La muerte siempre ha sido un tema tabú en las sociedades occidentales. Las personas tendemos a esquivar los pensamientos sobre nuestro propio final, y cuando lo hacemos no solemos conceder mayor importancia a una realidad tan "fea" como esta: resulta que morirse también contamina. Existen diversas formas de pasar al más allá, y todas ellas dejan huella en el medioambiente en mayor o menor medida. El sector funerario, que sigue en continuo crecimiento, lleva una década buscando formas alternativas e innovadoras para ayudar a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Sí, los ecofunerales se están poniendo de moda.

Según el CSIC, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, un cuerpo humano emite unos 27 kilos de dióxido de carbono cuando es quemado. No se trata de una cantidad muy elevada; más peligroso resultan las emisiones procedentes de las lacas de los ataúdes, el interior de zinc o el PVC con el que se elaboran algunos sudarios. Además, hay que contar con los restos de los tratamientos químicos hospitalarios utilizados en las personas enfermas (como la medicación de quimioterapia), los restos de los empastes (del que queda el mercurio altamente contaminante), incluso las sustancias de los procesos utilizados en la conservación temporal del cuerpo, ya que pueden terminar en los suelos o acuíferos cercanos en el caso de la inhumación.

en los últimos tiempos han aparecido en el mercado productos como las urnas biodegradables

Para intentar minimizar la inevitable huella que los fallecidos legan al mundo de los viviventes, en los últimos tiempos han aparecido en el mercado productos como las urnas biodegradables, los ataúdes ecológicos de cartón (como los que comercializa la empresa RestGreen), de paja como los anglosajones o incluso fabricados con una mezcla de resina y cáscara de almendra. También existen los cementerios eco-friendly,  como el de La Paz, en Valencia.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2017 perdieron la vida en España 423.643 personas, un 3,2% respecto al año anterior, y la cremación e inhumación siguen siendo los métodos escogidos para descansar en paz. Por su parte, la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF) apunta que en 2016 continuó creciendo el número de familias que optaba por la cremación; hasta el 40,33% de los fallecidos fueron incinerados. Esta cifra sigue en aumento, y se estima que en 2025 llegará al 60%.

Urnas biodegradables para difuntos
Urnas biodegradables

El Parque de La Paz en Valencia se ha convertido en uno de los cementerios con mejor iniciativa medioambiental, poniendo su empeño en la consecución del punto número 11 de ODS de la ONU, según la presente edición del Concurso de Cementerios organizado por Funespaña. Es algo que no viene de nuevo. Tal y como explica a El Independiente Leonardo Bruno, gerente del Parque, “nosotros somos ecológicos desde hace 30 años, cuando no se llevaba. Es parte de nuestra filosofía y buscamos medidas para dar respuesta a esta inquietud. Tenemos urnas biodegradables en las que además de las cenizas se introducen semillas del árbol que la familia escoge. Después entierran la urna en un paraje que les guste. En ese punto crecerá un árbol que se convierte en un lugar de referencia donde honrarle”. Del mismo modo, "aquellos que escojan este cementerio valenciano para descansar en paz podrán hacerlo en panteones naturales, sin elementos de construcción que contaminen, incluso escoger coronas para sus familiares compuestas por flores vivas que luego la familia puede trasplantar en casa”.

Otra forma de abandonar este mundo puede ser vestido con un traje como el diseñado por la artista estadounidense Jae Rhim Lee, el “traje de entierro infinito”. Éste está compuesto por una mezcla de hongos ‘come-carne’ que descompone rápidamente los cadáveres, los limpia de toxinas y proporciona nutrientes a la tierra y es un tejido similar al algodón.

Los entierros verdes siguen en auge. Hoy en día es posible abandonar este mundo con la conciencia medioambiental bien limpia.