La merienda ha dejado de ser cosa de niños para convertirse en un recurso útil que sirve para mantener el ritmo diario de las actividades. Cada vez más gente elige esta pausa porque se sabe que favorece para tener claridad mental, energía estable y, por lo tanto, el orden necesario para facilitar el autocuidado. Una mirada hacia atrás, hacia la tradición, recupera maneras de entender la jornada, y eso incluye la hora de la merienda, para no verse influido por altibajos que caracterizan a las tardes largas y exigentes.

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Beneficios de merendar

Consiste en incluir una ingesta, al final de la tarde, ligera, para que la glucosa se mantenga en niveles estables y no padezcamos los bajones que se producen después de varias horas sin ingesta. Frutas, verduras, pan integral, frutos secos o legumbres son alimentos que nos aportan carbohidratos de calidad, los cuales alimentan al cerebro y permiten sostener el trabajo de concentración cuando tenemos mayor demanda. Esta estabilidad deriva en menor irritabilidad y en un rendimiento más estable.

Claridad mental

La merienda proporciona algo más allá de nutrientes. Esta pausa funciona como freno, como cosa a tener en cuenta para poder reajustar el foco y para regular el cansancio acumulado. Los sistemas de recompensa, estudiados en psicología y neurociencia, demuestran que la aplicación de descansos cortos pero orientados al bienestar, garantizan la capacidad de realizar un mayor esfuerzo y reducen la tensión interna. Merendar sirve para cortar con el bucle de cansancio que sufren muchas personas a última hora de la tarde.

Merendar, ansiedad y picoteo

Cuando el organismo se encuentra durante un periodo prolongado sin alimento, se activa un mecanismo que incita a la búsqueda de ultraprocesados, que presenten gran cantidad de azúcar y grasa. Una merienda saludable hace las veces de puente entre la comida del mediodía y la cena, ayuda mucho a mantener los niveles de ansiedad, y permite disminuir la ingesta en situaciones susceptibles a episodios de picoteo impulsivo, típicos de contextos caracterizados por el estrés o cansancio.

Menos fatiga mental

Durante las tardes es habitual que haya reuniones de última hora en el trabajo, o tareas del hogar que requieren de un esfuerzo extra. La merienda es una forma de reucperar energía y evita la sensación de desgana que reta capacidad de concentración, y que se traduce en un sentimiento de no llegar a todo. Los alimentos que combinan los carbohidratos integrales, las proteínas y las grasas saludables permiten seguir llevando un ritmo sostenido sin provocar pesadez ni cansancio.

La merienda y el ayuno

El ayuno intermitente es eficaz en cuanto a que se facilita una buena ventana sin ingestas previa (generalmente de 12 a 14 horas); si se almuerza al mediodía, no interrumpiría la norma anterior, porque el ayuno continuado se iniciaría a partir de la merienda, cumpliendo las horas necesarias hasta la mañana siguiente. Eso sí, es importante que lo ingerido incluya una mezcla completa de proteínas, verduras, carbohidratos integrales y grasas saludables.

Estructura sencilla para una merienda completa

El Plato de Harvard constituye un recurso práctico al momento de combinar los alimentos en la mesa, sugiriendo que la mitad del plato tenga frutas o verduras de la estación, un cuarto con proteínas de calidad y otro cuarto con carbohidratos integrales; esto nos asegurará saciedad sin pesadez y que el descanso sea más profundo, evitando el hambre nocturna; esta opción resulta ser una opción interesante a la hora de hablar de las comidas saludables, un aspecto que se debe tener en cuenta.

La merienda mantiene la energía, organiza la mente y contiene el hambre. Ayuda a mantener una alimentación sostenibles. Si se incorpora de forma consciente, permite transformar la tarde en un tramo más equilibrado y grato.

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