Un millón de personas en la Unión Europea no tiene acceso al agua. Además, ocho millones no pueden acceder a saneamientos. Ahora que la fecha del 22 de marzo, Día Mundial del Agua, viene a poner sobre la mesa cuestiones como esta, conviene tener en cuenta los datos antes de considerar este problema como algo lejano. Se agrava, eso sí, en las zonas poco desarrolladas del planeta, en las que purificarla para el consumo es una quimera, y un reto casi tan enorme como evitar las enfermedades que conlleva la carencia.

El agua es uno de los derechos fundamentales de los habitantes del planeta. Debe estar disponible y ser accesible a todo el mundo y corresponde a los gobiernos la responsabilidad de asegurar su servicio de manera económica y fiable, sin ceder ante presiones del mercado.

En 2010, Naciones Unidas concedió al agua la categoría de derecho fundamental para los seres humanos. Sin embargo, casi una década después no todos los ciudadanos europeos pueden decir que sus necesidades se satisfagan. La plataforma Right 2 Water (un juego de palabras en inglés que viene a significar ‘Derecho al agua’) lleva años enfrascada en ello. Esta iniciativa ciudadana comenzó en mayo de 2012, ha recogido casi dos millones de firmas y busca el reconocimiento y la ejecución de diferentes medidas para que se garantice el agua a todos los ciudadanos de la Unión Europea que carecen de ella, ya sea por problemas de abastecimiento o económicos. Sus esfuerzos, hasta ahora, no han dado los frutos que esperan.

“Desde las instituciones no han querido reconocer el derecho al agua a los ciudadanos en posiciones más vulnerables. No se ha dejado clara, de manera legal, la obligación de los países miembros de la UE de asegurar el acceso a este elemento de manera segura y potable”, comunican desde la plataforma sobre las últimas medidas adoptadas en el Consejo Europeo, que no ha alcanzado un entendimiento con otra institución comunitaria, el Parlamento.

Aprovechando las recientemente aparecidas ‘Iniciativas Ciudadanas’ (ECI) de la Unión Europea, otro grupo reclama este derecho: “Se trata de crear una concienciación y un debate sobre el agua y los saneamientos, con la misión de asegurar que millones de ciudadanos de Europa tengan satisfecho este derecho básico”, explica Jan Willem Goudriaan, vicepresidente del comité de ciudadanos de la UE; “la crisis económica y las privatizaciones del agua han privado a muchos conciudadanos de algo tan básico. Nuestra intención y esfuerzo es mantener el agua accesible a todos los europeos”.

Agua barata en España

El último estudio de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamientos establece que España cuenta con 1.300 estaciones de tratamiento de agua potable, que suministran un total de 4.080 hectómetros cúbicos a los depósitos urbanos y las redes de distribución. En total salen desde los depósitos de distribución para el consumo unos 240 litros por habitante cada día.

Los recursos hídricos no son especialmente boyantes en España, pero el precio del agua tampoco es de los más altos de la Unión Europea. En 2018 se situó de media en 1,84 euros el metro cúbico. Esto quiere decir quem con un céntimo de euro, se ‘compran’ cinco litros de agua del grifo perfectamente saneada. La cifra es sorprendente, por el elevado coste que tiene conseguir agua en España, especialmente en algunas épocas del año y en algunas regiones con problemas de suministro. En la factura española, la incidencia del coste del agua no llega al 0,9%, un dato por debajo del 3% que la ONU considera una cifra limitadora de la asequibilidad del ‘derecho’ al agua para abastecimiento.

En los países vecinos, el precio es mayor con el fin de concienciar a sus ciudadanos de la importancia de cuidar los recursos hidrográficos y no derrochar un bien tan necesario. En España varios los sectores reclaman de hecho un aumento de precios con fines similares, una posibilidad de momento remota al estar el agua en manos públicas en la mayor parte de ciudades. ¿Será necesario tocar el bolsillo a los españoles para lograr una mayor concienciación?