Nada más echar el primer vistazo al nuevo Mini Countryman, la tercera generación del modelo, se tiene el convencimiento que este todocamino de Mini no tiene nada de mini. Tampoco sirve hacer referencia al pequeño utilitario original de 1959 fruto del ingenio de Alec Issigonis, porque el Grupo BMW, propietario de la firma desde 2000, se encargó de crear una prolífica a la par que variada familia que también albergaba modelos de mayor tamaño, aunque siempre salvaguardando la legendaria silueta del vehículo primitivo. Pero esta familia asimismo ha tenido y tiene en catálogo un miembro equivalente en dimensiones al del Mini clásico como principal bastión encargado de conservar la genuina esencia de la marca. Motivo por el que a la hora de hablar de tamaño en el nuevo Mini Countryman y hacer las correspondientes comparaciones haya que mirar hacia la primera generación del modelo.
Mini presentó el Countryman en 2010 como un todocamino o SUV con una longitud de 4,1 m, posicionándolo dentro del segmento B-SUV. La llegada de la segunda generación trajo consigo un incremento en longitud para alcanzar los 4,31 m. Ahora, la entrada en escena de la tercera entrega del modelo trae consigo un considerable aumento de las dimensiones exteriores, pues el largo de la carrocería llega a los 4,44 m. Una cota que autoriza al Countryman a militar en el segmento superior, el de los todocamino compactos (C-SUV). Puede afirmarse con total propiedad que es un Mini Countryman a lo grande que ha crecido dos tallas más en comparación con el modelo primitivo, con todas las ventajas que conlleva desde el punto de vista de la habitabilidad.
El nuevo Mini Countryman está desarrollado sobre la misma plataforma que el BMW X1, por lo que juega en la categoría de los SUV compactos de lujo. Tiene entre sus rivales a vehículos como el Audi Q3, el BMW X1, el Mercedes-Benz GLA o el Lexus UX. Frente a ellos hace valer un diseño tremendamente original, receptor de todo un legendario patrón estilístico, con independencia de que pueda gustar más o menos. La puerta de acceso a la gama Mini Countryman corre a cargo de la versión Countryman C, que incorpora un motor de gasolina con hibridación ligera de 48 V que arroja una potencia total de 170 CV.
Minimalista y vanguardista
Si el diseño exterior del nuevo Mini Countryman constituye una magnífica reinterpretación o puesta al día de los patrones clásicos de Mini, que se manifiestan tanto en multitud de detalles de la carrocería como en la propia silueta, otro tanto ocurre en el interior. Deliciosos detalles como las ópticas traseras de led dibujando la bandera del Reino Unido (diseño Union Jack), que también aparece impresa en las ventanillas traseras.
Nada más abrir la puerta del conductor la vista va a un elemento cien por cien Mini, que no podía faltar, el gran reloj que preside el centro del salpicadero. Todo un icono presente en todos los modelos desde el Mini original de 1959, aunque en este caso hay que matizar. La evolución de este icónico elemento ha dado como resultado una sofisticada pantalla circular de gran tamaño que se erige en la gran protagonista del salpicadero al no haber más pantallas. En opción puede equipar un sistema de proyección de datos, no sobre el parabrisas sino sobre una lámina de plástico escamoteable, a modo de cuadro de instrumentos que emerge al arrancar el motor.
Desde esta vistosa pantalla circular con tecnología OLED de 240 mm de diámetro se manejan todas o casi todas las funciones del vehículo, lo que da lugar a un salpicadero de corte minimalista, de diseño muy limpio. Pantalla de gran resolución y fácil lectura con independencia de cómo incida la luz ambiente, que brinda ingentes posibilidades de visualización además de ofrecer mucha información. Requiere un tiempo de adaptación, porque al principio apabulla un poco por la cantidad de información que presenta más que por el propio manejo de los distintos menús y funciones. Como no existe cuadro de instrumentos como tal, la velocidad se muestra de forma clara en la parte superior de dicha pantalla.
Hay pocos botones físicos. Salvo los mandos de los elevalunas y de reglaje de los retrovisores, que van en las puertas, los únicos botones no virtuales van agrupados en un panel ubicado por debajo de la gran pantalla multimedia redonda. Dicho panel agrupa los siguientes mandos: selector del cambio de marchas, mando de arranque y parada del motor, selector de modos de conducción y botón giratorio para activar/desactivar el audio así como el control del volumen. Cabe apuntar en lo que respecta al selector del cambio de marchas que ahora la tecla P, además de seleccionar la posición parking, también acciona el freno de estacionamiento. Como curiosidad el mando giratorio para el arranque/parada del motor tiene forma de llave.
Debajo de este panel se encuentran otros botones convencionales. El de la izquierda lleva al menú de asistencia a la conducción y al de propulsión y tren de rodaje. A continuación se encuentra el de las cámaras de aparcamiento, el tercero es la tecla de warning mientras los dos de la derecha cumplen, respectivamente, con las funciones de desempañado del parabrisas y accionamiento de la luneta térmica.
