Vendrán suaves lluvias es el nuevo álbum de Silvana Estrada. Es su tercer disco de estudio, grabado entre Canadá y México, y desde hoy ya puede escucharse íntegramente. Son diez canciones. Canta ella sobre el ghosting en Good Luck, Good Night (Buenas noches, y buena suerte), o los feminicidios, en Si me matan. La cantante y compositora mexicana está en un momento muy dulce profesionalmente, pues se ha dejado ver y escuchar en la radio pública estadounidense –NPR– como protagonista del espacio Tiny Desk tras Gloria Stefan o Ed Sheeran. Son palabras mayores. Muy pocos artistas españoles han sido invitados. La última fue María José Llergo.
Hace una semana, Silvana Estrada dio un concierto en Madrid con motivo del Día de la Hispanidad. No era su primera vez en la capital. Allá por 2019, todavía sin disco bajo el brazo, se presentó en la vieja Joy Eslava. 180.000 personas asistieron el pasado septiembre a su concierto en Ciudad de México junto a Residente.
P.- ¿Cómo llega una mexicana aquí con su cuatro venezolano?
R.- Internet. Saqué un par de sencillos en Spotify y la gente conectó un montón. En 2018 ya nos escribían con que querían traerme a España. Fue muy loco porque consiguieron un patrocinio y me trajeron a hacer una gira en casas. O sea, yo en mi primera gira en España toqué en salas de casas de gente. Mucha gente se quedó sin boleto porque eran salas chiquitas. Y entonces hicimos la Joy Eslava para probar. España es un territorio en el que he trabajado muchísimo. Los últimos 5 años he venido cada verano, a aventarme unas giras Toco en Madrid, pero también en Viniegra de Abajo [La Rioja]. Se siente que mi carrera despegó aquí porque en la pandemia México estaba cerrado y España me abrió las puertas. Ese pre-Marchita se hizo aquí.
P.- Arrancas tu carrera y viene la pandemia. Se puso de moda tocar tocar en sitios chiquititos por el covid.
R.- Empecé a hacer giras en México, luego grabé Marchita y marché, pero no lo saqué porque de repente hubo una pandemia. Ese año fue rarísimo. Hice una gira larguísima por España, por el resto de Europa… Y ese año toqué en el Palacio Real de Madrid. E inauguré la gira de Marchita en Estados Unidos; estuve 2 meses de gira. El covid retrasó el álbum y acabé tocando muchísimo sin disco. Es una experiencia supercuriosa porque la gente se sabía las canciones; después entendí que la gente grababa las canciones y las subía a YouTube. Yo, en una ciudad nueva, cantaba canciones nuevas del disco que no había salido y la gente me las cantaba de vuelta.
P.- Hacer de la necesidad virtud.
R.- Total. Esa soy yo.
P.- ¿Con qué logro, grande o pequeño, soñabas cantando tu música? Para algunos es llenar un estadio.
R.- Mira, yo soñaba muy poco. Soñaba con viajar y hacer shows, pero como soy de un pueblo muy pequeño, nunca tuve mucho acceso a shows. Nunca fui una fan girl [fantática] de nada porque me gustaba gente que ya estaba muerta. Nunca desarrollé esa cosa que sí veo en amigos, que sueñan con estadios y tienen un ídolo al que fueron a ver de niños y entonces se quedan con esa imagen. Yo soñaba con cosas muy abstractas: viajar y poder tocar mi música.
Yo de adolescente vi muchísimos Tiny Desk. En la pandemia justo hice Tiny Desk from home, que estuvo lindo porque lo grabé en casa de mis padres, en el estudio de mi mamá, y mi papá canta la última canción. Pero tenía la espinita de ir y ver realmente el desk y tocar en las oficinas de NPR. Definitivamente es uno de los sueños de mi adolescencia. Yo escuchaba a Mercedes Sosa, a Violeta Parra, Miles Davis… Joni Mitchell, que sí tocó en México. O Leonard Cohen, que, cuando era niña, todavía estaba vivo.
P.- Tus padres son músicos.
R.- Mi papá es contrabajista y mi mamá es clarinetista. Pero hace 30 años que se dedican a la laudería. Se hartaron de la vida de orquesta. De repente cambiaron de vida, se mudaron a Italia y estuvieron laudería, o sea, la construcción de instrumentos. Mi mamá hace violas y violas, y mi papá hace contrabajos y cellos. Su taller se llama Estrada Beverido. Estuvieron años en Italia y Europa y luego se volvieron a México y abrieron su taller.
