad (combustible gastado de las centrales nucleares en su mayoría), se encuentra almacenado, o bien en las piscinas de las centrales nucleares o en Almacenes Temporales Individualizados, situados también en las propias centrales", explican desde Enresa.

En concreto, las predicciones de generación de residuos de la empresa pública para este 2024 hablan de que España producirá a lo largo de este año 93.700 m3 de residuos de muy baja actividad (RBBA); 53.100 m3 de baja y media actividad (RR); 2.500 m3 de alta actividad (RAA) y 3.700 m3 de residuos especiales.

Al finalizar un desmantelamiento, los terrenos podrán liberarse con las indicaciones que marque el Consejo de Seguridad Nuclear. Y es que, tal y como se indica en el 7º Plan General de Residuos radiactivos, un desmantelamiento de una central nuclear es un proceso por el que, una vez obtenida la correspondiente autorización, Enresa deberá permitir la liberación total o restringida del emplazamiento. El desmantelamiento culmina con la declaración de clausura, que concede el Consejo de Seguridad Nuclear, que liberará al titular de la autorización de su responsabilidad y definirá, en el caso de la liberación restringida del emplazamiento, las limitaciones de uso que sean aplicables.

El debate sobre la energía nuclear

"El desmantelamiento de una central nuclear no tiene mayores riesgos radiológicos que la operación comercial de los reactores. España tiene experiencia en esto y se está haciendo de una forma ejemplar", explica Alfredo García, operador nuclear y divulgador científico, que defiende que las críticas a la energía atómica vienen desde el "profundo desconocimiento", que además se ha "alimentado" por intereses de partidos políticos, promotores de otras energías y organizaciones ecologistas que sólo pretendían "obtener votos, ingresos y adeptos".

"La energía nuclear hay que ponerla en el lugar que le corresponde como una herramienta esencial para ayudarnos a conseguir nuestros objetivos energéticos y climáticos. Existen sólidos argumentos científicos y tecnológicos para defender su uso, por sus bajas emisiones de gases de efecto invernadero y de polución atmosférica, su alta disponibilidad, su independencia de los fenómenos atmosféricos, su precio competitivo y la estabilidad que aporta a la red eléctrica. Numerosos estudios científicos han demostrado que la energía nuclear es tan limpia y sostenible como las renovables, utilizando los mismos criterios para evaluar a todas las energías. Así que, más que una opinión, es una evidencia científica", defiende el operador.

José Luis García, portavoz y responsable del área de energía, cambio climático, y movilidad de Greenpeace, tiene una visión radicalmente distinta: "La energía nuclear es indudablemente de todo menos limpia. Cómo va a serlo si no sabemos qué hacer con los residuos radiactivos, que pueden ser peligrosos para cientos o incluso miles de años. Tampoco hay debate sobre si es peligrosa, porque ninguna otra fuente de energía puede dejar una región inhabitable durante siglos. Y sabemos que cada 25 años sucede un accidente de extrema gravedad. Pero esos son debates que ya se ha superado. La cuestión principal ahora, por lo que se está descartando, es porque no es económicamente viable. Tiene unos costes que, sin ayuda de subvenciones estatales, no son asumibles".

El coste de desmantelar una central, según explican desde Enresa, varía según cada proyecto. Pero se sufraga mediante el Fondo para la financiación de las actividades del Plan General de Residuos Radiactivos, que se fundamenta en el principio de que "quien contamina, paga". Es decir, que son las propias centrales nucleares las que, durante su etapa de operación, aportan cantidades a este Fondo (mediante el pago de una "prestación patrimonial de carácter público no tributario") para poder acometer los desmantelamientos y gestionar los residuos.

"Básicamente como no saben qué hacer con todos esos residuos radiactivos, lo único que pretenden es tenerlos bajo control para evitar accidentes. Y luego hay otra polémica sobre quién se hace cargo del coste. Porque la tasa de Enresa que pagan las empresas de calcula para unos años, cuando esto es un problema que puede durar milenios. Es una ruina", reitera el portavoz de Greenpeace.

Enterrarlos o reciclarlos: la gestión de los residuos nucleares

"Llevo 26 años trabajando con residuos radiactivos y con frecuencia me pretenden dar lecciones sobre sus riesgos personas que no han pisado una central nuclear en su vida y que lo único que tienen es miedo y desconocimiento. Desde el movimiento político y ecologista antinuclear se ha engañado a la sociedad haciéndole creer que no sabemos qué hacer con los residuos radiactivos, cuando la realidad es totalmente diferente. Existe un amplio consenso científico y tecnológico sobre la gestión segura de los residuos radiactivos", relata Alfredo García.

Y añade: "Además de representar una minúscula parte de todos los residuos potencialmente peligrosos, su gestión cumple con los mayores estándares de toda la industria mundial. La principal solución de consenso a largo plazo es el almacenamiento geológico profundo, como está haciendo Finlandia. Una segunda solución, todavía más interesante, es reciclar los residuos radiactivos, como hace décadas que realiza parcialmente Francia de forma industrial o incluso en reactores nucleares que consumen residuos radiactivos, como ya tienen Rusia o China".

El operador nuclear explica que, en la reciente Cumbre de la Energía Nuclear, 32 países "mostraron al mundo que la energía nuclear está resurgiendo". Y aunque admite que parecen pocos, asegura que suman el 72% del PIB mundial y el 70% tanto de la energía consumida como de las emisiones de dióxido de carbono. "Actualmente en todo el mundo se están construyendo 61 reactores nucleares, existen 92 planeados y 343 propuestos oficialmente. Pero mientras, el Gobierno de España planea cerrar los siete reactores nucleares que tenemos entre 2027 y 2035. Tras el cierre nuclear de Alemania, somos el único país del mundo con centrales nucleares que planea cerrarlas, desoyendo las llamadas de la UE y de la Agencia Internacional de la Energía, que explican que esto traerá consigo un aumento del consumo de gas natural para producir energía eléctrica", afirma el experto.

Desde Greenpeace aplauden la desescalada española: "Al inicio de la democracia se hizo un plan nuclear súper agresivo. Pero en los años 80 el Gobierno lo vio descabellado, y lo paralizó con la moratoria nuclear. Se salvó a las compañías que iban a quebrar utilizando a Enresa, y desde entonces el modelo de energía nuclear de España ha ido decreciendo con el tiempo. Ahora representa el 20% del total de nuestra energía, pero sabemos que es insostenible".