De los desiertos de Albuquerque a los de Tenerife. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil localizó hace dos años en un rincón perdido de la isla un laboratorio de cocaína digno de Breaking Bad. Lo que en un primer momento parecía un hallazgo aislado se convirtió en el origen de una de las investigaciones más grandes contra el narcotráfico en las Islas Canarias.
"Había indicios claros de que ahí procesaban cocaína. A raíz de controlar el laboratorio, los movimientos de la organización criminal nos hicieron ver que aquello iba mucho más allá", explican fuentes policiales a El Independiente. El hallazgo se produjo en un lugar muy apartado, en un pequeño pueblo de la isla. "El laboratorio literalmente era una cueva. Vimos cómo se realizaban los procesos químicos, estaba muy profesionalizado".
Aquel punto sirvió de arranque de la Operación Silbo, que tras dos años de seguimientos, escuchas e intervenciones culminó con la desarticulación de toda la red criminal. La infraestructura, indican los policías, estaba diseñada para no dejar rastro. El acceso al laboratorio era imposible sin ayuda desde dentro.
"No se podía llegar ni en coche. Había que aparcar bastante lejos, luego salían los custodios, que iban a recoger a los miembros a un lugar apartado, y llevarlos al laboratorio. Sin una investigación era imposible saber que ahí había un laboratorio, que era bastante sofisticado. Estaba soterrado, en una cueva".
El grupo contaba con miembros especializados en seguridad y violencia. "Uno de los miembros era cubano y tenía formación militar. Estaba perfectamente instruido y era el principal activo, junto a otro de origen colombiano, para llevar a cabo secuestros, extorsiones y recuperación de activos". Las fuentes consultadas explican que llegaron a torturar y secuestrar personas y a apoderarse de terrenos en concepto de pago por deudas con el tráfico de drogas.
La profesionalización alcanzaba todos los frentes: "Todos los investigados, desde el primero al último, tenían medidas sofisticadas de contravigilancia. Instalaban cámaras en sus coches, en sus domicilios, contaban con inhibidores… Sabían perfectamente lo que hacían, y tomaban todas las precauciones necesarias al nivel más sofisticado posible para evitar seguimientos policiales".
La organización utilizaba la conocida como "ruta africana" de la cocaína para trasladar la droga. "Transportaban las sustancias desde Sudamérica, las almacenaban en África y después aprovechaban el paso de barcos nodrizas por la zona [de Canarias], considerada la puerta de entrada a Europa", explican las fuentes.
En la operación, en la que además de la UCO participó la Agencia Tributaria, la DEA estadounidense, la Policía Judicial de Cabo Verde y Europol, se detuvo a 34 personas, se practicaron cerca de 40 registros en Canarias y otras provincias como Madrid, Barcelona, Pontevedra, A Coruña y Málaga, y se incautaron 2.185 kilos de cocaína, armas de fuego modificadas, más de 600.000 euros en efectivo, 16 vehículos y cinco embarcaciones. También se bloquearon bienes por valor de más de dos millones de euros.
"En la experiencia que tenemos en Canarias es algo exclusivo, no es habitual", concluyen las fuentes. La magnitud de la operación y la sofisticación del laboratorio soterrado marcan un precedente en la lucha contra el narcotráfico en las islas, con un guion que recuerda más a una serie con Walter White y Gustavo Fring de protagonistas que a la realidad.
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