Eran las once y catorce de la mañana cuando un misil israelí impactó contra la cuarta planta del hospital Nasser, en Jan Yunis, en el sur de la Franja. El estruendo levantó una nube espesa de polvo, hizo temblar las paredes y desató el caos. Minutos después, cuando médicos, rescatistas y periodistas corrían para auxiliar a los heridos y documentar lo ocurrido, un segundo proyectil cayó sobre el mismo lugar.

La retransmisión de la agencia de noticias Alghad TV registró la macabra secuencia: los protagonistas del rescate, trabajadores de la defensa civil con chalecos naranjas y periodistas, eran alcanzados por una bomba mientras intentaban rescatar el cadáver de Hussam al Masri, reportero de Reuters que había muerto en un ataque anterior en la cuarta planta del hospital. En los momentos previos al ataque, levantaron las manos para protegerse, pero la explosión les causó la muerte. Su imagen aún con vida es engullida por el polvo que sucede a la detonación. Un vídeo posterior muestra el resultado: una pila de cadáveres en el lugar donde se encontraban los periodistas y los trabajadores de la defensa civil.

"El complejo médico Nasser fue atacado de nuevo en las escaleras de emergencia. Había mucha gente allí. Mientras los servicios médicos de emergencia y los paramédicos llegaban al lugar, fueron atacados de nuevo delante de mis ojos, porque yo estaba viendo cómo los EMS intentaban rescatar a los heridos, y fue una imagen tan monstruosa y cruel que fue imposible de presenciar", relata el doctor Mahmoud Kullab, testigo del ataque. "Esto sucedió en medio de la escasez de suministros médicos, la escasez de equipos, lo que añade otra parte brutal a todo este panorama. No sé qué más decir, pero esto es algo monstruoso".

Palestinos heridos en el doble ataque contra el hospital Al Nasser este 25 de agosto. | EP

20 asesinados, entre ellos, cinco periodistas

Al menos veinte personas murieron, entre ellas cinco periodistas que cubrían el primer bombardeo: Mariam Dagga, freelance de Associated Press; Mohammed Salama, fotógrafo de Al Yazira; Hussam al-Masri, camarógrafo de Reuters; Moaz Abu Taha, freelance; y Ahmad Abu Aziz, reportero de Quds Feed. Otros tres reporteros resultaron heridos, algunos de gravedad. Las imágenes posteriores muestran chalecos marcados con la palabra PRESS (Prensa, en inglés), cámaras destrozadas y charcos de sangre sobre las escaleras del hospital.

El ejército israelí confirmó haber llevado a cabo la operación, alegando que el objetivo era infraestructura terrorista en la zona. La Sociedad Palestina de Periodistas y la ONG Al Haq denunciaron, en cambio, que el bombardeo constituye un crimen de guerra. Lo ocurrido ayer lunes no es un hecho aislado. Forma parte de una estrategia militar deliberada: los bautizados ataques de doble golpe, la misma táctica empleada por el derrocado régimen de Bashar Asad en Siria o Putin en Ucrania. Un primer bombardeo destruye una vivienda, un hospital, una escuela o un campamento de desplazados. Minutos más tarde, cuando los vecinos, las ambulancias, los periodistas y los equipos de rescate intentan salvar a los heridos, se produce un segundo impacto.

"Algunos miembros del personal de Médicos Sin Fronteras se vieron obligados a refugiarse en el laboratorio mientras Israel atacaba repetidamente el edificio en medio de las labores de rescate. Estamos indignados porque las fuerzas israelíes siguen atacando a trabajadores sanitarios y periodistas con total impunidad", denuncia Jerome Grimaud, coordinador de emergencias de MSF en Gaza. "Durante los últimos 22 meses, hemos visto cómo las fuerzas israelíes han arrasado centros de salud, silenciado a periodistas y sepultado a trabajadores sanitarios bajo los escombros. Mientras Israel sigue ignorando el derecho internacional, los únicos testigos de su campaña genocida están siendo atacados deliberadamente. Esto debe acabar ya".

A última hora de ayer lunes, tras horas de silencio, la oficina del primer ministro israelí aseguró "lamentar profundamente el trágico accidente ocurrido hoy en el Hospital Nasser de Gaza". "Israel valora el trabajo de los periodistas, el personal médico y todos los civiles", deslizó antes de anunciar la apertura de una investigación por el ejército.

Una investigación conjunta de +972 Magazine y Local Call, basada en cinco fuentes militares israelíes, testimonios de testigos palestinos y material audiovisual, reveló el mes pasado que esta táctica se ha convertido en “procedimiento estándar dentro del ejército israelí”. En bases militares del sur de Israel, conocidas como “células de ataque”, se planifica con precisión cada operación. Allí, dicen las fuentes, el “doble golpe” no es improvisación, sino “doctrina militar”.

