Economía

Luces y sombras de la salida a bolsa de Uber

La plataforma de transporte ha desembarcado este viernes en Wall Street con caídas que han llegado a sobrepasar el 6%

Protestas contra Uber en Sao Paulo (Brasil). EFE

Este viernes Wall Street se ha vestido de negro, y no precisamente porque esté de luto. La bolsa de Nueva York ha lucido los colores de Uber, como ya es tradicional cuando una gran compañía estadounidense comienza a cotizar, para celebrar el mayor desembarco en el parqué del último lustro.

La plataforma de transporte, que puede arrogarse el haber cambiado la movilidad en medio mundo, se ha estrenado en el mercado con una valoración en el entorno de los 75.500 millones de dólaress, poco más de 67.000 millones de euros, y se convierte en la mayor empresa en lanzarse a probar el apetito de los inversores desde que Alibaba hiciera lo propio en el año 2014.

Uber sigue así los pasos de Lyft, su gran competidor en suelo estadounidense, que debutó hace un par de meses con una fuerte subida inicial y un enfriamiento de los títulos que han dejado su precio por debajo de la cota inicial.

La situación de Uber es diferente porque Uber es una compañía diferente. Al contrario que el resto de sus rivales, que han optado por dominar una zona geográfica y explotarla -Cabify en Latinoamérica y España, Didi en China, Lyft en EEUU- la plataforma californiana tiene una estrategia de rápida expansión y de conquista continua de nuevos territorios. A día de hoy está presente en 63 países.

Por supuesto, este plan tan agresivo afecta directamente a sus cuentas, ya que se enfoca más en aumentar su zona de influencia frente a conseguir una rentabilidad afianzada que ayude a que los balances no presenten agujeros trimestre tras trimestre. Está por ver si los inversores premian estos planteamientos o si castigan con dureza los números rojos.

De momento, las cifras económicas de Uber no invitan al optimismo. Según los documentos que ha presentado ante el regulador bursátil estadounidense, en el año 2018 las pérdidas rebasaron por poco los 3.000 millones de dólares, 2.700 millones de euros, pese a que los ingresos subieron desde los 7.900 millones de dólares del cierre del año 2017 hasta los 11.300 millones de dólares, 10.080 millones de euros, con los que echaron el cierre el pasado mes de diciembre.

Es cierto que el empuje en la facturación es importante, pero las cifras se han ralentizado respecto al avance registrado entre 2016 y 2017. Este es uno de los puntos que más interés provoca en los inversores y puede jugar en contra de Uber, a la que se le pide que, al menos, mantenga al alza los ingresos.

La rentabilidad es "incierta"

A Uber le queda un largo camino para alcanzar la ansiada rentabilidad. Los principales analistas de Wall Street llevan días recomendando a todos los interesados en entrar en el capital de Uber que puede pasar bastante tiempo antes de que recuperen su inversión, y asegurando que Uber es un valor con el que comprometerse a largo plazo.

Ni siquiera los ejecutivos de la propia compañía son capaces de vislumbrar el momento en el que cuadren las cuentas. En una de sus comunicaciones con los reguladores bursátiles Uber ha reconocido que "no hay certeza" de que puedan rentabilizar sus oeraciones.

"Muchos de nuestros esfuerzos por generar ingresos son totalmente nuevos", explican, advirtiendo de que "cualquier fracaso por conseguir ingresos o contener las pérdidas pueden evitar que consigamos la rentabilidad".

La transparencia de Uber en su folleto de salida a bolsa, un documento de 200 páginas, ha sorprendido a los analistas. "Nos queda el consuelo de pensar que la compañía ha sido sincera", explica Clement Thibault, analista de Investing.com, que afirma que "no podemos decir que Uber no crezca. Pero sí es cierto que su crecimiento en ingresos no se traduce, como querrían, en un crecimiento de los beneficios. Uber está perdiendo muchísimo dinero".

Teniendo en cuenta que en el año 2018 los conductores de Uber han completado 5.200 millones de viajes, la matemática dicta que la plataforma pierde 51 céntimos de euro por trayecto, una cifra que asustará a los inversores.

Estas dudas no han pasado desapercibidas para los inversores en los primeros compases de la compañía en bolsa. Aunque finalmente el precio de colocación se fijó en la banda baja del rango de valoraciones -se llegó a especular con valoraciones más próximas a los 90.000 millones de dólares- las acciones de la compañía se estrenaron en el parqué con caídas, que en los primeros minutos llegaron a sobrepasar el 6%.

Nuevas vías de negocio

Uber también se diferencia con sus competidores en que sigue buscando nuevas vías de negocio, quizás por esa -de momento- nula capacidad para rentabilizar el transporte de pasajeros. La compañía dirigida por Dana Khosrowshahi también entrega comida a domicilio (Uber Eats) y está inmersa en nuevas opciones de movilidad como los patinetes y las bicicletas eléctricas con Lime y Jump respectivamente.

De momento, estás ramas de su actividad no están aportando demasiado, pero Uber tiene muchas esperanzas puestas en ellas. El transporte de viajeros fue responsable del 81% de los ingresos totales de Uber, mientras que Uber Eats consiguió pasar de 587 millones de dólares de facturación en 2017 a los poco más de 1.400 millones de dólares, 1.250 millones de euros, del pasado año.

Cuando empiece a ofrecer datos trimestrales, algo a lo que están obligadas todas las empresas que cotizan en Wall Street, Uber va a imitar a Google y a englobar los ingresos de Lime y Jump en una parcela que quedará bautizada como "otras apuestas". De esta manera los inversores tendrán claro que su core business, el transporte y la entrega de comida, es el que tira del carro.

Lo que también sabremos es el número de personas que utilizan Uber en todo el mundo. A cierre del año 2018, un total de 91 millones de usuarios hicieron un viaje en un Uber o pidieron comida en Uber Eats al menos una vez al mes, una cantidad que prácticamente se ha doblado respecto al inicio del mes de enero del año 2017.

Esta por ver si Uber es capaz de surfear la marejada que suelen provocar las salidas a bolsa de compañías tecnológicas. No debería sorprender un fuerte repunte en las primeras horas o jornadas que, con el paso de los días, termine por convertirse en un batacazo importante. Que se lo digan a Lyft.

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