Con la llegada del verano y las primeras escapadas a la costa, las picaduras de medusa se convierten en una de las consultas más frecuentes en los servicios de urgencias. Aunque la mayoría no son graves, el dolor, el escozor y la inflamación pueden arruinar un día de playa o incluso causar complicaciones si no se tratan correctamente.
“La reacción depende del tipo de medusa y de la sensibilidad de cada persona, pero también de lo que se haga en los primeros minutos”, explica el Dr. Mauricio Pérez Ortiz, especialista del Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria del Hospital Universitari General de Catalunya. “Lo más importante es lavar con suero o agua salada, retirar con cuidado los restos de tentáculos si los hay, y no aplicar nunca agua dulce ni frotar”.
Molestas, pero no peligrosas
"La mayoría de las medusas que se encuentran en las costas españolas —como la Pelagia noctiluca, de color violáceo, o la Aurelia aurita, de aspecto transparente— causan picaduras molestas, pero no peligrosas. Sus tentáculos están cubiertos por células urticantes que, al contacto con la piel, liberan toxinas. Esto provoca un dolor punzante inmediato, acompañado de enrojecimiento, inflamación e incluso pequeñas ampollas", explica el Dr. Pérez Ortiz.
En algunos casos, la picadura deja una marca lineal en la piel, que corresponde al trazo del tentáculo. La zona afectada puede tardar varios días en cicatrizar, y en personas sensibles —niños, mayores o alérgicos— la reacción puede ser más intensa. En estos casos, es conveniente acudir al médico para valorar el uso de antihistamínicos o corticoides tópicos.
Pero no todas las medusas son iguales. Algunas especies, como la temida Carabela portuguesa, ocasionalmente arrastrada hasta nuestras costas por corrientes atlánticas, tienen un poder urticante mucho mayor. Su picadura puede provocar calambres musculares, náuseas, mareos o dificultad para respirar. Ante estos síntomas, la recomendación es acudir de inmediato al servicio de urgencias más cercano.
El protocolo básico ante una picadura es sencillo: salir del agua, lavar la zona con agua salada (nunca dulce), aplicar frío de forma indirecta (una bolsa con hielo envuelta en tela, por ejemplo) y no rascar ni frotar. Si quedan restos de tentáculo, se deben retirar con pinzas o con guantes, evitando el contacto directo.
Cuidado con los remedios caseros
Según el Dr. Pérez Ortiz, uno de los errores más frecuentes es usar remedios caseros que pueden empeorar la situación. El vinagre, por ejemplo, solo es útil para ciertas especies, como la Carabela portuguesa, pero puede agravar la picadura de otras medusas. El alcohol, el amoníaco o la orina —a menudo mencionados como “remedios populares”— están totalmente desaconsejados.
La prevención también juega un papel clave. Las playas suelen informar de la presencia de medusas mediante banderas o paneles informativos. Evitar el baño en esas condiciones es la mejor forma de prevenir una picadura. También existen “cremas barrera” que actúan como una película protectora entre la piel y los tentáculos, aunque su eficacia no es absoluta.
Otro consejo fundamental: no tocar nunca medusas varadas en la arena, aunque parezcan muertas. Sus tentáculos siguen siendo urticantes durante horas e incluso días, y pueden causar una reacción al menor contacto.
Si la picadura no presenta complicaciones, bastará con una limpieza adecuada, la aplicación de frío local y el uso de analgésicos o antihistamínicos si fuera necesario. En la mayoría de los casos, la mejoría se produce en pocas horas y la lesión desaparece en pocos días. Pero si la sintomatología se agrava o se acompaña de fiebre, vómitos o dificultad respiratoria, es imprescindible consultar a un profesional.
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