La henna ha sido durante siglos uno de los tintes naturales más populares para la coloración del cabello, valorada especialmente por su origen vegetal y sus efectos menos agresivos sobre la fibra capilar. Sin embargo, recientes informes y evaluaciones advierten sobre una realidad que a menudo se pasa por alto: no todos los cabellos son aptos para el uso de henna, especialmente si poseen ciertas características como canas o tonos rubios. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha sido clara en su sentencia: la henna no se recomienda para cabellos canos o rubios porque el tono final puede tirar a verde.

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El auge de los tintes naturales se ha intensificado, impulsado por una mayor conciencia ecológica y la búsqueda de alternativas más saludables, veganas y libres de químicos peligrosos. Sabemos que muchos consumidores optan por estos productos convencidos de estar eligiendo lo mejor para su cabello y salud. No obstante, la propia OCU advierte que la mayoría de productos que se venden como “naturales” no lo son por completo. En muchos casos, aunque suprimen componentes agresivos como el amoníaco, mantienen el uso de colorantes de oxidación y agentes químicos en sus fórmulas. Esta característica hace que, aunque lleven etiquetas verdes, flores o palabras como “bio” o “herbal”, sean en realidad el resultado de estrategias de marketing más que de auténticos avances en cosmética natural.

Dentro de las opciones verdaderamente naturales, la henna destaca como el principal pigmento vegetal utilizado históricamente para teñir el cabello. Su composición proviene de la planta Lawsonia inermis y suele comercializarse en polvo, al cual se le añade agua caliente para formar una pasta que se aplica directamente sobre el cabello. Su gran ventaja es que no contiene sustancias sintéticas añadidas, y muchos usuarios valoran sus beneficios adicionales, como el aporte de fortaleza, brillo, hidratación y protección frente a la rotura o la caída. Además, la henna es rica en minerales y antioxidantes que pueden mantener el cuero cabelludo sano, regular la producción de caspa y aportar volumen al cabello.

Sin embargo, la OCU subraya algunas restricciones fundamentales para su uso. El primero de ellos es la limitada gama de colores que ofrece la henna: únicamente tonos oscuros y rojizos. Esto supone que personas con cabello rubio, muy claro o canoso no obtendrán un resultado natural ni uniforme tras la aplicación. De hecho, al teñir cabello cano o rubio con henna, la mezcla de pigmentos y base capilar puede provocar un tono final que tienda a verde. Este fenómeno, lejos de ser anecdótico, resulta bastante común y puede originarse tanto por la naturaleza del pigmento vegetal como por una previa decoloración o la presencia de otros restos químicos en la melena.

Otra de las advertencias importantes sobre su uso es la dificultad a la hora de predecir el resultado en los casos en que el cabello ha sido tratado anteriormente con tintes químicos. La combinación de la henna sobre una base de pigmento artificial o decolorada puede derivar en matices no deseados o incluso reacciones inesperadas. Un consejo recurrente de los especialistas es probar primero la coloración en un mechón pequeño y oculto de la nuca, para evaluar el resultado antes de aplicar sobre toda la cabeza.

Cabe destacar que el hecho de que la henna sea un producto vegetal no implica que esté libre de riesgos. Puede provocar alergias y sensibilizaciones cutáneas en algunas personas. Además, en el mercado existe una variante denominada “henna negra” que se utiliza para tatuajes temporales y que suele estar adulterada con parafenilendiamina, una sustancia capaz de causar reacciones adversas graves sobre la piel. Por ello, es crucial comprobar siempre el listado de ingredientes y asegurarse de que el producto contiene únicamente el polvo de la planta Lawsonia inermis.

La popularidad de la henna entre quienes buscan una alternativa saludable al tinte convencional tiene sentido, pero sus limitaciones son innegables. No permite aclarar el color natural del cabello, solo aporta reflejos o cambios hacia rojizos y oscuros, y su durabilidad es semipermanente, rondando entre 4 y 8 semanas. Por otro lado, no suele ser efectiva para cubrir de forma total las canas: éstas, después de teñirse, pueden lucir naranjas o anaranjadas en lugar de adoptar el tono uniforme esperado.

Los expertos recomiendan, para quienes deseen cuidar su cabello pero requieren resultados fiables y cobertura total de canas, optar por tintes sin amoníaco ni parabenos que han sido cuidadosamente formulados para minimizar los riesgos sin sacrificar efectividad. Existen varias marcas en el mercado que cumplen con estos requisitos y han sido destacadas por la OCU por su excelente relación calidad-precio y porcentaje de ingredientes de origen vegetal.

En definitiva, aunque la henna es un recurso ancestral y natural, no es la panacea para todas las melenas. Especialmente en cabellos rubios o canosos, su utilización puede conllevar más inconvenientes que ventajas, incluyendo el temido reflejo verde. Informarse, leer etiquetas y considerar el historial capilar propio son pasos imprescindibles antes de decantarse por cualquier tinte, sea este natural o no. La decisión debe basarse en un equilibrio entre salud capilar, resultado estético y seguridad, teniendo claro que la belleza consciente empieza siempre por el conocimiento y el respeto hacia nuestro propio cabello.

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