Yo crecí con sus discos, su música, pero también rodeada de músicos. Son gente curiosa, superespecial. Hay muchos músicos clásicos que son muy curiosos. Para mí, un músico era un músico de la orquesta que agarra su violín, está ahí con su partitura, su ensayo, y ciao. Hay muchos chistes sobre los músicos clásicos, pero luego estudié jazz y es un cliché. Sí hay gente más traumata que otra. Por ejemplo, los guitarristas; es la gente que más habla de guitarras y de pedales.
P.- ¿Tú instrumento es el cuatro venezolano o tocas otros instrumentos?
R.- Toco el cuatro venezolano, la guitarra y el piano. Ninguno de esos instrumentos los toco superb. Me funcionan a mí para tocar música. Estudié trompeta varios años pero la dejé. Cuando uno deja la trompeta es muy difícil recuperarlo. Comparte una trompeta es uno de mis proyectos de vida.
P.- Vendrán suaves lluvias es un disco optimista.
R.- Este disco nace como una necesidad de narrarme. Está atravesado por muchas situaciones; varias, en realidad, bastante tristes y dolorosas, como desencuentros amorosos, muertes, enojos… Necesitaba agarrar mis heridas y cubrirlas de belleza, devolver la esperanza a estos dolores. Mira, me duele esto, pero la vida es hermosa. Quería hacer algo que encapsulara mi vida los últimos años, y no esconder nada. El dolor y la alegría coexisten. Las letras son muy tristes, pero la música está todo el rato pidiendo y haciendo luz.
Yo quería que la gente se sintiera bienvenida, que fueran músicas y canciones bien generosas en el sentido de que todo el mundo puede entrar, que no fuera nada críptico ni complejo. El álbum es complejo a nivel musical, quizás, pero no a nivel de las letras. A nivel de composición, invita todo el rato a pasar. Quería hacer algo muy íntimo; tan íntimo que necesitó rodearlo de belleza para convivir con la intimidad de quienes lo escucharan.
P.- Cantas que nadie ha vuelto de la muerte; debe de ser algo muy bonito.
R.- Esa canción [Un Rayo de Luz] la escribí a mi mejor amigo y su hermano, que fueron asesinados hace 3 años. Me cambió la vida. Soy otra persona. Después de que perdiera la vida, me dio un bloqueo creativo y me costó mucho escribir. Escribir así muy triste o deprimida… La gente siempre romantiza la tristeza, pero en verdad escribir cuando estás así, hecho nada, es muy difícil. Tenía un bloqueo muy fuerte y una amiga me invitó a hacer una residencia en casa de Chavela Vargas.
Ya ahí, en casa de Chavela, nos pusimos a ver entrevistas que le habían hecho en sus últimos años, y Chavela, cuando está muy, muy vieja, muy enferma, le preguntan si le da miedo la muerte y ella dice que no porque eso debe ser chulísimo. Si la gente se muere y no regresa es que allá está mejor, ¿no? Esa imagen me inspiró muchísimo. No sé qué magia.
Yo siento que Chavela me ayudó porque luego, al otro día, después de estar meses bloqueada, escribí esta canción en 10 minutos. La armonía, el arreglo… Piel chinita. Fue un momento fantasmagórico, como si Chavela me hubiera dicho: no te pongas triste; órale, a chambear [trabajar]. Esta canción tiene un significado muy especial y tiene una manera muy mexicana de entender la muerte, de poder reírse y celebrar la muerte.
P.- ¿Por qué tus padres te llamaron Silvana?
R.- No lo sé. Yo creo que a mi mamá le gustaba mucho ese nombre y luego vieron que significaba 'silvestre' o 'hija del bosque’'. Es un nombre muy antiguo y en verdad no es un nombre muy común en México. No conozco a otra Silvana. A mi papá primero no le gustaba y luego al final no había otra manera de llamarme. Sí crecí en el bosque. Soy una persona muy silvestre. No sé qué vino primero: si el nombre o mi personalidad.
P.- ¿Tienes hermanos o hermanas?
R.- Tengo un hermano. Burno. Es mayor. Es programador full stack. Somos superdiferentes.
R.- Tienes cinco canas.
P.- Tengo cinco canas. Van y vuelven. A veces no están. Yo vivo con un estrés alucinante y cuando logro calmarme, se me quitan las canas. Te lo juro. En cada gira me salen cinco canas. Termino y se van. Yo hago lo que más me gusta, pero para poder hacer y vivir de lo que más me gusta también hago cosas que no me gustan tanto: viajar, los aeropuertos, las pruebas de sonido, las entrevistas… Duermo poco. Dormir es un tema superfuerte con los artistas.
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