La empresa de alquiler de esquís Verdesoto lleva más de 55 años trabajando en el Puerto de Navacerrada. La Escuela Sierra de Madrid enseña a esquiar a los madrileños desde 1997. Daktak, otra academia deportiva, se fundó en 2012 para iniciar a sus clientes en el snowboarding. La vida de estos tres negocios dependen de la histórica estación de esquí del Puerto. Y ahora, después de que el Gobierno haya obligado a cerrar tres de sus siete pistas, temen irse al garete y quedarse sin trabajo.

La decisión pilló a la estación por sorpresa. El Organismo estatal Parques Nacionales, dueño de los terrenos, ha decidido poner punto y final a la actividad de las pistas del Escaparate, el Telégrafo y el Bosque de Navacerrada y no firmar una nueva concesión por motivos ambientales. Antes de que termine octubre, la concesionaria tendrá que desmontar las pistas y devolver los terrenos en su estado original. Nada de telesillas, remontes y cañones de nieve.

Parques Nacionales no volverá a ceder los terrenos por motivos que responden al cambio climático y por las "diversas figuras de protección" de estos montes

"Nunca hemos tenido ningún conflicto. Ha sido una sorpresa sobrevenida que nadie esperaba", dice Gonzalo García San Miguel, presidente de la estación de esquí. La compañía no comprende la decisión de Parques Nacionales, una institución que depende del Ministerio para la Transición Ecológica. Las tres bajadas pertenecen a la vertiente segoviana de la estación. Son las más importantes porque ofrecen más días de esquí al año que las otras cuatro. Y si finalmente se desmantelan, la estación cerrará por completo.

Los felices años 60

En 2007, García San Miguel y otros socios compraron el complejo después de que la Comunidad de Madrid decidiera reprivatizarlo. La estación nació a finales de la década de los 40 para satisfacer la afición de los madrileños al esquí. Se levantó en el Puerto de Navacerrada, a más de 1.900 metros de altura. Las pistas se extienden por tres municipios: Cercedilla y Navacerrada, en Madrid, y La Granja de San Ildefondo, en Segovia.

La estación ha sufrido otros altibajos a lo largo de su historia. Su etapa de mayor éxito fue entre los 50 y los comienzos de los 70. Era la época en la que monopolizaba casi en exclusiva la demanda de los miles de esquiadores madrileños. El escritor y naturalista Julio Vías calcula que en alguna ocasión se llegaron a contar más de un centenar de autobuses, 6.000 automóviles y más de 20.000 personas en el Puerto y sus alrededores. Unos años en los que se construyeron hoteles, restaurantes y negocios del esquí.

Aquel esplendor terminó a finales de los 70 y nada volvió a ser lo mismo. Hubo varios motivos detrás de esta primera 'caída'. Por un lado estaba el follón de administraciones implicadas en el desarrollo de la estación: provincias, ayuntamientos, parques, conferencias hidrográficas, carreteras… Por el otro, la construcción de dos estaciones vecinas, Valdesqui y Valcotos. Y como colofón, se mejoraron las comunicaciones por carretera y ferrocarril hacia el resto de España. Para un esquiador madrileño, ya no era difícil viajar a los Pirineos o a Sierra Nevada.

En 1981 la Diputación Provincial de Madrid compró la empresa de la estación, TAGSA, cuando estaba al borde de la quiebra. Lo más reseñable de este periodo fue la instalación de un sistema de producción de nieve como parte de un 'megaplan' de reconversión que se quedó a medias. En total se colocaron 58 cañones para garantizar un mínimo de nieve al año. Pero la estación no iba bien. Después de la temporada 2005-06, la Comunidad de Madrid decidió reprivatizarla. En enero de 2007, Río Invest, la sociedad de García San Miguel y otros empresarios, adquirió el complejo.

"Nos iremos al paro"

Para llegar al Puerto de Navacerrada desde el centro Madrid hay que recorrer unos 60 kilómetros. Primero por la A-6 y luego por la M-601. Esta última carretera serpentea los altos montes para subir a lo que hoy conocemos como el Puerto. Las primeras construcciones del siglo pasado y todo lo que vino a rebufo de la estación de esquí han dibujado un paisaje montañoso singular. En la zona más baja encontramos los bloques de pisos construidos durante el boom inmobiliario que vivió el lugar entre los 70 y 90. Después aparecen los edificios de los albergues, las residencias o la estación de tren. Y, por último, en la parte alta, se encuentra el corazón del Puerto: los aparcamientos, los negocios y la estación.

García lo tiene claro. El cierre total de la estación no sólo dejará en la calle a sus 30 empleados, sino que afectará a más de 200 que viven directa o indirectamente de estas pistas de esquí. Unas víctimas evidentes del desmantelamiento son las tres escuelas de esquí asentadas en la estación: la Escuela de Esquí Navacerrada, la Escuela de Esquí Sierra de Madrid y la Daktak Escuela, de snowboarding. "Nos quedaremos sin trabajo, nos iremos al paro y, sobre todo, perdemos la ilusión que habíamos aportado todos estos años", lamenta Almudena Álvarez, directora de Daktak.

