Después de unas vacaciones sin control de la alimentación, con comidas abundantes, aperitivos sin límite y helados a pie de playa, el retorno a la normalidad tiene sus efectos visiblemente en la báscula. Lo habitual es volver de vacaciones con entre tres y cinco kilos de más y una sensación de malestar general. Por fortuna, aún en pleno verano y aún con tiempo para reconducir hábitos antes de la llegada del otoño, existen múltiples formas de recuperar el equilibrio sin tener que recurrir a las dietas estrictas o pasar hambre.

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Quitarse los kilos extra del verano

Uno de los primeros pasos para volver a restablecer el bienestar corporal es limitar en la medida de lo posible o eliminar los productos procesados que, a pesar de su extensión, favorecen que la digestión no se lleve a la práctica correctamente y que se favorezca la grasa corporal.

Galletas, bollería, snacks, embutidos, refrescos, salsas envasadas, los procesados con azúcares añadidos, grasas no saludables y aditivos que no sólo alteran la microbiota intestinal, sino que ralentizan el metabolismo y contribuyen a la ganancia de peso, son alimentos que se deben eliminar. Intercambiar aquellos alimentos por opciones de corte natural ayuda a mejorar la forma del cuerpo, a disminuir el abdomen plano y a obtener la sensación de estar mucho más ligero.

Verduras, proteinas y grasas saludables

Comer en base a verduras de temporada, crudas o en cocciones, y unidas con proteínas magras (el pollo, el pescado, los huevos, las legumbres) facilita el poder mantener el peso sin esfuerzo. Las grasas saludables (frutos secos, aguacate, aceite de oliva virgen extra) aportan saciedad y propiedades cardiovasculares.

La clave se encuentra en variar las cocciones como alternativa para que exista una base vegetal rica en fibra con la intención de limpiar el organismo tras los excesos del verano.

El menú equilibrado para los kilos de más

No es tan necesario suprimir los hidratos por completo. Lo más recomendable es decantarse por sus versiones integrales: arroz o pasta o pan con harinas no refinadas, dado que su contenido en fibra hace que los azúcares sean digestivos y prolonga la saciedad.

Incorporar cereales como la quinoa, la avena o el trigo sarraceno facilita la regulación del azúcar y evita los picos de hambre que aparecen entre comidas.

Controla las porciones y planifica tus platos

Crear un menú semanal que sea equilibrado disminuye la improvisación y hace fácil mantener una alimentación saludable. Preparar las comidas con anticipación y dosificando las porciones de consonancia con lo que el cuerpo necesita propicia la pérdida gradual de peso sin realizar restricciones agresivas.

La clave está en apostar por platos sencillos: gazpachos, cremas frías, ensaladas completas o proteínas al vapor con vegetales.

Métodos para no recuperar los kilos perdidos

Hidratación y descanso como aliados

El agua y las infusiones azucaradas son los mejores aliados para poder eliminar las toxinas, favorecer la digestión y mantener activo el metabolismo. Dormir bien favorece el equilibrio hormonal y evita los placeres del cansancio.

Incluir algún alimento con un alto contenido de agua: como el pepino, la sandía, el melón o el calabacín intensifica estos efectos y ayuda a mantener una piel sana tras los excesos.

Mantén el movimiento sin obsesionarte con el deporte.

No son necesarios ni entrenamientos extenuantes, ni rutinas duras de ejercicios para poder recuperar la forma. Simplemente, basta con tener una rutina de actividad apta para cada estilo de vida; es suficiente con caminar, subir escaleras, nadar o incluso practicar el yoga. Lo importante es que puedas moverte y mantener la constancia.

Estos métodos, conjugados con una alimentación con productos frescos, te permitirán quitarte unos kilos de más, ganados en verano, sin hacer dieta ni planes restrictivos.

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