El ladrillo es el gran lastre de Popular y el escollo que subrayan los potenciales compradores ante la dificultad que sup0ndría digerir activos improductivos por valor de 37.000 millones de euros.
Sin embargo, el cambio de ciclo del sector inmobiliario podría convertirse en una palanca de crecimiento para la entidad. Y, mientras los posibles candidatos a adquirir el banco ponen en acento en los números rojos de cara a rebajar todo lo posible la factura de una potencial operación, fuentes del entorno de Popular indican que la nueva coyuntura económica va a favorecer la evolución de la cartera de activos tóxicos, tal y como señaló recientemente Goldman Sachs en un informe sobre el sector financiero español.
Popular aspira a que las ofertas de compra de los interesados alcancen un precio cercano a los 4.000 millones de euros. Esta valoración implicaría una prima del 34% frente a la capitalización actual de Popular, que se sitúa en los 2.971 millones de euros.
Goldman Sachs considera que mientras los últimos años de crisis la exposición de la banca al ladrillo ha supuesto un lastre para el negocio financiero, ahora el “viento en contra” se va a convertir en “viento de popa”.
El grupo americano señala que, tras ocho años de continua contracción del sector inmobiliario, los precios de la vivienda empezaron a crecer en 2016 y prevé incrementos adicionales de entre el 4% y 6% durante los próximos años, lo que supone un giro para la banca, ya que los mayores precios pueden reducir con fuerza sus provisiones.
“La exposición de los bancos españoles al sector inmobiliario sigue siendo grande y problemática, con los supervisores presionando a los bancos para que reduzcan significativamente sus activos improductivos en los próximos años. No obstante, esperamos que un fuerte impulso en el momentum del sector inmobiliario provoque un cambio de régimen para los bancos españoles”, señala el citado informe, mostrándose positivo con el devenir de las carteras tóxicas de la banca española.
De hecho, Popular es, según los analistas del gigante de Wall Street, el banco que más se beneficiaría de una rápida recuperación del sector inmobiliario en el país. En este escenario, la entidad, que cerró 2016 con pérdidas por valor de 3.500 millones de euros, podría ganar 1.000 millones de euros con la venta de activos problemáticos. Sin embargo, en un escenario desfavorable para el ladrillo, el banco que capitanea Emilio Saracho sufriría pérdidas superiores a los 1.800 millones.
Si el sector inmobiliario se recupera con rapidez, Goldman estima que Popular habrá reducido su volumen de activos tóxicos hasta 26.100 millones al cierre de 2017; hasta 23.500 millones el próximo ejercicio y se situará en 20.700 millones en 2019. En cuanto a las coberturas, irían mejorando del 47%, 49% y 52%, respectivamente.
Desde Goldman señalan que la fuerte dependencia del negocio de Popular a la evolución de la cartera de activos problemáticos hace que sea la entidad española que presenta mayor dispersión en términos de valoración en bolsa, según las dinámicas que registre el sector inmobiliario.
Así, el informe, emitido el 7 de febrero, le daba un potencial de revalorización en bolsa del 33% en el escenario más favorable -los títulos valían entonces 85 céntimos de euro, frente a 69 céntimos hoy-, al tiempo que vislumbraba un riesgo de caída del 62% si el sector inmobiliario no mantiene su tendencia positiva.
Reevaluación de la cartera tóxica
La valoración de la cartera inmobiliaria es una de las prioridades del equipo gestor, de cara a identificar el verdadero agujero que podría sufrir el banco y las necesidades de liquidez. Ignacio Sánchez-Asiaín, consejero delegado de Popular, señaló hace unos días, en el marco de la presentación de resultados del primer trimestre, que "se está haciendo un análisis muy exhaustivo y se están analizando más de 40.000 activos problemáticos uno a uno", en un ejercicio de máxima transparencia para recuperar el favor de los mercados, ya que, en su opinión, la falta de confianza es el principal problema del banco.
“Los mercados financieros no muestran confianza y eso tiene que ver con haber generado expectativas que se han cumplido o no en el pasado. Nosotros no queremos generar expectativas que no estén basadas en la realidad", señaló el ejecutivo.
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