La lucha de Jane Benzaquen contra el silencio del palacio alauí acaba de cruzar el Atlántico. Tras décadas de preguntas sin respuesta y varios años de litigio en Bélgica, la mujer que asegura ser hija biológica de Hasán II, el padre del actual monarca alauí Mohamed VI, ha activado una nueva vía judicial en Estados Unidos para intentar obtener las pruebas genéticas que Marruecos se niega a facilitar.

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El último movimiento de esta batalla legal, que incomoda a la Casa Real marroquí y pone en cuestión los límites de su inviolabilidad, se libra ahora en tribunales federales estadounidenses. El objetivo es claro: acceder a muestras de ADN conservadas en hospitales de Nueva York de las visitas médicas que realizó el entonces rey de Marruecos para demostrar, ante la justicia belga, la paternidad del difunto.

“El Reino de Marruecos ha presentado una oposición de terceros contra la sentencia que anuló la paternidad de Raoul Jossart respecto a nuestra clienta, lo que nos permitió iniciar una acción de investigación de paternidad”, explican fuentes del bufete de Benzaquen en declaraciones a El Independiente. Esa maniobra mantiene el procedimiento en suspenso hasta que concluyan las actuaciones penales impulsadas por Rabat contra la demandante.

Anita junto a su hija Jane.

El frente belga y la vía americana

La anulación de la filiación oficial —que durante décadas atribuyó a Benzaquen un padre belga que no era tal— abrió la puerta a un proceso judicial de alto voltaje político y simbólico. En Bélgica, donde reside actualmente, se tramita una acción directa de investigación de paternidad contra la familia real marroquí. El calendario judicial es largo: los escritos siguen intercambiándose y una audiencia de control procesal ha sido fijada para abril de 2027.

Paralelamente, el equipo legal de Benzaquen ha optado por internacionalizar la causa. El mes pasado se presentaron solicitudes ante la justicia estadounidense para acceder a muestras biológicas que, según su defensa, se conservarían desde una hospitalización de Hasán II en Estados Unidos. El objetivo es incorporarlas como prueba en el procedimiento belga y romper el bloqueo impuesto por Rabat.

Anita y Hasán II

Anita Benzaquen, madre de Jane.
Hasán II, rey de Marruecos entre 1961 y 1999

El silencio del palacio

El principal escollo sigue siendo la negativa frontal de la Casa Real marroquí a cualquier prueba genética. Sus abogados alegan inmunidad procesal para los descendientes de Hasán II y han respondido a la demanda con acciones penales y una estrategia de descrédito.

“Nunca han negado realmente la relación. No están contentos pero yo solo pido ser aceptada”, lamentó Benzaquen en una entrevista con El Independiente hace año y medio. “Me podrían llamar mañana e invitarme a tomar un café en París y reconocer que soy su hermana. Con eso basta. No voy a irme a vivir a palacio ni seré una princesa marroquí”, esbozó.

Benzaquen insiste en que no busca compensaciones económicas ni reconocimiento institucional. “Tengo 70 años y he hecho mi vida. No creo que me queden muchos años y solo quiero saber a qué pertenezco y acabar con la sensación que he arrastrado toda la vida de que no me contaron la verdad”.

Una identidad atravesada por tres religiones

Judía por línea materna, musulmana por línea paterna y criada en un entorno cristiano en Bélgica, Jane Benzaquen encarna una biografía que desafía los moldes del relato oficial del palacio alauí. Para ella, esa complejidad identitaria no es un problema, sino una evidencia.

Jane con su familia de acogida en Bélgica.

“Que sea judía y Hasán II un rey musulmán no cambia nada”, subraya. “A los ojos del judaísmo, soy judía por madre. Y a los ojos del islam, musulmana por padre. Y crecí hasta los 13 años en un pueblo cristiano belga. Ésta es mi vida”, comentó en la citada entrevista.

Su demanda, insiste, no es política ni religiosa. “Creo que, como niña que fui, no debería haber sido castigada porque mi madre tuviera una relación con el que luego sería rey de Marruecos. Solo quiero saber que tengo un padre”.

Mientras los tribunales belgas se preparan para un proceso que se prolongará aún años, la batalla ha entrado en una nueva fase. Y esta vez se libra lejos de Rabat, en Estados Unidos, donde la ciencia forense podría convertirse en el factor decisivo. Hace año y medio, cuando Benzaquen accedió a hablar con este diario, estaba segura de la victoria: “Vamos a ganar. Ya hemos llegado muy lejos. Hemos recorrido un largo camino y la verdad acabará prevaleciendo”.

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