Sánchez parece que ha decidido que sólo le quedan las guerras del mundo, que es como reconocer que la guerra nacional la da por perdida. Y no sólo las guerras del presente, de las que, según hemos glosado aquí, se alimenta su esqueleto pelado como de sangre de doncella. No, también las guerras del pasado, que se amontonan a sus pies en los discursos como una pila de máscaras antigás, entre el exvoto macabro y el coleccionismo morboso. Ahora, Sánchez ha sacado a Aznar, la Guerra de Irak y hasta el 11-M, que la verdad es que resultan actualísimos comparados con el franquismo fenicio y la Guerra Civil o quizá napoleónica que aún sufrimos por las Cortes, las tertulias, los viaductos y las glorietas. Lo que me extraña es que alguien como Sánchez, que está salvando o despertando al mundo, pierda tiempo y colágeno con el PP. O sea, que estando entre la marinería gondolera de Greta Thunberg y lanzarle la bomba atómica que no tenemos a Israel, de repente todo su interés sea el colilleo histórico de Aznar, la pureza semántica del neblinoso Feijóo o la opinión sobre la vuelta ciclista de Ayuso.
Yo creo que todo esto es lo que ve el odio de la derechona, porque en realidad lo de Sánchez es, simplemente, admirable. Recuerden que cuando la policía y los periódicos empezaron a sacarle trapos sucios nuestro presidente sólo se preocupó por la democracia. Es cierto que se desmayó sobre los canapés o sobre las comoditas como una pálida pastorcita de égloga o de loza, y se llevó cinco días entre la fiebre y la poesía como un artista tísico, pero cuando volvió en sí ya sólo le preocupaba la calidad democrática, la independencia de la Justicia y la libertad de información, que era justo lo que más le perjudicaba. No sólo es admirable, sino santo. Igual, ahora, cuando toda su corte está imputada, cuando su mujer ha visto ya más tribunales penales que tribunales académicos, cuando sus escuderos del Peugeot sienten el frío como la soga, cuando la fontanera ha desvelado los planos de palacio y entre Cerdán, Zapatero y Venezuela se atisba el mapa del tesoro; ahora, en fin, cuando se hunde en las encuestas y en su carne, Sánchez sólo se preocupa por la paz en el mundo. Y esto, ya, más que admirable es milagroso.
Sánchez no sólo se merece el Nobel de la Paz (así lo cree el ministro Ángel Víctor Torres), sino una hornacina en la ONU o un altar megalítico en Cuelgamuros (la resignificación del Valle de los Caídos podía ser ésta, la de un templo dionisiaco, apolíneo o discotequero en honor a Sánchez). Está claro que alguien con los problemas y los hemogramas de Sánchez tendría que estar a otra cosa, a sobrevivir, a acumular armas y ferritina, a darles caña los pseudomedios trumpistas, a los jueces quitínicos, a la oposición ultra, latosa y latera de la España ultra, latosa y latera. Pero no, él sólo quiere la paz en el mundo, que la libertad, la verdad y la justicia lleguen desde el río hasta el mar y desde Eurovisión hasta la COPE. Pero incluso los santos de arpillera y los mesías de la paz revolean alguna vez la escudilla y sacan el flagelo. O sea, que hasta el Sánchez que flota en mandorla hacia la Academia Sueca o hacia la ONU tiene un momento de debilidad y vuelve a la derechona o derechaza con sus guerras de zapatones y de ala ancha, sus contables de bigotillo y sus mentiras santurronas, él que sólo ha manejado guerras de rosas, contables con hambre y mentiras piadosas.
Sánchez no sólo se merece el Nobel de la Paz (así lo cree el ministro Ángel Víctor Torres), sino una hornacina en la ONU o un altar megalítico en Cuelgamuros"
Hasta Sánchez, que va en carreta, en borriquillo o en custodia toledana hacia la gloria moral y enciclopédica, se deja llevar por la polarización y el odio que siembra la derecha, esa derecha que de repente te obliga a elegir entre estar con ella o con Hamás, cuando está claro que la elección ineludible es estar con Sánchez o con Netanyahu. Hay que entender a Sánchez, que incluso yendo en autopista hacia el Cielo (a Sánchez sólo le falta el pantalón con peto de Michael Landon) es difícil no volver a Aznar, que se aparece de vez en cuando como el fantasma de un emparedado, o a Feijóo, que no se aclara con nada, menos ante los maniqueísmos desdibujados, o a Ayuso, que sigue estando entre bruja de casita del reloj y azafata de la tele del blanco y negro. Pero todo esto sólo distrae a Sánchez un momento, que enseguida zarpa otra vez hacia Gaza, o hacia la cena de gala benéfica, o hacia los nuevos ángeles de piedra de Cuelgamuros, quizá con caras de Ábalos y Cerdán. En realidad, el afán de Sánchez por la justicia y la verdad en el mundo es la generalización evidente de su afán por la justicia y la verdad en España. Seguro que pronto se enfocará en los abusos de Maduro, o de Mohamed VI, o de los ayatolás con bomba de mecha bajo el turbante.
Sánchez está en todas las guerras o en todos los problemas del mundo, pero además siempre muy modesta y domésticamente, como un cabañuelista en su jardín. Tan modesta y domésticamente que Sánchez podría ser ese Nobel de mecedorita, que queda tan bien con su genio desinteresado y su manta por las rodillas. O podría ser ese santo con jergón, que cría sus propias pulgas como si criara a perros de trineo para el cielo. Podría ser, que todo depende de si le hacen ustedes caso al sentido común o a la propaganda, a la lógica o al milagro. O sea, si Sánchez, estando todo lo suyo en peligro, va para el Nobel o la santidad, o es que Sánchez, chatarrero de todas las guerras, baratero de todas las miserias, trapero de todos los cadáveres, no puede evitar que se le vea el sucio negocio por debajo de las banderas y las lápidas. Sí, algo así como se le veía el reloj de oro al estraperlista sin escrúpulos, por debajo de los veladores cementeriales de Cela, que son los de la eterna España cementerial.
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2 Comentarios
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hace 15 minutos
La aparición de esa “momia viviente” de Aznar que aún no me atrevo a definir entre estúpido soberbio o soberbio estúpido.
Bajo cuya égira el PP expandió su corrupción interna ( y externa) y que nos metió en una guerra por bigotes, es oxígeno puro para Sánchez.
A Feijoó el fuego amigo de Faes y de Isabelita “ photocall” for president” le hacen la cama.
Claro que al Mariano “bis” le gusta.
hace 59 minutos
Os acordáis con Franco? Sánchez segunda parte