La seguridad alimentaria empieza en casa y lavar debidamente los productos frescos como la lechuga es un paso esencial que no debemos pasar por alto. Con el incremento del consumo de ensaladas durante los meses de verano, la higiene de las hojas verdes se transforma en una labor necesaria. Eliminar las bacterias, por no hablar de los residuos y pesticidas, no solo ayuda a mejorar la calidad del alimento sino que también contribuye a prevenir riesgos para la seguridad alimentaria. Llevar a cabo un procedimiento correcto puede suponer la diferencia entre una comida segura y un foco de contaminación invisible que podría afectar la salud de toda la familia.
La higiene para limpiar la lechuga
Antes de manipular algún alimento fresco, es necesario lavarse bien las manos con agua y jabón. Esta medida es la más básica de tal forma que ayuda a no trasladar gérmenes a la lechuga, además, reduce de modo considerable el peligro de contaminación cruzada. También es conveniente limpiar la superficie de trabajo y los utensilios que utilizaras en el proceso, cuchillos, tablas de cortar, etc.
Revisión y separación de hojas
Saca la lechuga del envase o bolsa y colócala en un sitio limpio, seco; empieza por desplazar cada hoja, apartando las que estén marchitas o dañadas o manchadas, pues este paso ya te ayuda a reducir la carga de impurezas antes de lavarla a fondo, a fin de mejorar el resultado final.
Cómo lavar la lechuga
Desinfección con el vinagre blanco
Llena un recipiente más o menos amplio con agua fría y añade una cucharada de vinagre blanco por cada litro de agua. La lechuga se debe dejar en remojo de 10 a 15 minutos, moviéndola a fin de que la mezcla llegase a todas las partes de la misma. Este paso elimina una buena parte de las bacterias, residuos de pesticidas que se pueden quedar pegados a la lechuga al ser cosechada o al ser transportada.
Enjuague y secado posterior
Cuando ya haya pasado el tiempo de remojo, enjuaga cada hoja de lechuga debajo de un chorro de agua fría con el fin de quitar el vinagre y cualquier resto que pudiera quedar en la hoja. Se debe secar bien la lechuga usando una centrífuga de ensaladas o papel de cocina, sin apretarla demasiado para no romper la hoja. Secar bien es un aspecto importante ya que la humedad que quede será una buena condición para que los microorganismos proliferen.
Conservar la lechuga
Una vez secas, la lechuga se debe guardar en una bolsa con cierre o un recipiente hermético en el frigorífico. Poner una hoja de papel absorbente dentro de la bolsa o del recipiente es buena idea, porque retiene la humedad y hace que la lechuga se conserve bien. La hoja que absorbe el agua descontaminada es útil para poder alargar lo máximo posible la lechuga sin propagar el sabor ni modificar su textura.
Cuándo lavar la lechuga
Aunque sea más práctico el lavado justo antes de servirla, espérate a tener la lechuga lista siempre es ideal para ensaladas, bocadillos, platos de verduras, etc. Sólo hace falta mantenerla bien para que no se altere su textura crujiente y que conserve todas sus propiedades nutricionales durante unos días.
Mantener la lechuga limpia y desinfectada es un hábito saludable que va a hacer aumentar la calidad de los platos. Realizando este proceso se puede estar tranquilo y disfrutar de cada hoja sin temor a contaminarse y sin tomar ningún tipo de riesgo para nuestra salud. Apostar por lo fresco no es suficiente: cuidar la lechuga empieza por limpiarla. Comer bien es cuestión de pequeños detalles.
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