"Si cierran esas pistas, la escuela cierra automáticamente", pronostica Paco Moreno, responsable de la academia Sierra de Madrid. Moreno explica la estación del Puerto se utiliza para que la gente se inicie en el esquí, en pistas como la de el Telégrafo y el Escaparate. Esta última temporada han trabajado en la escuela unos 10 profesores, pero antes de la pandemia lo hacían entre 15 y 20 monitores.

El problema no viene por los esquiadores, sino por la basura y las avalanchas de gente que suben cuando hay nieve y sol. No se puede ni andar por la carretera"

Andrés Pino, presidente de la Asociación Puerto de Navacerrada

Los otros negocios afectados son los de alquiler de esquíes. Hablar del Puerto de Navacerrada es hablar de los hermanos Verdesoto. En 1964, Román Verdesoto, fallecido en 2019, fundó la compañía de alquiler de esquís Verdesoto. Es uno de los negocios ubicados junto a la estación y los aparcamientos. Hoy lo sigue regentando la familia fundadora. La viuda de Román, Lola, de 85 años, descuelga el teléfono y responde a la pregunta sobre el futuro de su negocio. "Nos afecta totalmente. Llevamos 60 años aquí y resulta que todo el material se ha comprado poco a poco", explica. La empresa también vende trineos, raquetas, guantes o gafas, pero Lola vaticina que el negocio se irá "a la ruina" tras la decisión de Parques Nacionales. El hermano de Román, Ricardo, montó justo delante la Venta Arias, donde también se alquila material para el esquí.

Una hostelera del Puerto dice que el cierre de la estación tiene "más de sentimentalismo que otra cosa". Piensa que los más perjudicados serán las escuelas y negocios de alquiler de esquí, pero que apenas afectará a los hoteles porque la gran mayoría de habitaciones la ocupan los senderistas o montañistas.

Andrés Pino, presidente de la Asociación Puerto de Navacerrada, cree que la destrucción de empleos repercutirá, sobre todo, a los trabajadores de la estación. "Con toda la gente que sube no creo que los restaurantes tengan problema", señala. "Todo el problema no viene por los esquiadores, es por el problema de la basura y la masificación, por las avalanchas de gente que suben cuando hay nieve y sol. Es impresionante. No se puede ni andar por la carretera", sostiene.

Una decisión "sin fundamento técnico"

La empresa de la estación no se dará por vencida e intentará que Parques Nacionales cambie su posición. Tienen poco tiempo. El 3 de abril caducará la concesión firmada por 25 años y pasará a dominio público forestal. A partir de ese momento, deberá desmantelar las pistas a contrarreloj. "Esta concesión viene de 1940. Se ha ido renovando siempre", denuncia Gonzalo García. El organismo dependiente del Ministerio de Teresa Ribera explica que la decisión "responde al escenario actual de cambio climático". Y en concreto, al aumento de las temperaturas en el Puerto. Según detalla el Ministerio, desde la década de los 70, la temperatura media en el Puerto ha aumentado un 1,95ºC y la nieve se ha reducido en un 25%.

Parques Nacionales también defiende que la estación cuenta con "diversas figuras de protección". Los terrenos donde están las pistas y los telesillas lindan con el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. El resto limita con otro área de especial protección del mismo parque. Las instalaciones deportivas se encuentran, además, dentro de la Reserva de la Biosfera Real Sitio de San Ildefonso - El Espinar, una zona de especial protección para aves y de especial conservación.

El 3 de abril caduca la concesión firmada por 25 años. Parques Nacionales está buscando alternativas para reactivar la economía de la zona

Pero el presidente de la estación de esquí cree que los argumentos del organismo estatal "son poco consistentes". "Da la sensación de que estamos dentro del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y no es verdad (…) La estación es una zona de exclusión del Parque para poder esquiar. En un parque nacional no está permitida ninguna edificación, pero no es nuestro caso, la única influencia del organismo es que es el titular del suelo y, en base a eso, prohíbe", insiste. "Nosotros no tenemos ningún expediente abierto con nadie por ningún tipo de delito ambiental, ni nunca lo ha habido", aclara.

Desde la estación tampoco entienden que se justifique el cierre con el cambio climático. Aseguran que las temperaturas nunca han impedido que en un año haya nieve. Si fuera así, añaden, las 38 estaciones de esquí que hay en España no serían viables. Gonzalo García también descarta que los problemas de tráfico en la carretera se deban a la estación. Más bien se lo explica por el elevado tráfico de la autovía que une a Madrid con Segovia y por un paso de peatones muy frecuentado. También defiende que la masificación del Puerto se da fuera de la temporada de nieve. "A la estación acuden 500 personas al día a hacer esquí que no producen ningún tipo de daño ecológico y practican un deporte limpio", dice el empresario.

La compañía agota estos días sus últimas balas. Se han puesto en manos de unos abogados. Parques Nacionales les ha dicho que está buscando alternativas para reactivar la economía de esta zona del Puerto de Navacerrada. Pero la empresa sólo quiere mantener sus pistas: "Es una estación pequeña, pero es memoria histórica viva. Espero que la Administración lo reconsidere".