El periodo de recogida de setas se produce con gran fuerza después de varios días de lluvias y humedad en gran parte de España. Aunque este año la producción parece más escasa, muchos ya empiezan a prepararse para llenar las cestas. La conservación correcta de estos hongos es clave para no desperdiciarlos y para obtener su sabor durante más días. Mantener las setas en perfecto estado depende de técnicas sencillas, pero hay que aplicarlas desde el primer momento para alargar su vida útil sin que pierdan textura y aroma.
Cómo se comportan las setas
Desde que las setas abandonan el monte la humedad resulta fatal, porque estos hongos disponen de agua y si son sometidos a un entorno demasiado húmedo, se deterioran de una forma rápida. Controlar esta variable desde el primer día hace que las setas lleguen a la nevera en las mejores condiciones y que se mantengan más tiempo en perfectas condiciones.
Preparar las setas antes de guardarlas
Siempre se aconseja despegar el suelo o restos vegetales de los hongos con papel de cocina o un trapo completamente seco antes de conservar los hongos. Este gesto evita que esos restos de tierra o vegetales añadan humedad innecesaria y, al mismo tiempo, asegura la conservación intacta de la superficie de los hongos en el frigorífico. Limpiar las setas sin agua puede ser muy determinante para consumirlas después de os o tres días sin que supongo ningún riesgo.
Cómo conservar las setas en la nevera
Las setas no soportan bien el contacto con el agua en crudo. Enjuagarlas o introducirlas en agua provoca que las absorban la humedad, y de esta manera, se acelera el proceso de maduración en su interior, así como también coincidimos en que la vida útil de los hongos se reduzca de manera drástica. Solo habría que lavarlas en el caso de que fuéramos a cocinarlas inmediatamente después, pero no para guardarlas.
Control de la humedad
El método más eficaz para la conservación de las mismas consiste en introducirlas en un envase de cristal en el que se incorporan varias servilletas de papel. Esta técnica absorbe el exceso de la humedad natural y permite crear un microclima relativamente estable que permite una mejor permanencia de su frescura. Cambiarlas cada dos o tres días, las servilletas de papel, permite mantener el equilibrio necesario para que no se produzcan malos olores ni manchas.
Recoger setas
La cesta de mimbre se presentaba como la mejor aliada en la salida al monte para la recolecta. Y es que, proporciona un soporte que permite que las esporas caigan de manera natural sobre el suelo, de tal manera que ayuda a regenerar el ecosistema y garantizarnos la temporada siguiente. Además, ventila mejor que cualquier bolsa cerrada a la vez que prevenía el sudado de las setas.
Bolsas de plástico
El transporte de las setas en bolsas de plástico dificulta que caigan esporas y, por otro lado, almacena la humedad, lo que perjudica su conservación en el momento de la recolección y, a la vez, interfiere con el ciclo natural del bosque. En el caso de trasladar las setas en una caja cerrada, esto provoca se apelmacen y se deterioren, incluso antes de llegar en casa, reduciendo así su vida útil, provocando además que se corra el riesgos de que no salgan nuevos ejemplares en el futuro.
Siguiendo estos cuidados, las setas se mantienen frescas durante más días, sin perder esa característica que solo la temporada nos da. Cada paso, desde la recolección hasta la nevera, incide de forma directa en la calidad final y contribuye a conseguir que disfrutemos plenamente de uno de los productos más apreciados en el otoño.
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