Parecía un asunto olvidado, pero todavía coleaba en una institución, como es la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Es decir, en el regulador audiovisual. Hace unos días, este organismo decidió archivar las tres denuncias que recibió el pasado enero en las que se señalaba que durante la pasada emisión de las campanadas de fin de año, en La 1, pudo fomentarse “el odio de forma manifiesta” hacia los católicos.
Los reclamantes se referían a la broma que gastó la cómica Lalachus al enseñar en la cámara, minutos antes de las campanadas, una imagen de la vaquilla del programa Grand Prix con una alegoría, satírica, del Sagrado Corazón de Jesús.
Ella no realizó ningún comentario hiriente al respecto de los católicos, sino que se limitó a asegurar que siempre llevaba esa imagen encima porque, a su juicio, es "la mejor del mundo".
Pese a todo, esa situación generó una fuerte polémica que derivó en una denuncia de Hazte Oír que la justicia archivó a las pocas semanas, al considerar que Lalachus simplemente había hecho uso de su derecho a la libertad durante el programa; y que no se había producido "escarnio", vejación ni "insulto" contra los sentimientos religiosos.
"Incitación al odio a los cristianos"
La CNMC también recibió algunas denuncias en las que se consideraba el gesto de la presentadora como "una burla y un desprecio hacia la religión católica", así como "una falta de respeto y una incitación al odio hacia los cristianos".
A su juicio, esta acción podría haber vulnerado el artículo 4.2 de la Ley General de Comunicación Audiovisual, que afirma lo siguiente: "La comunicación audiovisual no incitará a la violencia, al odio o a la discriminación contra un grupo o miembros de un grupo por razón de edad, sexo, discapacidad, orientación sexual, identidad de género, expresión de género, raza, color, origen étnico o social, características sexuales o genéticas, lengua, religión o creencias, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, nacionalidad, patrimonio o nacimiento".
En las alegaciones que presentó ante el regulador, RTVE reconoció que la imagen era "controvertida" -posteriormente ella fichó por Grand Prix-, pero que su exhibición se había producido "en un contexto de humor, habitual en sus intervenciones, con el objetivo de divertir y entretener al público".
"Malestar e incomodidad"
La CNMC reconoce que la exhibición de esa imagen "puede provocar malestar e incomodidad a espectadores con firmes creencias religiosas, pudiendo incluso llegar a ofenderles este tipo de imágenes".
Sin embargo, teniendo en cuenta, por un lado, la trayectoria profesional de la presentadora, caracterizada por utilizar "el humor, el sarcasmo o la sátira en sus intervenciones", y, por otro, el tono y la actitud con la que realiza la explicación de lo que significa para ella la estampa mostrada y "el motivo de llevar ese amuleto y no otro", no cabe apreciar en ningún caso "un ánimo, una incitación o una posición manifiesta, clara y evidente de menosprecio, odio, vejación o desprecio" hacia las personas por razón de su religión.
Por esa razón, decidió recientemente archivar las denuncias, según se desprende de una resolución a la que ha tenido El Independiente.
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