Consumir mandarinas proporciona mucho más que un excelente sabor fresco con un punto dulce. La última investigación sobre la especie las coloca como un aliado para nuestro organismo debido a su composición nutricional y a su capacidad para llegar a influir sobre los propios procesos internos que mantienen la salud. Las investigaciones biomédicas más vanguardistas han puesto de manifiesto que una dieta rica en cítricos induce efectos medibles en equilibrio de bienestar, lo que ha llevado a considerar la mandarina como una de las protagonistas de la alimentación diaria.

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Mandarinas y salud

Comer mandarinas ayuda al funcionamiento biológico del organismo y activa rutas celulares que regulan el funcionamiento de los órganos esenciales. Esta fruta aporta nutrientes que son parte del desempeño del proceso de respiración celular y del metabolismo energético, lo que facilita la activación de una respuesta favorable en diversos tejidos. Los modelos experimentales corroboran el hecho de que una dieta complementada con mandarina origina cambios importantes en la expresión de genes relacionados con la protección celular frente al estrés oxidativo.

Beneficio sobre órganos clave

En cuanto al estudio órgano a órgano, se constató que la respuesta del corazón ante la presencia continuada de mandarina en la dieta es especialmente considerable. Los genes que promueven la función mitocondrial y la vascularización son altamente expresados, es por esto que existen motivos para pensar que esto refuerza el tejido cardiaco. De la misma forma, los estudios concluyen que existen reducciones significativas de determinadas marcaciones inherentes a desequilibrios celulares, por lo cual es posible añadir valor preventivo en el contexto de una dieta equilibrada.

Propiedades nutricionales de las mandarinas

Vitaminas y compuestos esenciales

Las mandarinas contienen un alto contenido de vitamina C, antioxidantes naturales y fitonutrientes que intervienen en la protección del sistema inmunitario y en la reparación celular. La presencia de los minerales y la fibra favorecen un funcionamiento digestivo rápido y una correcta absorción de los nutrientes. Esta composición nutricional hace que la mandarina sea un alimento completo, válido para todas las edades y para los distintos tipos de pautas alimentarias.

Energía y mejor digestión

Los azúcares que contiene la mandarina proporcionan un aporte energético gradual y beneficioso que no provoca picos bruscos. Su contenido en fibra ayuda a mantener la saciedad y a garantizar un metabolismo equilibrado; los compuestos bioactivos favorecen a la quema de energía y la del manejo de los lípidos, contribuyendo a mantener la homeostasis.

Alimentación equilibrada

Su forma típica facilita poder acceder a ellas en cualquier hora del día. Las mandarinas son tentempié, elemento del desayuno, y de las ensaladas. Su amplitud del uso favorece conseguir un consumo habitual sin gran esfuerzo, lo que hace destacar sus efectos positivos en el cuerpo. Al incorporarse a una dieta variada, indican frescura y refuerzo nutricional continuado.

Contribución a una vida saludable

Consumir mandarinas de forma habitual se ajusta a un patrón alimentario de bienestar. Su bajo aporte calórico y buena disponibilidad durante gran parte del año permiten llevar a cabo un hábito sostenible. Y a esto se suma la existencia de pruebas científicas que lo avalan, para poder modificar rutas biológicas internas, lo que puede dar lugar a nuevas líneas de investigación vinculadas a la salud.

De este modo, la mandarina se establece como un alimento habitual con un valor añadido. Su actividad en procesos internos, su valor aportado en términos nutricionales y la sencillez de su consumo son algunas de las características que convierten en un recurso natural para el organismo. Una dieta donde la mandarina esté presente es una forma de reforzar la salud de una manera habitual y también de obtener beneficios que no se limitan a su sabor.

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