La rocambolesca historia de la central nuclear más vieja de España está derivando en un enfrentamiento directo entre sus dueños y el supervisor nuclear. Endesa e Iberdrola, propietarias de la central de Santa María de Garoña, se han plantado y han decidido no seguir invirtiendo en la planta como le exige el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para dar el visto bueno a la renovación de la licencia de explotación. Y el regulador se ha plantado a su vez y no aprobará su informe hasta que las reformas que solicite estén ejecutadas.

Iberdrola y Endesa se plantan y no invertirán más en la central sin garantías de recibir los permisos

Endesa e Iberdrola, que controlan Garoña a través de la sociedad Nuclenor, cerraron la central nuclear burgalesa en diciembre de 2012 a modo de órdago al Gobierno en plena reforma eléctrica. Y dos años después, tras varias reformas legislativas ad hoc del Ministerio de Industria para hacerlo posible, las eléctricas solicitaron la renovación de la licencia de explotación y lo hicieron pidieron su reapertura hasta 2031, cuando Garoña cumplirá 60 años desde su construcción.

El CSN tiene que avalar con un informe técnico la reapertura de la central, aunque es el Gobierno el que a la postre es el encargado de conceder la autorización. Para aprobar su informe, el supervisor exigió a Nuclenor realizar mejoras en la central que implicaban inversiones de algo más de 100 millones de euros.

Endesa e Iberdrola han realizado gran parte de esas mejoras, pero han decidido no continuar con esas inversiones hasta obtener garantías de que efectivamente se dará el visto bueno a la ampliación de la vida de la central. Según confirman a El Independiente fuentes conocedoras del estado de los trabajos, quedarían por invertir unos 20 millones de euros para completar los trabajos que exige el CSN, pero no hay intención de ejecutar los trabajos de momento.

Las eléctricas no invertirán más sin garantías

El presidente del CSN, Fernando Marti, aprovechó su comparecencia en el Congreso este mes para responsabilizar a Nuclenor del parón en que se ha instalado el expediente al no completar las modificaciones solicitadas. “El titular de la central debe completar todas las modificaciones para que el CSN pueda emitir su informe preceptivo. Todos los requisitos deberían haberse cumplido en septiembre de 2015”, explicó Marti. “El CSN simplemente está a la espera de que la central cumpla con las condiciones”.

Las eléctricas aún tienen que invertir 20 millones para cumplir con las exigencias del CSN

Pero Endesa e Iberdrola no parecen dispuestas a inyectar más fondos sin garantías de que acabarán recibiendo el visto bueno. “No vamos a seguir invirtiendo sin saber si se nos dará la autorización. Ya hemos realizado inversiones millonarias sin tener claro si van a servir de algo”, apuntan fuentes próximas a Nuclenor.

Las dos eléctricas están a la espera de que el nuevo Gobierno avale la ampliación de la vida útil de las centrales nucleares hasta los 50 o 60 años de funcionamiento, preferentemente a través de la aprobación de un nuevo Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR) que contemple expresamente la operación del parque nuclear a largo plazo. El actual plan de residuos realiza todos sus cálculos y previsiones en base a una vida útil de las centrales de 40 años, pero un borrador del nuevo programa elaborado por Industria la pasada legislatura ya incluía un escenario posible con 50 años de vida útil. Una vez que tengan esa señal pronuclear por parte del renovado Ejecutivo de Mariano Rajoy, las compañías se plantearán ejecutar esas inversiones pendientes en Garoña.

Garoña no reabrirá

En cualquier caso, la reapertura de la central de Garoña es más que improbable. Las compañías propietarias mantienen el pulso para conseguir el visto bueno del CSN a la renovación de la licencia. Pero sus planes no pasarían por aprovechar ese visto bueno para reabrir Garoña, una central antigua, enana en relación a la capacidad de las más modernas y que lleva ya casi cuatro años cerrada, lo que hace muy difícil que a las eléctricas les salgan las cuentas para hacer rentable la reapertura.

Las compañías esperarán a que el nuevo Gobierno avale la ampliación de la vida de las nucleares hasta 50 o 60 años

El informe del supervisor pretende utilizarse como aval de la viabilidad técnica de que las centrales funcionen más allá de los 40 años. El ‘sí’ a la reactivación de Garoña supondría un precedente para el resto de plantas españolas (controladas también por Iberdrola, Endesa y Gas Natural), que verían abierta la puerta a renovar sus licencias más allá de las cuatro décadas.

La central de Almaraz, en Cáceres, es la próxima a la que le caducarán el permiso de explotación y la dirección de la planta ya ha confirmado que solicitará la renovación de la licencia al menos por diez años, lo que la llevaría a superar el límite de las cuatro décadas en funcionamiento.