Son muchas las personas que a diario recurren al ya mencionado "cinco minutos más" para alargar un poco el descanso nocturno. Ahora bien, cuando se hace uso de la alarma de repetición no se está haciendo sólo un acto habitual de nuestro día a día, sino que podría tratarse de un signo de que existe un desajuste en los ritmos del sueño. La falta de un sueño sin interrupciones o el hecho de necesitar poner la alarma repetidamente y hacer varios intentos para levantarse tarde o temprano son signos de que el cuerpo no está disfrutando de un sueño reparador y, en el corto plazo, pueden dar pie a que el cansancio crónico se apodere del cuerpo y del desenlace eventual que puede tener para la salud.
Retrasar la alarma y sus efectos en el cuerpo
El acto de detener la alarma repetidamente en intervalos cortos de tiempo genera un sueño fragmentado. Aun cuando parezca que los minutos que se ofrecen son minutos de sueño adicionales, lo cierto es que proporcionan una mayor somnolencia en la presentación del día: la famosa "resaca del sueño" ya que el cerebro interrumpe las fases naturales del sueño, colaborando a incrementar la dificultad para la activación al despertar.
Síntomas de un mal descanso
Cuando una persona precisa de varias alarmas para levantarse el cuerpo indica que no ha sido capaz de completar el ciclo de descanso adecuado, lo que puede originarse por horarios de descanso inestables (poco tiempo dormido) o bien por desajustes entre los ritmos circadianos; no es un signo de pereza sino una muestra más que refleja cómo el organismo está funcionando en los márgenes.
Datos que revelan el uso de la alarma
Un estudio demostró que más de la mitad de las personas recurre a la repetición de la alarma; esta opción normalmente es activada unas 2,4 veces, lo que hace que el despertar se prolongue más de 10 minutos. La activación de este modo “snooze” resulta ser más habitual que las condiciones de sueño de más de 9 horas. Esto último sorprende ya que un exceso de sueño conlleva a somnolencia.
Diferencias entre hombres y mujeres
Encontramos un mayor uso del modo “snooze” entre mujeres que en hombres y una inclinación más fuerte hacia este modo en aquellos que persiste una prolongada rutina nocturna (es decir, que se acuestan tarde). Las diferencias indican que el género, los hábitos y las rutinas tienen que ver en el uso que las personas dan al despertador.
Causas detrás de tantas alarmas
Cada persona cuenta con el cronotipo, es decir el punto de partida biológico para establecer ciertos horarios de sueño y actividad. Las personas “nocturnas” suelen tener peores reacciones cuando se deben de levantar temprano, ya que sus ritmos internos no se ajustan a los horarios laborales o estudiantil. Para este tipo de personas, las múltiples alarmas se convierten en un intento de forzamiento de la biología, un intento que no tiene éxito.
Hábitos que empeoran la noche
Acostarse tarde, usar pantallas antes de dormir o reducir las horas necesarias para dormir son unos de los muchos factores que nos hacen depender de varias alarmas para despertarnos. La mayor parte de los adultos demanda entre siete y nueve horas de sueño, pero no todos los adultos cumplen con esta recomendación. Mantener unas rutinas regulares, evitando la exposición a luz artificial durante la noche y buscando la luz natural por la mañana ayudará a mejorar la calidad del sueño.
Por tanto, depender de varias alarmas no es un simple dato del día a día sino una señal inequívoca de que el sueño no está siendo suficiente o no es reparador. Ajustar los horarios y respetar el tiempo de sueño y cuidar la higiene del sueño parece necesario para despertar con energía sin la necesidad de tener que hacer “cinco minutos más”.
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