Economía

¿Por quién votan las empresas españolas en Brasil?

Las elecciones que afronta Brasil este domingo resultan fundamentales para determinar el futuro de una economía necesitada de reformas profundas

Por quién votan las empresas españolas en Brasil.
Simpatizantes del candidato a presidente de Brasil Jair Bolsonaro en un acto de apoyo. | EFE

Santander ya tiene lista su papeleta. Telefónica, también. Iberdrola, Mapfre, Indra y Dia esperan con especial interés el desenlace de la votación. Y lo mismo ocurre con Cie Automotive, Prosegur y Ezentis. La lista aún podría multiplicarse de forma significativa. Porque resulta difícil dar con una empresa de la bolsa española que no tenga intereses directos en Brasil.

Las cotizadas españolas registraron en 2017 ventas en el mercado brasileño por un valor cercano a los 55.000 millones de euros, algo más del 10% del total, según cálculos de FacSet. "Santander, por ejemplo, obtiene un 26% de sus ingresos de su negocio en Brasil, Mapfre anunció que invertiría en el país gracias a su pacto con el Banco do Brasil aumentando su participación accionarial en sus negocios y Telefónica dejó claro que Brasil sería su mercado clave para crecer", apunta Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank. Estos estrechos lazos hacen de la bolsa nacional un mercado muy dependiente de los avatares de la gran potencia sudamericana. Cuanto acontece de relieve en la economía de Brasil tiene su reflejo en la bolsa española.

Por eso, un gran número de empresas e inversores españoles aguardan con expectación los resultados de las elecciones que Brasil celebra este domingo para determinar quién será su próximo presidente. Y es que lo que suceda en estos comicios puede ser decisivo para determinar cuál será el futuro del país. "Esta es una elección importante, no solo porque se votarán muchos cargos políticos, sino porque la futura administración tendrá la responsabilidad de enfrentar los crecientes desequilibrios fiscales de Brasil, y esto requerirá reformas estructurales políticamente desafiantes", Irina Topa-Serry, economista de Axa Investment Managers.

Tras una profunda recesión, Brasil atraviesa un periodo de recuperación aunque persisten algunas huellas de la crisis

Brasil alcanza estas elecciones en un momento crucial. Después de atravesar una profunda recesión entre finales de 2013 e inicios de 2017, en la que la economía se contrajo un 9,5%, sazonada por un convulso escenario político, el país ha encauzado en los últimos tiempos el camino de la recuperación, sellado el año pasado con un crecimiento anual del 1% y la expectativa de que este año se acelere hasta el 1,5%. Bajo el Gobierno de Michel Temer, "se han lanzado algunas señales positivas al mercado: menor gasto público, cierta reducción del déficit...", observa Alejandro Varela, gestor del fondo Renta 4 Latinoamérica. Desde una de las empresas españolas con más presencia en el país recalcan la importancia que ha tenido la reciente reforma laboral, que ha simplificado mucha la situación del mercado de trabajo en Brasil.

Eso le ha permitido salir indemne de un escenario complejo para las economías emergentes, como bien ha quedado patente en los casos de Turquía y Argentina. Sin embargo, también perviven huellas de la crisis, como una elevada tasa de desempleo (superior al 12%). Y, sobre todo, sigue sin resolver una cuestión que alarma a los expertos: un escenario fiscal claramente deficitario. "El gran problema de Brasil son sus cuentas fiscales. La próxima administración debe poner al país nuevamente en un camino fiscal sostenible", corrobora Topa-Serry, quien subraya que desde 2013 la deuda pública bruta del país ha pasado del 51,5 al 77%.

La desconfianza sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas ha quedado plasmada en el hundimiento de la moneda nacional, el real, que ha cedido un 20% de su valor frente al dólar en los últimos doce meses. "Creemos que Brasil es fiscalmente insostenible a medio plazo si no reforma inmediatamente su sistema público de pensiones y los privilegios de sus empleados públicos. Si no acomete esas reformas estructurales, será un país muy vulnerable cuando se endurezcan las condiciones crediticias globales o se produzca una recesión económica”, explica Roberto Scholtes, director de Estrategia de UBS Wealth Management en España.

El duelo electoral

El mercado observa las elecciones, por lo tanto, con la esperanza puesta en que de ellas salga un presidente capaz de poner en marcha las reformas que requiere el país. Pero lo cierto es que, en un clima social tremendamente polarizado, los candidatos considerados, en un principio, más proclives a este tipo de políticas, como el líder del partido de centro-derecha PSDB, Geraldo Alckmin, han quedado francamente rezagados en las encuestas, que a día de hoy auguran de forma casi indiscutible un duelo en segunda ronda -que se celebrará el próximo 28 de octubre- entre los líderes extremistas Jair Bolsonaro (de extrema derecha) y Fernando Haddad (del izquierdista Partido de los Trabajadores, con el que gobernaron Lula da Silva y Dilma Roussef entre 2003 y 2016).

