Se irá de nuestra vida Sánchez, hecho ya sólo un ramajo o una pelvis desatornillada, como de dinosaurio o de esqueleto bailón, y todavía quedará Tezanos. Tezanos, que es como el viejo fraile cocinero del sanchismo, todo tela de saco, barba de migas, cucharón de almíbar y falso recetario milagrero, ha salido de su cartuja de peroles y bienaventuranzas para decirnos que el caso Koldo, ya caso Cerdán o caso PSOE, “podría ser un montaje”. Eso del montaje no se lo cree ya nadie, ni el mismo Sánchez ni el propio Cerdán, que después de querer vacilarle a un juez del Supremo con el argumentario de chicle de Bob Pop, me parece a mí que está a punto de recibir la súbita y dura iluminación que regala la cárcel (la cárcel es como los desiertos bíblicos con ángeles y demonios tatuados y alacranes en las duchas). Pero es que Tezanos es más sanchista que Sánchez, es el último creyente como si fuera el último fraile del tiempo, el popular higrómetro de fraile que todavía se vende aunque ya sólo sea una cosa entre cascanueces y santo amarilleante de los salpicaderos o las alacenas.

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Tezanos, con capucha para la borrasca de su coronilla y varita no para señalar el futuro sino para defenderse de la verdad, sería un fraile del tiempo que nunca acertó el tiempo, pero el sanchismo nunca necesitó ciencia ni verdad, sólo curas de merendola y sombrajo y apariciones de tablaíllo, como de auto sacramental. Eso y mucho caos, y ahí es evidente la utilidad de Tezanos, con su aire de despistado que hasta señalando nubarrones los señala de espaldas o para otra fecha o para otro hemisferio o para otro partido. Tezanos aportaba un caos matemático que él metía con precocinados o trascocinas, con calculadora grande y antigua como un colador de madera. Y también aportaba un caos meteorológico o apocalíptico, como el fraile, porque las encuestas de Tezanos siempre se podían estropear, aguar o quemar por culpa de epidemias, volcanes o diluvios. Últimamente, uno veía en los cielos sanchistas incluso un comprensible caos celestial, ese caos de fiesta de pijamas y almohadas de plumas que uno se imagina en el cielo, donde todos van en camisón o en pololos como en las orgías de Ábalos.

Tezanos es el último sanchista y el último fraile del tiempo con pronóstico ambiguo o increíble sobre el sanchismo, que así son los barómetros del CIS

Tezanos es el último sanchista y el último fraile del tiempo con pronóstico ambiguo o increíble sobre el sanchismo, que así son los barómetros del CIS. Ya habíamos descubierto para el mundo a esa fontanera con botas de mierda hasta el sobaco, y aún le daba al PSOE 7 puntos de ventaja sobre el PP. En realidad, el higrómetro mide la humedad, no la presión atmosférica, así que el fraile del tiempo era como un barómetro de pobre, cuya aproximación yo creo que más que el tiempo intentaba medir las esperanzas del pobre sobre el tiempo. El barómetro del CIS siempre fue, igualmente, la medida de las esperanzas del sanchismo sobre el tiempo. Los dos, el pobre y el PSOE, se engañaban con ese monje de veredicto temblón o arbitrario que se levantaba o se ponía la capucha con poco o ningún respaldo de la ciencia, apenas los cocidos, las lágrimas o los estornudos domésticos alteraban la humedad. Los dos, el pobre y el PSOE, se engañaban para nada, porque el tiempo es el que es y la realidad es la que es, pero así funciona la esperanza humana.

Yo creo que sólo va a quedar Tezanos, clavado en la puerta como un San Benito rural. Sánchez, que al principio aún se defendía afilándose los huesos de la cara como un hacha y repitiendo que no había sentencia firme, ya no se atreve a negar lo que todos hemos visto y oído. Intentará limitar el escándalo al putiferio y las ferrallas de Cerdán, Ábalos y Koldo, y atacará al PP desde las águilas de Franco al novio aguililla de Ayuso (el PP es como el museo manierista y español que visita Sánchez para camelarse a ciudadanos despistados como a suecas despistadas). Cerdán, por su parte, ya digo que seguramente se encontrará una zarza ardiendo en el rancho, en el tigre o en el jergón de Soto del Real, y pronto podemos ver al pastorcillo con queso de Sánchez convertido en pastorcillo con faca. Yo creo que Sánchez y su núcleo duro no sobrevivirán, y si sobreviven no sobrevivirá nuestra democracia. En cuanto a los demás, carguitos, periodistas y pintamonas del Régimen, se irán apartando o lo intentarán, confiando, como Sánchez (en eso siguen siendo sanchistas) en que la desmemoria pueda más que la vergüenza. Pero Tezanos aún dice que todo puede ser un montaje, y yo creo que es que no puede dejar de hacer eso, de ser él, sería como si el fraile del tiempo de repente se arrancara a perrear.

Tezanos, con su ternura de equivocarse siempre, como un abuelo en utilitario, o con su maldad de equivocarse sin consecuencias, como el fraile del tiempo, es el último creyente o sólo el último sanchista, que el sanchista más puro ni siquiera cree, como dicen de la curia vaticana. Sólo quedará Tezanos, colgado en la puerta como el fraile de cartón o el calendario de caja rural de un año en que todavía no había ni internet ni estación meteorológica a pilas, sólo ese monje olisqueando el aire de puchero o de gazpacho de la casa. Es el último, será el último. Después de que Sánchez se vaya o simplemente se desmonte, como un atrapasueños hecho de huesos atados; después de que caigan o se pierdan los suyos; después de que hasta Yolanda Díaz lo deje caer, como el anillo de pedida de una despechada, sólo quedará Tezanos. Y no estará mal, porque así recordaremos lo que fue el sanchismo. Aunque quizá, entonces, ya sólo parezca algo entre culto vudú y suvenir de la España negra. 

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