Escribe uno un poco desde el limbo, que todavía no sabemos si ha muerto Tejero, o ha muerto la legislatura, o siguen ambos en la urna de charol en la que han vivido o entrevivido. Tejero fue como el Giraldillo del 23-F, la gitana en el mueble bar del Congreso, un mandado que apareció con gloria de barbería y pistola como de mechero, sin saber muy bien qué hacer ni qué iba a pasar. El Giraldillo de esta legislatura, la gitana en el mueble bar del Congreso, el que estaba ahí con gloria de peluca y pistola como de secador, sin saber nunca muy bien qué hacer ni qué iba a pasar, es por supuesto Puigdemont. Ya no sabemos si lo suyo es política, folclore, golpe, locura, amarmolamiento, chantaje o cachondeo, como lo de Tejero. Pero parece que el día los hermana a los dos, en el postrer momento y en eso de ordenar sin mandar, amenazar sin concretar, apuntar sin disparar y dar un golpe de Estado como de abuela, frente al aparadorcito y marchándose luego en utilitario o tacataca. El día los hermana a los dos o a los tres, que también podríamos meter a Sánchez en capilla.
Del 23-F quedó Tejero, vestido de torero según algún periodista extranjero, o vestido de jotero franquista (Tejero se movía por la tribuna del Congreso como un jotero apretado). Ha quedado Tejero, decía, porque al final lo que queda es el suvenir, el quijote, el fígaro, el banderillero, el jotero fuera de contexto, el señor con bigotes del abuelo, pantalones del abuelo e ideas del abuelo, un poco confuso todo, la pinta, el outfit, las intenciones, el tocado, las ideas, como las ideas de España que tienen los extranjeros e incluso los mismos españoles. Quedó Tejero, que ahora parece que lo finaliza todo, con un portazo en la furgonetilla, y también el rey Juan Carlos, que el 23-F salió como vestido de primera comunión de rey, que quizá se trataba de eso. Lo demás no está muy claro, no estamos seguros de quién era el Elefante Blanco, ni de si Luis María Anson, con lo de la Operación Armada, vendía conspiración, autogolpe o autobombo. Recordamos a Tejero como seguimos recordando y mencionando a Puigdemont, porque es el muñeco que ha quedado de la cosa, como la Chochona de la época de las chochonas, sin estar muy seguros de qué época era exactamente ni qué pasaba entonces.
Me conformaría con que un día nos acordáramos de Puigdemont y de Sánchez como de Tejero, confundiéndolos con cantaores o toreros, olvidando que los habíamos olvidado porque sus golpes, tan acojonantes como ridículos, fracasaron
Del procés también lo hemos ido olvidando todo, que quizá es la intención para que vuelvan a colarnos otro en cuanto puedan. Parece que nos ha quedado sólo Puigdemont en una lucha personal, loca e icónica, como Tejero con su iconografía, lejos o aparte de las primeras y originales intenciones, motivaciones y luchas. Como olvidamos el 23-F, se frivoliza con el franquismo, el fascismo y hasta con la propia democracia, que ese día se salvó como heroicidad o como teatrillo, pero se salvó. Y como olvidamos el procés, ahora se frivoliza con el nacionalismo tribal y con el iliberalismo de excusas ideológicas o patrioteras. La verdad es que el sanchismo no hubiera sido posible sin el procés, que nos presentó como idea democrática la aberración de que el Estado de derecho se pudiera ir haciendo líquido, negociable y particular. De hecho, siguen reuniéndose en Waterloo o en Suiza como en un casino comercial, bajo la premisa de que la ley y el Estado son ya negocios privados, como una cosa de vacas y tierras. Se puede negociar hasta la impunidad penal a cambio de la presidencia del Gobierno, que eso es la amnistía. Como se nos olvida todo, ahora pueden decir que los liberales son fascistas, que en Cataluña reina la concordia, que Puigdemont forma parte de una mayoría de investidura progresista, que Sánchez es socialdemócrata y que Tejero era uno de Los Chichos.
Escribo un poco desde el limbo, ya digo, que Tejero está entre la historia y el desván, como esta legislatura, pero todavía no estamos seguros. Yo no termino de creer que Puigdemont abandone a Sánchez, como si Tejero abandonara a Franco o como si Sánchez abandonara a Franco (se irá Tejero y quedará Sánchez para que no le falte una luz de mariposa al retrato de Franco con vellocino o salmón). Puigdemont lleva amenazando ya mucho tiempo, ahí con hechuras como de jotero también, como Tejero, y nunca ha pasado nada. Es más, no sé si puede pasar algo, que uno tampoco se cree que Puigdemont consiga armar una moción de censura con candidato de consenso y de alabastro. Puigdemont romperá con Sánchez y no pasará nada. Puigdemont está condenado a perder contra Alianza Catalana, que les ha comido el sitio, y Sánchez está condenado a aguantar con todo (fontanería incluida) para intentar evitar que se lo lleve la UCO como los migueletes.
En cuanto al españolito, yo creo que está condenado a olvidarlo todo, por eso Sánchez aún tiene esperanzas y por eso a Tejero muchos lo confundirán hoy con un cantaor. Yo me conformaría con que un día nos acordáramos de Puigdemont y de Sánchez como de Tejero, confundiéndolos con cantaores o toreros, olvidando que los habíamos olvidado porque sus golpes, tan acojonantes como ridículos, fracasaron. Y no sólo fracasaron sino que, durante un tiempo, nos sirvieron de aprendizaje y de vacuna. Hasta que lo volvimos a olvidar todo, claro, otra vez.
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1 Comentarios
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hace 10 minutos
Tejero fue (es) un patriota al que engañaron miserablemente y los otros dos son unos HsDLGP que deberían estar ya en la cárcel y condenados a cadena perpetua.