Verona, 1553. Un por aquel entonces todavía desconocido Paolo Caliari —faltaría mucho para que se le conociera como Paolo Veronese— abandona su Verona natal para establecerse en Venecia, con la llama de la ambición por único bombeo de su corazón: el joven de 25 años quería triunfar con la pintura, tras unos tímidos pinitos en su ciudad. Al final, el veronés no sólo encontró el éxito ansiado, sino que redefinió una corriente artística por completo.

Poquito a poco, Veronese empezó a recibir encargos cada vez más importantes, reafirmando su posición como una de las figuras más destacadas de la escuela veneciana. Muchos de estos cuadros se reúnen ahora en el madrileño Museo del Prado en Paolo Veronese (1528-1588), una exposición que promete honrar al padre del manierismo veneciano. Al pintor que se acercó al Barroco cuando el mundo del arte se encontraba todavía anclado al Renacimiento.

Comisariada por Miguel Falomir, director del Museo del Prado, y Enrico Maria dal Pozzolo, profesor de la Università degli Studi di Verona, la exposición puede fardar de ser la primera gran exposición monográfica dedicada en España al maestro Paolo Veronese.

La mitología de Venecia

Veronese llegó a Venecia en un momento crítico: las tensiones religiosas estaban a flor de piel y los primeros síntomas de la posterior decadencia económica y política que asolaría la ciudad estaban empezando a florecer. Su pincel plasmó el misticismo y la quimera de la ciudad de las máscaras, contribuyendo minuciosamente a plasmar en imágenes el "mito de Venecia" que ha llegado hasta nuestros días. Y, como todos los grandes artistas, Veronese trascendió su tiempo.

Paolo Veronese triunfó en vida y, tras su muerte, gozó del favor ininterrumpido de príncipes y coleccionistas europeos, pero también de otros artistas. Rubens diría que el veronés era su "gran maestro", y Delacroix no haría sino fijarse en su trazado como inspiración para la precisión de su obra. Y, probablemente, Tintoretto, su mayor rival en vida, admitiese a regañadientes el manejo del color del que ahora se recuerda.

Un hombre fotografía la obra de Paolo Veronese 'Los peregrinos de Emaús', este lunes en el Museo del Prado
Un hombre fotografía la obra de Paolo Veronese 'Los peregrinos de Emaús', este lunes en el Museo del Prado | EFE

Además, la exposición no olvida que, si bien su vida fue la pintura, Veronese podría haber sido arquitecto. Su manejo de los espacios insuflaban sus cuadros de historias y teatralidad pues, antes de ponerse con el trazo, el italiano, gracias a un férreo control del proceso creativo, afrontaba, estoico, la realidad que tenía frente a sus ojos: Veronese no pintaba su imaginación, traía consigo la fábula mitológica al mundo real.

Así, su obra estuvo marcada desde sus inicios por asuntos mitológicos y alegorías profanas. No fue un pictor doctus, pero estuvo siempre de la mano de los humanistas. Ellos ideaban complejas iconografías para que Veronese las ajustara en el caballete: cada obra del veronés parte de la ilusión, pero depende de una función y lugar concreto, ya sea público o privado.

El último Veronese

En Paolo Veronese (1528-1588), obras procedentes del Louvre, del Metropolitan Museum, de la National Gallery de Londres, la Galleria degli Uffizi y del Kunsthistorisches Museum de Viena dialogan con las piezas fundamentales del italiano permanentes en el Prado, y completan el largo proceso de investigación y reevaluación de la colección de pintura veneciana que la pinacoteca española empezó en 2001, con la muestra Los Bassano en la España del Siglo de Oro.

Por ello, tras un recorrido por la pintura del artista, la exposición aborda la década final de la vida del pintor, en la que se asiste a un cambio notable en su trabajo: lo colorido se cohíbe frente a lo sombrío, la luz se reduce a un ínfimo rayo con el que iluminar la pintura, y las personas desaparecen para dar protagonismo al paisaje. Esta mutación, que no nace sino del impacto de la obra coetánea de otros artistas y del clima religioso tras el Concilio de Trento, es lo que posicionó al veronés como precursor de la pintura decorativa barroca.

Paolo Veronese (1528-1588), una exposición del Museo Nacional del Prado en colaboración con la Fundación AXA, estará disponible del 27 de mayo al 21 de septiembre de 2025, y cuenta con más de 100 obras de Veronese y otros artistas influenciados por él.