“Si hay un ataque contra un alto mando, se realiza otro después para garantizar que nadie lo rescate. Los primeros en responder, los equipos de rescate… los matan. Vuelven a atacar, encima de ellos”, detalla un oficial que participó en estas células. El informe detalla que, en numerosas ocasiones, las Fuerzas de Defensa de Israel “no saben quiénes son las víctimas” de esos segundos ataques. Los drones disparan contra cualquiera que se acerque: pueden ser equipos de rescate de Hamás, pero también paramédicos de la Media Luna Roja, personal de defensa civil o familiares que buscan supervivientes. Según otra de las fuentes, el ejército prioriza “asegurar la muerte del objetivo” por encima de cualquier otra consideración.

La práctica se emplea especialmente en “ataques imprecisos”, cuando la inteligencia no confirma la presencia del objetivo. Impedir el rescate aumenta la probabilidad de que las víctimas mueran bajo los escombros, ya sea por las heridas, por gases tóxicos liberados en los túneles subterráneos o por hambre y sed. Un oficial que participó en un bombardeo contra un complejo de túneles lo reconoció: “Los gases matan lento. Si nadie entra a sacarles, mueren todos. Así se decide”.

Si hay un ataque contra un alto mando, se realiza otro después para garantizar que nadie lo rescate

Un patrón repetido una y otra vez

El patrón se repite una y otra vez. En julio de 2024, la Fuerza Aérea israelí bombardeó el campo de desplazados de Al Mawasi para eliminar a Mohammed Deif, comandante militar de Hamás. Cinco bombas arrasaron la zona y mataron a noventa personas, dejando más de trescientos heridos. Fuentes militares admitieron después que los ataques adicionales buscaban crear un “cinturón de fuego” alrededor del objetivo y bloquear cualquier intento de rescate.

En mayo de 2025, un misil impactó contra una escuela de niñas en Jabalia. Las aulas ardían y los vecinos intentaban sacar a los menores atrapados entre llamas. Entonces, uno de los rescatistas recibió una llamada directa del ejército israelí: “Salgan de la escuela, vamos a bombardear de nuevo”. Cumplieron la amenaza. En abril de 2025, la escuela Dar Al Arqam fue bombardeada, sepultando a decenas de personas. Entre las víctimas había niños, mujeres embarazadas y familias enteras. Los equipos de rescate recibieron una orden: evacuar, porque el lugar iba a ser atacado otra vez. En marzo de 2025, ocho miembros de la Media Luna Roja Palestina fueron abatidos mientras trasladaban cuerpos al Hospital Nasser. El misil cayó diez minutos después de su llegada.

La Organización Mundial de la Salud ha documentado 180 ataques contra ambulancias desde el inicio de la ofensiva israelí. Al menos 99 rescatistas han sido asesinados. Los trabajadores de defensa civil lo saben: entrar en zona bombardeada es jugarse la vida. Mohammed Al-Mourir, responsable de suministros de la Defensa Civil Palestina, lo resume así en la citada investigación: “Nuestro trabajo es humanitario, pero desde el primer día sabemos que podemos morir en cualquier momento y en cualquier lugar”.

Los documentos internos identifican escuelas, hospitales y refugios como blancos de los dobles ataques

Los hallazgos de +972 revelan además que Israel ha empezado a equipar drones comerciales con lanzagranadas improvisados para disparar sobre grupos pequeños de rescatistas. Son aeronaves de bajo coste, casi invisibles, que vuelan bajo y atacan sin previo aviso. Su objetivo es claro: “despoblar” zonas enteras mediante el terror. Los documentos internos identifican escuelas, hospitales y refugios como “centros de gravedad”, blancos estratégicos que supuestamente esconden milicianos de Hamás. En la práctica, en decenas de casos no había evidencia alguna de presencia militar.

Imagen del hospìtal Al Nasser tras el ataque.

Crímenes de guerra

El bautizado como “doble golpe” vulnera las normas más básicas del Derecho Internacional Humanitario. El Artículo 12 del Protocolo I adicional de los Convenios de Ginebra establece que “los hospitales, las ambulancias y el personal médico deben ser respetados y protegidos en todo momento”. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional considera crimen de guerra cualquier ataque contra civiles o infraestructuras protegidas salvo que haya uso militar activo demostrado, advertencia previa y mínimos daños colaterales. Ninguna de estas condiciones se cumple en Gaza. “Ambos ataques contra el hospital Nasser parecen ilegales. Según el derecho internacional, un ataque contra un hospital es ilegal a menos que se esté utilizando en ese momento para cometer actos perjudiciales para el enemigo; se haya dado un aviso para que cesen dichos actos y estos continúen; y se hayan tomado todas las precauciones posibles para minimizar los daños a la población civil y evitar causar daños excesivos o desproporcionados en relación con la ventaja militar concreta y directa prevista”, subraya el jurista Adil Haque, profesor de la estadounidense Rutgers Law School.

