Este miércoles al anochecer comienza el Yom Kipur, la jornada más solemne y sagrada del calendario judío. También conocida como el sabbat de los sabbats, es un día consagrado a la introspección, el perdón y la expiación, que concluye con el sonido del shofar –un cuerno de carnero– y el fin de un ayuno que dura 25 horas.
El Yom Kipur está considerado un mandamiento bíblico. Según Samuel Garzón, rabino principal de la comunidad judía de Barcelona, se trata de "un día de perdón y de expiación por aquellas desobediencias cometidas a lo largo del año con el creador, y a su vez un día de paz y de reencuentro entre las personas, ya que todos se perdonan mutuamente las ofensas causadas".
El origen del Yom Kipur
El Yom Kipur tiene su raíz en la Torá, concretamente en el Libro del Levítico (capítulo 16), donde se establece como "día de las expiaciones" para el pueblo de Israel. Su origen se vincula al perdón concedido tras el episodio del Becerro de Oro –cuando, durante la ausencia de Moisés en el Sinaí, el pueblo de Israel fabricó una estatua de oro para adorarla, cayendo en idolatría y rompiendo la alianza con Dios–. Después de permanecer cuarenta días en el monte Sinaí, Moisés descendió con el segundo juego de tablas de la Ley, signo de reconciliación entre Dios y su pueblo.
En tiempos del Templo de Jerusalén, la jornada se marcaba con sacrificios expiatorios y con el rito de los dos machos cabríos: uno era ofrecido en sacrificio y el otro, el llamado chivo expiatorio, se enviaba al desierto cargado simbólicamente con los pecados de la comunidad. Tras la destrucción del Segundo Templo en el año 70 d. C., esos sacrificios fueron sustituidos por el ayuno, la oración y la liturgia en la sinagoga, que son hoy el núcleo de la celebración.
El Yom Kipur marca la culminación de los altos días sagrados, iniciados diez jornadas antes con el Rosh Hashaná, el año nuevo judío –estos diez días evocan precisamente los últimos del periodo de 40 en que Moisés permaneció en el monte Sinaí–. A diferencia de otras festividades judías, el Yom Kipur se celebra principalmente en la sinagoga, donde se recitan cinco plegarias a lo largo de la jornada. El ayuno es obligatorio –excepto para niños, enfermos o mujeres embarazadas– y no se permite realizar trabajos.
"Es un día litúrgico, más que familiar. Hacemos hincapié en el perdón y en intentar enmendar, tener un nuevo año mejorando a nivel personal, ser mejor persona y estar mejor con Dios y con el prójimo", explica Marcos Cohen, miembro de la comunidad judía de Málaga.
Una práctica en aumento en España
En España, la Federación de Comunidades Judías (FCJE) estima que unas 70.000 personas forman parte de esta minoría religiosa, frente a las 40.000 de hace una década. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, 5.531 tienen nacionalidad israelí. Cataluña, la Comunidad de Madrid y Andalucía concentran la mayor parte de la población judía.
Existen más de treinta sinagogas en el país, además de cementerios judíos en una decena de ciudades, entre ellas Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Melilla, Ceuta, Palma, Valencia, Benidorm y La Línea de la Concepción. La FCJE mantiene también instituciones educativas, con colegios en Madrid, Barcelona y Melilla.
La concentración de fieles durante el Yom Kipur es muy superior a la habitual. "En un día normal puede haber 20 o 30 personas en el templo, pero en el Yom Kipur pasan entre 200 y 300", señala David Obadía, presidente de la FCJE. Ante posibles riesgos de seguridad, confirma que la comunidad mantiene contacto permanente con el Ministerio del Interior y con las fuerzas de seguridad: "Velan por nosotros".
Entre la memoria y la actualidad
El Yom Kipur está asociado en la memoria histórica a la guerra que comenzó el 6 de octubre de 1973, cuando Egipto y Siria atacaron Israel en plena festividad. Medio siglo después, la jornada llega marcada por el eco del conflicto en Gaza , desencadenada las los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, precisamente en el 50 aniversario de aquella guerra, y por la preocupación ante un repunte de actitudes antisemitas.
"Esta festividad la vivimos con un poco de preocupación por el auge del antisemitismo y el antijudaísmo que estamos viviendo día a día", afirma Obadía. Marcos Cohen coincide en señalar un clima de tensión: "Hemos notado un gran aumento en actos antisemitas, comentarios..., tanto de forma activa como pasiva. Se está estigmatizando la guerra, presentándola como muy simple: estos son los buenos y estos los malos. Eso es un peligro".
Esa percepción provoca reacciones distintas dentro de la comunidad. Algunos optan por reforzar su vínculo religioso; otros prefieren ocultar sus raíces "para no llamar la atención", según Cohen, que lamenta que haya quienes oculten su origen judío "para no tener problemas con el vecino, el trabajo o el compañero de facultad".
Una llamada a la resiliencia
Frente a estas circunstancias, el rabino Garzón anima a afrontar el Yom Kipur con un espíritu de esperanza: "Cuando el árbol vive un otoño o un invierno, se siente desprotegido, pero por dentro está la savia que unta todo el tronco y lo mantiene fresco, a pesar de la realidad cruda que se vive en el exterior. No por esto nosotros nos hemos de dejar resquebrajar, sino todo lo contrario".
El día de la expiación se vive, así, como un compromiso con el tikún olam, la tradición judía que llama a "arreglar o dejar el mundo en mejor condición para las futuras generaciones". Una aspiración de renovación espiritual que a muchos, incluso entre los propios judíos, resulta paradójica en las actuales circunstancias, pero que, pese a las adversidades, mantiene su centralidad en la vida de las comunidades judías en España y en el mundo.
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