En este duelo, las preferencias de los inversores han quedado claramente establecidas en los últimos días, cuando a medida que Bolsonaro iba aumentando su ventaja en las encuestas los activos brasileños se iban revalorizando -el índice bursátil Bovespa llegó a escalar casi un 6% entre el martes y el miércoles de esta semana-, en un movimiento que perdía fuerza ante la aparición de sondeos que apuntaban en la dirección contraria.

"Económicamente hablando, Bolsonaro parece haber despejado las dudas de los inversores debido a su orientación favorable hacia los mercados y por la figura del economista Paulo Guedes que se encuentra dentro de su entorno", observa López-Gálvez. Guedes, en el que el candidato de extrema derecha parece haber delegado toda su acción económica, es un prestigioso financiero brasileño de ideas ultraliberales, aprendiz de la Escuela de Chicago, y que se presenta con un programa reformista y liberalizador de la economía muy radical. "Es una persona con las ideas clara, que sabe lo que quiere hacer: recorte del gasto público, rebaja de impuestos, abordar privatizaciones. Precisamente, las cuestiones que tiene pendientes el país", corrobora Alejandro Varela.

Pero, como observa Edwin Gutierrez, jefe de deuda soberana en mercados emergentes de Aberdeen Standard Investments, si el mercado ha puesto su confianza en Bolsonaro más que por sus ideas es por el rechazo a su rival. "La reforma de las pensiones es absolutamente crítica para la salud fiscal de Brasil ya que el presidente entrante simplemente se quedará sin dinero a menos que reduzca el gasto en pensiones. Sin embargo, Haddad ha prometido desechar las reformas y el programa de privatizaciones del actual presidente, Temer. El candidato también ha prometido eliminar el programa de privatizaciones del presidente Temer ha establecido", explica.

La dificultad de obtener suficientes apoyos en el Congreso puede ser un lastra para las políticas del nuevo presidente

En cualquier caso, algunos expertos advierten de que el mercado podría estar obviando que gane quien gane se encontrará con un escenario muy complejo para sacar adelante sus planes de gobierno. "Sea cual sea el resultado, el parlamento estará muy fragmentado y no parece que el vencedor vaya a hacer grandes reformas estructurales", confirma López-Gálvez.

En esa idea insiste Alberto Ramos, economista jefe de Goldman Sachs en Latinoamérica, quien observa, en declaraciones a Financial Times, que será difícil que el próximo presidente cuente con unas condiciones mejores que las que ha disfrutado Temer para abordar las reformas. "Tenía un equipo de primer nivel en el Ministerio de Finanzas, tenía una base amplia en el Congreso y la posición macro era tan desesperada que no tenía que convencer a nadie de la necesidad de un cambio. ¿Y que pasó? Muy poco."

Ahora, con el país en recuperación, la disposición social a asumir nuevos sacrificios parece mucho menor. "Comprimir el gasto del gobierno será políticamente doloroso. Excluyendo los pagos de intereses, el 90% de los gastos del presupuesto actual son obligatorios, a saber: gastos en pensiones, salarios de los funcionarios públicos, atención médica y educación, y subsidios. Estos tipos de gasto son particularmente difíciles de reducir", apunta Topa-Serry.

Un escenario éste, poco favorable para los intereses de las empresas españolas en el mercado brasileño, al que la mayoría de firmas de inversión auguran crecimientos muy moderados en los próximos años.

Hace apenas una década, la ventajosa posición competitiva de las grandes cotizadas nacionales en el gigante latinoamericano era vista como una fortaleza que otorgaba un gran potencial a la bolsa española. En los últimos tiempos, en cambio, ha representado más un freno. "Los riegos eclipsan claramente su atractivo. La falta de reformas estructurales y la débil inversión en infraestructuras, I+D, educación, etcétera debilitan su crecimiento potencial (probablemente por debajo del 2% anual) y la inseguridad jurídica e incertidumbres política, económica y financiera implican unas altas primas de riesgo que deprimen las valoraciones", apunta en este sentido Roberto Scholtes.

Este domingo, Brasil afronta la primera fase de un proceso que, tal vez, pueda suponer el principio del fin a esos lastres. Por ello votarán, sin duda, las empresas españolas en el país.

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