Rafa Nadal ha cerrado un círculo en Madrid. El tenista balear ha dado sus últimos raquetazos en un Mutua Madrid Open al que llegó con la expectativa de preparar su cuerpo y su cabeza para París y en el que ha regalado tres tardes y una noche de tenis a la afición española.
Salvo cambio de planes, la derrota ante un enérgico y acertadísimo Jiri Lehecka en octavos de final ha sido el último baile de Nadal en un torneo oficial disputado en España.
El ganador de 22 Grand Slam ha protagonizado una emocionantísima despedida con una grada entregada a la raqueta de su ídolo, el que ha prolongado sus éxitos durante tres décadas diferentes y el que todavía les mantiene con la ilusión de creer que todo es posible.
Las tres victorias encadenadas por Nadal en Madrid, una sorprendente ante De Miñaur y otra tras más de tres horas en pista con Cachín, y sobre todo la evolución desde el Godó, mantienen el sueño de llegar en forma a Roland Garros pese a la derrota por 7-5/6-4 con Lehecka en 2 horas y 3 minutos.
Nadal, ganador en cinco ocasiones del torneo de Madrid, ha recibido una ovación que se ha prolongado durante toda su participación en reconocimiento no solo a su desempeño en la capital, sino a toda una carrera que no ha escuchado sus últimos 'vamos' en España.
La dureza de Lehecka, envalentonado a ser el verdugo de Nadal -como es lógico-, contrastaba con la emoción que respiraba la Manolo Santana en cada acción de uno del que es considerado por muchos como el mejor tenista de la historia. Cada derecha ganadora, cada esfuerzo extra, cada remache y cada ángulo inventado por Nadal se celebraba por todo lo alto en la Caja Mágica.
La carrera de Nadal previa al servicio definitivo de Lehecka levantó a un graderío contenido en el juego final. La embriagadora sensación que despertaba el adiós de Nadal a Madrid empujaba a los espectadores de sus asientos al tiempo que se cumplía la media noche.
Las lágrimas escapaban de los ojos de los más cercanos a Nadal, su mujer Xisca y su hermana Maribel lloraban mientras que Rafa aguantaba el tipo en la entrevista. Su voz se entrecortaba y gritaba una pausa: "La primera que vine a Madrid si no recuerdo mal fue en 2003, pero la primera vez que llegué con, con... siendo competitivo...".
Solo con el micrófono y con la piel erizada, Nadal se despojó de la avalancha de sentimientos con un chascarrillo: "Que es broma, que el año que viene vuelvo", indicaba.
La gratitud, de Nadal al público y viceversa, ha acaparado el homenaje dedicado al tenista. "Esto vale más que algún Grand Slam que he ganado por ahí", señalaba un Nadal que concluye su trayectoria en Madrid como el tenista que más veces ha conseguido el trofeo. Como apuntaban los cinco banderones desplegados en la despedida: 'Gracias Rafa'.
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