Cada vez que se tira por el váter un residuo sólido -ya sea toallita, colilla o incluso aceite-, se corre el riesgo de colapsar una depuradora o contaminar un entorno natural. Las estaciones de depuración de aguas residuales reciben a diario toneladas de materiales que no deberían entrar en el sistema de saneamiento y, como consecuencia, lo dañan. Toallitas, compresas, bastoncillos, bolas de pelo, colillas, chicles o restos de alimentos se cuelan por los desagües y acaban acumulándose en rejas, bombas y conducciones. Dichos residuos, que provienen tanto de los hogares como de las calles, generan atascos y averías. Además, aumenta considerablemente los costes de mantenimiento y energía, poniendo en riesgo también la eficiencia del proceso de depuración.

Solo las depuradoras gestionadas por Canal de Isabel II han retirado desde el año 2018 una media de 32.000 toneladas anuales de residuos sólidos. La cifra más alta se alcanzó en 2023, cuando se retiraron aproximadamente 36.000 toneladas.

Residuos sólidos indeseados atascados en la red de saneamiento | Canal de Isabel II

La causa del problema no es tanto el residuo como el origen: en las casas se hace un mal uso del inodoro, convertido en papelera por tantas personas. Se vierten materiales que son resistentes y no se deshacen con facilidad, provocando atascos y malos olores. Se le suman también los residuos que llegan de las aceras y calzadas, que se cuelan por las rejillas de alcantarillado, llegando de la misma manera a la red de saneamiento. Todo esto supone un desafío para que las instalaciones funcionen correctamente.

Las toallitas, principal problema

Las toallitas húmedas se han convertido en el residuo más problemático para las estaciones de depuración. Canal de Isabel II -empresa pública encargada del ciclo integral del agua en la Comunidad de Madrid-, recibe al año más de 30.000 toneladas de residuos sólidos indeseados. Esto provoca un grave problema en la red de saneamiento, y las toallitas predominan a la hora de la retirada de dichos residuos.

Aunque muchas de ellas se anuncian como “biodegradables”, en realidad tardan meses en descomponerse y resisten la disolución en agua. Su textura las convierte en una trampa para retener grasa y otros residuos, formando grandes masas compactas que bloquean las conducciones. Por ello, y con la intención de concienciar un año más sobre la importancia de este hecho, Canal lanza campañas como "Encesta las toallitas en la papelera". Pretende recordar, de esta manera, que lo único que debe tirarse por el váter es el papel higiénico.

Retirada de residuos en EDAR | Cortesía de Canal de Isabel II

Impacto no solo ambiental, sino también económico

El coste de gestionar esta situación es elevado. Según estimaciones de la Asociación Española del Agua Urbana (DAQUAS), la presencia de toallitas y otros residuos incrementa los costes entre un 10 y 15%. Esto se traduce en 230 millones de euros anuales en toda España. En el caso concreto de la Comunidad de Madrid, se estima que cada ciudadano vierte al año más de cuatro kilos de basura por el váter.

En Canal de Isabel II los costes se elevan a más de 5 millones de euros, invertidos en que los residuos sólidos no comprometan el funcionamiento de las depuradoras mediante limpieza, reparación y retirada. Por tanto, este problema supone una factura millonaria, acumulando así consecuencias económicas, técnicas y ambientales. Los desechos contribuyen a la contaminación por microplásticos, por lo que el riesgo de contaminación para los ríos o cauces es innegable. Afecta también, en consecuencia, a la fauna acuática. Los residuos que no se logran filtrar pueden llegar a los ríos, degradando la calidad del agua y dañando los ecosistemas.

Toallitas y residuos retirados | Cortesía de Canal de Isabel II

Un gran sistema que, sin embargo, no puede competir contra esto

La red de saneamiento de la Comunidad de Madrid se extiende a lo largo de 16.000 kilómetros, incluyendo más de mil aliviaderos. En episodios de fuertes lluvias y tormentas, el caudal que circula por la red de saneamiento puede sobrepasar su capacidad máxima, y el agua -junto con los residuos- puede derivar a los cauces. Para reducir este impacto, Canal ha instalado tanques de tormentas y sistemas de retención en unos 300 aliviaderos, donde rejas y mallas capturan los residuos.

El año pasado esta medida evitó la llegada a los ríos de aproximadamente 2.000 toneladas de basura. Sin embargo, tal y como apunta la empresa, se trata solo una medida paliativa: a pesar de ser una de las redes más extensas y avanzadas de Europa, las redes en aliviaderos no pueden ser la solución para un problema que no debería suceder en origen: si desde cada casa se evita tirar estos residuos, el problema ambiental desaparece.

Si no hay lluvias fuertes y, por tanto, los aliviaderos no entran en juego, toneladas de residuos sólidos llegan a las más de 150 depuradoras de la Comunidad de Madrid. Allí, primero se retiran estos sólidos con una gran cuchara mecánica manejada por operarios, y posteriormente, el agua residual, cargada de residuos, pasa por rejas de diámetros cada vez más pequeños que consiguen retenerlas. Sin embargo, algunas toallitas y trapos dan problemas en esta maquinaria, causando atascos e inutilizando bombas, con el coste económico y el riesgo humano y ambiental que eso supone.

Por tanto, es importante tener cuidado con lo que se tira al suelo o al inodoro. En este último destacan que solo deben desecharse aguas residuales, orina, heces y papel higiénico. No más que eso. Cualquier otro residuo debe ir al cubo de basura. Este gesto tan simple puede llevar a una gran y fácil solución. Evitaría averías, reduciría costes y protegería no solo las depuradoras, sino también los ríos y entornos naturales.