Perfecto maridaje
Cuando todo parece que está inventado, siempre hay algo que sorprende. A pesar tanto del corte del salpicadero como del tratamiento dado al conjunto del interior no se ha caído en la tentación de sacrificar funcionalidad y practicidad a favor del diseño. El Mini Countryman aúna en perfecta armonía practicidad con un minimalista y original diseño. Algo que el usuario agradecerá. A la amplitud del habitáculo se suma una distribución de los distintos espacios de lo más racional y práctico a base de ingeniosas soluciones. El maletero ofrece 450 l, ampliables a 1.450 l abatiendo el asiento trasero, y cuenta de serie con portón eléctrico. Un volumen en línea con sus competidores, que puede modularse gracias a los asientos posteriores desplazables longitudinalmente 12 cm además de contar con respaldos reclinables. De la sensación de amplitud general que se goza en las plazas delanteras son directos responsables un parabrisas poco inclinado y un salpicadero carente de elementos intrusivos. En las plazas traseras la cota más sobresaliente es la altura mientras la anchura no es muy generosa. Cabe señalar que sus ocupantes se encontrarán con un túnel central muy prominente que dificultará el acomodo de un tercer pasajero en el centro del asiento.
El fondo del salpicadero está confeccionado en un plástico duro con una serie de relieves, en tanto la parte frontal está recubierta de una especie de material textil. De este recubrimiento textil parece que emerge luz cuando oscurece, por la noche. Sin embargo este efecto se debe a unos haces luminosos que se proyectan sobre el tejido del salpicadero, y cuya fuente parte del soporte de la pantalla multimedia a izquierda y derecha. A los tradicionales modos de conducción que modifican el comportamiento del vehículo, en este caso tres: Green, Core y Go-kart, se unen otros cinco bajo la denominación Mini Experiences que cambian el aspecto de la pantalla, de los sonidos y de la iluminación interior.
La consola central está muy bien resuelta y estructurada. Dos huecos escalonados permiten dejar objetos, como el teléfono, sin que se muevan durante la marcha gracias a su superficie recubierta de un material gomoso y adherente. A continuación se ubican dos portavasos. Después una práctica caja con tapa, que asimismo cuenta con un fondo forrado de goma para evitar que se desplacen los objetos almacenados con el movimiento del vehículo. Pero detrás de esta caja todavía se cuenta con una práctica bandeja en la que depositar distintos enseres.
Motor de gasolina con hibridación ligera
El Mini Countryman C está disponible con cuatro niveles de equipamiento: Essential, Classic, Favoured y John Cooper Works. Los precios sin aplicar ningún tipo de descuento parten de 39.850 euros hasta 47.530 euros. Bajo el capó del Mini Countryman C se aloja un motor de gasolina de 3 cilindros en línea con 1,5 litros de cilindrada que desarrolla 156 CV. Lleva asociado un sistema de hibridación ligera de 48 V que incluye un electromotor de 19 CV y una batería con una capacidad de 0,96 kWh. Esta mecánica de gasolina con la ayuda del motor eléctrico forman un sistema propulsor que arroja una potencia conjunta de 170 CV. El motor eléctrico sirve de apoyo al de combustión en algunas situaciones de la conducción, en tanto a baja velocidad o en maniobras de aparcamiento también puede mover el coche.
Gracias a la hibridación ligera porta la etiqueta ambiental Eco. En el capítulo de las prestaciones, firma una velocidad máxima de 212 km/h e invierte 8,3 s en pasar de 0 a 100 km/h. El consumo en ciclo combinado WLTP se cifra en 5,9 l/100 km mientras el gasto en autovía circulando a velocidades legales está en torno a los 6,8 l/100 km.
Para la transmisión se recurre a un cambio automático de doble embrague con 7 relaciones que pasa la tracción a las ruedas delanteras. Cuenta con un modo L que prima las marchas cortas para una mayor retención y, en consecuencia, mayor frenada regenerativa para recargar la batería, aunque en la práctica no se nota mucho. El efecto de retención que produce es muy suave, apenas se nota. También en la práctica resulta interesante desconectar la función Automatic Hold cuando se tienen que hacer maniobras sobre piso plano, especialmente al aparcar en espacios muy justos con paredes o columnasque deban quedar muy próximas a la carrocería. De esta forma la maniobra puede realizarse con mayor suavidad y precisión, pues el coche avanzará de forma suave al levantar el pie del freno. Con el Automatic Hold activado el coche queda frenado, por lo que hay que acelerar para iniciar la marcha. Pero a veces es difícil dosificar el acelerador y el arranque puede resultar un poco brusco, con el riesgo de rozar la carrocería.
Al volante del Mini Countryman C se pone de manifiesto que es un automóvil muy cómodo en todo tipo de trazados, aunque al sortear algunas irregularidades del pavimento la suspensión sea un tanto seca. Ofrece un gran confort de marcha y digiere muy bien los cambios de apoyo. El hecho de que la mecánica no sea especialmente ruidosa unido a un sobresaliente aislamiento acústico propicia que a velocidad de crucero apenas se perciba su sonido. Llegada la hora de acelerar con contundencia este motor tricilíndrico emite un sonido más bien agradable. Como colofón apuntar que si se rebasa el límite de velocidad de la vía por la que se está rodando emite un sutil aviso acústico. Algo que se agradece, dado que este obligatorio aviso resulta insoportable en algunos vehículos, aunque siempre quede la opción de anularlo.
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