Es un clásico. Impertérritas al final de la barra de cada bar español hay una máquina tragaperras, banda sonara de horas de horas muertas con sus avances y sus premios en monedas, intencionadamente ruidosas para atraer todas las miradas.

Tienen su encanto, quizás por la familiaridad, pero se están quedando antiguas. Cada vez son menos los que cogen las vueltas del café o la caña y prueba por si acaso. Internet ha acabado con muchas cosas tradicionales, y las tragaperras no han conseguido, por pura esencia, evitar que el mundo online se las lleve por delante. Ya no se pulsan los botones, se hace clic con el ratón.

En dos años y medio, los que lleva regularizado el juego online de máquinas de azar, las cantidades jugadas en esta modalidad se han disparado un 585% hasta cerrar el año 2017 por encima de los 2.347 millones de euros.

Las tragaperras en internet ya son el segundo juego más popular, sólo por detrás de las imbatibles apuestas deportivas. La evolución durante todo el año pasado fue constante: en enero las cantidades jugadas alcanzaron los 159 millones de euros, pero se fueron hasta los 260 millones en diciembre. En el último trimestre del año, el más potente tradicionalmente para el juego online, las máquinas de hacer se tragaron poco más de 700 millones de euros.

A nivel interanual el crecimiento también es impresionante. En todo el año 2016 las cantidades jugadas superaron por poco los 1.330 millones, disparándose hasta rondar los 2.350 millones el año pasado. Ningún otro juego ha aumentado sus cifras de esta manera.

Regulación tardía

La Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ) es el órgano que regula el juego online en España. Nació en el año 2011, cuando la legislatura del socialista José Luis Rodríguez Zapatero ya agonizaba, y comenzó sus funciones con el arranque de 2012.

Los orígenes no fueron fáciles para la DGOJ, cuya principal misión era proteger a los jugadores online, sí, pero también debían ayudar a repoblar las maltrechas arcas de Hacienda, cartera de la que depende, en los peores momentos de la crisis económica.

Sin embargo, tuvieron que pasar un par de años, y otros tantos directores del departamento, para que las máquinas tragaperras entraran dentro de la regulación. Fue en mayo del año 2015 cuando quedó instaurada su oferta en internet.

La tardanza había que buscarla en el poderoso grupo de fabricantes de las máquinas tradicionales, con actores importantes como Cirsa o Recreativos Franco, que veían como las ventas se desplomaban y los ingresos caían. A eso había que sumar una regulación restrictiva que no dejaba al sector recuperarse ofreciendo mayores premios para atraer a un grupo de jugadores fiel que, sin embargo, por su media de edad tiene que ir desapareciendo.

El atractivo ahora está en internet, donde la inmediatez y la rapidez es aún mayor que en el bar. Las tragaperras no tienen mucho misterio: se introduce la cantidad y se hace clic en el sitio correspondiente. La gran ventaja de jugar online es que todo es más rápido, más fácil y más cómodo.

Los clásicos se mudan a la red

El bajón en otros juegos ha hecho además que empresas como PokerStars, que aglutina el 70% del total jugado al póker online, haya empezado a abrir el abanico y oferten máquinas tragaperras o ruleta. Es una tremenda vía de ingresos que ayuda a salvar sus balances.

Las tragaperras no son la única modalidad que ha encontrado su refugio, su futuro y su salvación en internet. En los dos últimos años clásicos de los casinos físicos como la ruleta y el blackjack ha disparado sus ingresos sobre todo gracias a que casas como PokerStars han decidido incluirlas en su oferta.

La ruleta está viviendo una segunda -o tercera o cuarta- juventud. En el año 2017 los españoles nos jugamos hasta 2.916 millones de euros en la ruleta, si sumamos las dos modalidades que contempla el regulador: la ruleta en vivo y la convencional. La diferencia está en que en las primeras se emite el juego con un crupier y en la segunda todo es automático. El crecimiento respecto al año 2016 alcanza el 50%, pues entonces las cantidades jugadas superaron levemente los 2.000 millones de euros.

Por su parte, el blackjack también está recuperando la popularidad. De hecho, diciembre fue el mejor desde que entró en vigor la regulación de este juego en internet con 91,76 millones de euros.

Este mes de récord ha ayudado a impulsar la facturación anual hasta más allá de los 910 millones de euros, un aumento considerable respecto a los 766 millones de euros del 2016 o los 610 millones de 2015.

El año 2017, de récord

El año pasado fue el mejor de la historia del juego online. Los informes de la Dirección General de Ordenación del Juego reflejan que en total los españoles se jugaron 13.316 millones de euros en internet. Eso significa entran en esa maquinaria en la Red hasta 36 millones de euros diarios.

La recaudación total no ha dejado de multiplicarse desde el año 2012, cuando comenzó la regulación, y se ha disparado un 488% en apenas un lustro. Es cierto que España es un país tradicionalmente aficionado al juego, pero los 2.726 millones de euros de ese 2012 palidecen comparados con las cifras del ejercicio que no hace tanto hemos dejado atrás.

El mejor mes del año pasado en este concepto fue, como ya es habitual, diciembre. El cierre del año, con su mal tiempo, sus vacaciones y su paga extra, es terreno abonado para el juego online, una actividad a la que los españoles dedicaron 1.220 millones de euros en esos 31 días.

Las apuestas volvieron a reinar en el año pasado, y son responsables del 40% de las cantidades jugadas totales con 5.240 millones de euros durante los 12 meses de 2017. Por detrás está el póker online, que se queda en 1.680 millones de euros y sigue estancado a la espera del impulso que pueda suponer la firma del acuerdo de liquidez compartida entre España, Francia, Portugal e Italia.