La condena fue inmediata, el creador de la web del Tour de la Manada (ww.tourlaManada.com), Anónimo García, era un inmoral que debía ser perseguido. La vía periodística fue la primera que dictó sentencia: culpable. Los magazines de televisión y sus tertulianos emitieron los primeros juicios y los demás medios siguieron con el linchamiento.
Después llegaría la vía judicial, esa ha llevado más tiempo, el Juzgado de lo Penal número 1 de Pamplona le condenó a la pena de 1 año y 6 meses de prisión por la creación y difusión de la web. Esta condena fue ratificada en apelación por la Audiencia Provincial de Pamplona y, tras la presentación del correspondiente recurso de casación, el Tribunal Supremo lo inadmitió.
Ha tenido que llegar hasta el Tribunal Constitucional para que reconozca que el tour era falso, como el propio autor Anónimo García, había hecho público tres días después de lanzar la web. El tribunal revoca la condena penal de un año y seis meses de prisión y una indemnización a la víctima, y marca un precedente en España sobre los límites de la libertad de expresión y la creación artística.
Al tercer día que estuvo en funcionamiento la web, el contenido fue eliminado y sustituido por un desmentido titulado “El día en que los medios de comunicación se retrataron a sí mismos”. La defensa de Anónimo García señalaba la hipocresía de los medios: esos mismos medios que tildaban el tour de indignante habían "publicado hasta la saciedad el recorrido de La Manada de todas las formas posibles: narrándolo, con mapas y fotos, con precisión de horas y todo lujo de detalles".

Anónimo García mostraba cómo los medios en su amarillismo habían habían sido los que habían hecho el tour a sus audiencias, enseñado "dónde, cuándo y cómo ocurrió todo", publicando "recorridos realizados por televisiones y con mapas en la prensa". La defensa de Anónimo argumentó, como contó a El Independiente en 2019, que la acción buscaba criticar esta "explotación de una tragedia, por parte de los medios de comunicación para aumentar sus audiencias y obtener más beneficios". Unas consideraciones que no se han tenido en cuenta hasta su llegada al Constitucional.

Pero para Anónimo García, más allá de la trascendencia jurídica, esta resolución representa el fin de un proceso que describe como un cáncer que "se extendió por todos los ámbitos de mi vida durante años”. Un proceso que lo llevó a sentirse un "apestado social", a perder su trabajo en Greenpeace, a ver mermado su patrimonio y a dedicarse en cuerpo y alma a la defensa legal. Hoy, con la sentencia del TC bajo el brazo, Anónimo García comienza a reconstruir su vida, enfocándose en nuevos proyectos y en un camino que se aleja del veneno del juicio.

“Fue como un cáncer, fue tocando las relaciones personales, las relaciones familiares, amigos, llega al trabajo y a la vez que se expande empiezan a haber cosas reales, cancelaciones. Hay un despido, un sentirse apestado, una cosa de psicosis, de manía persecutoria. Sentir que mucha gente está juzgándote por detrás. Esto me hizo volverme psicótico y cerrar todas mis relaciones personales más a que los tres amigos de confianza”, relata a El Independiente.
Homo Velamine y el arte del "troleo" mediático
Para comprender el falso "Tour de La Manada" y el contexto en el que surgió, es fundamental conocer a Homo Velamine, el colectivo al que pertenece Anónimo García y del que fue alma. Se autodenominan "ultraracionalistas" y su método consiste en "poner patas arriba debates que están muy estancados" mediante "acciones extrañas y estrambóticas" que buscan generar "duda en medio de la autocomplacencia". Sus actos son descritos como "grotescos e imprevisibles" y se enmarcan dentro del "culture jamming", una corriente que denuncia con ironía las contradicciones de la "cultura dominante" y, en particular, el comportamiento de los medios de comunicación de masas.
Homo Velamine tiene un largo historial de "troleos" o trampas dirigidas a los medios y a la sociedad en general que no se tuvo en cuenta en su juicio, algo que la sentencia del Constitucional repara. Se hicieron pasar por religiosos que apoyaban a Podemos en Vistalegre con la monja Sor Passo; celebraron la victoria electoral del PP siendo los "Hipsters con Rajoy"; se colaron en de The Guardian como los españoles que apoyaban la independencia de Cataluña; y fueron los "Feministas con Esperanza Aguirre" (Colectivo FEA) que se fotografiaron con la expresidenta del PP madrileño.
También crearon un falso colectivo de apoyo a Almeida contra Madrid Central, acamparon en Sol defendiendo un gobierno con el lema "sí nos representan", y colgaron una bandera española feminista en una manifestación del 8M.
El propio Anónimo García ha dado clases de activismo, hablando de estas acciones a jóvenes ecologistas en campamentos de Greenpeace. Y es que las “bombas” mediáticas de Anónimo están basadas en las bombas mentales con las que la organización ecologista alcanzó a todo el mundo con sus mensajes conservacionistas. En Greenpeace se sabía lo que hacía en Homo Velamine, y su trabajo estaba inspirado en la acción directa para provocar reacciones y abrir debates. Anónimo no culpa de sus despidos a sus compañeros, sino a una parte de la dirección.

Un caso único
El Juzgado de lo Penal núm. 1 de Pamplona condenó a Anónimo García a un año y seis meses de prisión como autor de un delito contra la integridad moral de la víctima (art. 173.1 del Código Penal). La condena fue ratificada por la Audiencia Provincial y el Tribunal Supremo inadmitió el recurso de casación.

Esta condena fue especialmente grave y sorprendente, ya que, como señalaba el escritor y periodista Juan Soto Ivars - autor del libro Nadie se va a reír sobre el caso de Anonimo, cuando le entrevistamos en este periódico- nunca antes en España se había condenado a alguien por este artículo del código penal por un caso relacionado con la libertad de expresión o la sátira. Toda la jurisprudencia anterior citada por la juez eran casos de "tortura" o "trato degradante" en contextos familiares, no de crítica social o artística.
El Constitucional es claro en este punto ya que considera que se vulneró la libertad de expresión y de creación artística Anonimo García,” pues los órganos judiciales le condenaron como autor de un delito contra la integridad moral, previsto en el art. 173.1 CP, sin llevar a cabo un juicio previo sobre si el mensaje difundido tenía cabida en el ejercicio de la libertad de expresión”.
En el ámbito personal, Anónimo García se siente "recompuesto". Explica que "toda la gente chunga" se fue de su vida y ahora se ha rodeado de gente que le apoya. Reconoce que fue terrible al principio tener que contar su historia abiertamente, pero se dio cuenta de que "bien contada la historia, pues se podía hacer" y empezó a "sumar nuevos amigos", muchos de los cuales se acercaron al conocer su caso y mostrar su apoyo. Ahora, si alguien le dice algo sobre el tema de forma negativa, simplemente "le mandó a paseo".
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