"Parece que en este caso no se cumplió ninguna de estas condiciones. Las FDI no han identificado públicamente ningún uso indebido de ninguna parte del hospital. Parece que no se dio ninguna advertencia antes de ninguno de los dos ataques. Los daños a la población civil eran previsibles desde el primer ataque, y antes del segundo ataque se veía claramente a varios trabajadores de emergencia. Es inverosímil que hubiera un objetivo militar de importancia excepcional y que, horas después, las FDI sigan sin poder decir cuál era. Dado el intervalo de tiempo de entre 10 y 15 minutos entre los dos ataques y la clara presencia de varios trabajadores de emergencia, la explicación más plausible es que se atacó intencionadamente a los trabajadores de emergencia", arguye.

Incluso el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos calificó en 2007 los “doble golpe” como “táctica terrorista” cuando eran empleados por Hamás. Hoy, Israel los ejecuta de forma sistemática y pública. Los testimonios de Gaza completan el retrato de horror. “Lo vimos arder vivo. Un misil alcanzó la ambulancia detrás de mí. Mis amigos estaban dentro. Quedaron envueltos en llamas. Los vimos morir y no pudimos hacer nada”, relató a la citada publicación israelí Mohammed Al-Mourir. Um Ahmad, madre de una de las víctimas, recuerda entre lágrimas: “Mi hija estaba viva. Gritaba bajo los escombros, pero las ambulancias no podían entrar. Cada vez que lo intentaban, disparaban. La dejamos morir”.

El doble golpe no solo mata. Silencia. Persigue borrar a los testigos y paralizar a quienes podrían ayudar. Es un mensaje implícito: quien acude, muere. Ayer lunes cinco periodistas perdieron la vida. Con ellos se apagaron voces, cámaras y relatos. En Gaza, la muerte es visible y, al mismo tiempo, invisible: se transmite en directo, pero no logra detenerse.

“El ataque al Hospital Nasser constituye un doble ataque: una táctica en la que un segundo ataque se dirige contra los rescatistas tras el primer impacto. Estos ataques contra periodistas, la defensa civil y las instituciones sanitarias protegidas, llevados a cabo con la intención de destruir, constituyen claros actos de genocidio”, denuncian desde el centro Al Haq. “Los ataques sin fin de Israel contra civiles protegidos y sus propiedades son los últimos de una creciente ola de actos genocidas cada vez más graves. Exigimos un alto el fuego total, la rendición de cuentas penales, la retirada permanente de las fuerzas israelíes presentes ilegalmente y el desmantelamiento del apartheid”, concluye.

Imagen de archivo de miembros de la defensa civil de Gaza socorriendo a víctimas de un ataque israelí. | EP

Breve cronología de ataques de doble golpe en Gaza

31 de octubre de 2023

En el llamado Edificio del Ingeniero, un bloque residencial donde se refugiaban unas 350 personas, se lanzaron cuatro bombas con apenas segundos de diferencia. El edificio quedó completamente destruido y, entre los escombros, murieron al menos 150 civiles, muchos de ellos desplazados que creían estar a salvo.

13 de febrero de 2024

Durante la «masacre del Super Bowl» en Rafah, una serie de bombardeos aéreos mataron a más de 83 personas, incluidos al menos 29 niños. Familias completaban los rituales de rescatistas y, según fuentes, se trató de un fuego de cobertura —una operación con distracciones para encubrir algo— mientras dos rehenes eran liberados.

10 de agosto de 2024

En el norte de la ciudad de Gaza se produjeron dos bombardeos separados: uno en el campamento de Al-Shati, otro en Al Tuffah. Se reportaron 24 víctimas en el primero y 18 en el segundo. Testimonios describen la secuencia como si fuera un pequeño terremoto: primero el impacto principal, luego otro cuando la gente intentaba socorrer a los heridos.

13 de julio de 2024

El bombardeo de Al Mawasi, cerca de Khan Younis, mató a más de 90 personas e hirió a unas 300. Se lanzaron ocho bombas de 2 000 libras cada una. Poco después, drones abrieron fuego contra ambulancias y equipos de rescate que habían acudido al lugar. Dos miembros de la Defensa Civil fallecieron al intentar socorrer los heridos.

Abril–Mayo de 2025

Se repitió el patrón en instalaciones clave como escuelas (Dar Al Arqam, escuela de niñas en Yabalia) o hospitales. Los primeros bombardeos arrasaban los edificios; minutos después, nuevas explosiones apuntaban a quienes intentaban rescatar víctimas o cubrir lo ocurrido. En estos ataques murieron numerosos civiles, incluyendo niños, embarazadas y rescatistas (se mencionan más de 30 víctimas en el caso de Dar Al Arqam).

25 de agosto de 2025

El ataque al Hospital Nasser en Jan Yunis ejemplifica la táctica contemporánea del doble golpe. El primer misil impacta la cuarta planta. Minutos después, cuando rescatistas, personal médico y periodistas llegan —muchos visibles con chalecos identificativos—, llega el segundo misil. Al menos 20 personas murieron —entre ellas cinco periodistas— y varios resultaron heridos.