Recuperar la conexión con nuestro cuerpo, ser cariñosos con él, tocarnos y acariciarnos con amor. Esa es la filosofía que transmite Rut Nieves en Naciste para disfrutar, su primer libro en tres años. La autora defiende la importancia de regalarnos la ternura y la suavidad que merecemos. El cuerpo es el que nos permite conectar con nuestra parte más divina, y para alcanzar esa sexualidad sagrada, hay que basarse en el amor con respeto y con compasión "estando presente, siendo consciente y conectando con tu corazón", explica la autora.

¿Cómo se alcanza ese nivel? Rut lo tiene claro: "Amando tu desnudez y honrando a tu cuerpo". Para disfrutar de las relaciones sexuales, antes hay que "reconciliarse con tu cuerpo desnudo, amarlo y aceptarlo tal y como es". Al fin y al cabo "tú eres el que más debe quererse a sí mismo". ¿Cuántas veces has juzgado y criticado ciertas partes de tu cuerpo? ¿Cuántas veces te has avergonzado de él? ¿Cuántas veces has comparado tu cuerpo con el de otros hombres o mujeres?

La mejor forma de aceptar tu cuerpo desnudo es pasando más tiempo desnudo contigo mismo. La autora recomienda "escuchar tus necesidades y deseos sexuales y concederte placer a ti mismo". Anima a descubrir cuáles son las zonas erógenas, además de los genitales. "Regálate todas las caricias que te gustaría que te dieran. Trata a tu cuerpo con todo el amor, el cariño la suavidad y delicadez con la que te gustaría que te tratara tu pareja, compañero o compañera". De este modo, se descubre qué es lo que te gusta y lo que no, y expresar "tu sensualidad sin juzgarte, recordando que cada vez que acaricias tu cuerpo o lo besas, lo llenas de amor".

El obstáculo de las mujeres para experimentar placer

A pesar de que hemos evolucionado en algunos aspectos, el sexo continúa siendo algo tabú. Para la autora "no todo el mundo se siente cómodo hablando de esto, es necesaria una educación sexual", ya que sigue faltando información de una noción que es más compleja de lo que parece.

En el caso de las mujeres, en los países de tradición judeocristiana de Europa y América, han prevalecido los arquetipos femeninos o modelos de personalidad conocidos como "María Magdalena y María, la madre de Jesús, que, hablando en plata, simbolizan a la prostituta y a la virgen. La soltera y la madre".

Estos dos términos desvirtuaron la imagen de las mujeres "y se manipuló para meternos en la cabeza lo que debe ser una mujer y lo que no, cómo debe ser" y lo que tiene que hacer para ser considerada una "buena mujer", una "mujer decente" o "una buena madre". Por suerte, cada vez más mujeres hemos podido liberarnos de ese tipo de relaciones de sumisión de la antigua cultura, ya que "todo lo que vivimos es una consecuencia de la cultura patriarcal", sentencia la autora.