El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves flexibilizar su objetivo de inflación. Mientras que antes se situaba "por debajo pero cerca del 2%", ahora queda en un objetivo "simétrico" del 2% a medio plazo y no en un momento concreto.

El cambio es histórico porque supone la primera revisión de la institución en 18 años, desde 2003, algo que viene siendo una promesa y prioridad de su presidenta, Christine Lagarde, desde que reemplazó a Mario Draghi en el cargo a finales de 2019. Pero la pandemia ha retrasado sus planes.

Así, mientras que antes, aparentemente, preocupaba más que los precios crecieran por encima del 2% a que se situaran por debajo, ahora el objetivo es simétrico: inquietará del mismo modo una distorsión por un lado que por otro, como recalcó este jueves Lagarde en una rueda de prensa.

"Esta meta cuantitativa específica es clara y fácil de comunicar, y proporciona un ancla fuerte para las expectativas de inflación, que es esencial para mantener la estabilidad de precios", explicó Lagarde, para quien la fórmula anterior daba pie en a percepciones erróneas sobre las aspiraciones del Consejo de Gobierno del BCE. Ahora, la nueva formulación "elimina cualquier posible ambigüedad y transmite resueltamente que el 2% no es un límite".

En el caso de que se produzca una desviación en la inflación, tanto positiva como negativa, y sea duradera, el organismo tomará acciones. "Tenemos muy claro que la clave y el primer instrumento que utilizaremos serán los tipos de interés", explicó la directiva. El resto de instrumentos (orientaciones a futuro, compras de activos y operaciones de financiación a más largo plazo) seguirán formando parte de la caja de herramientas y se emplearán "según sea necesario".

Lagarde también anunció que el BCE no puede esperar otros 20 años para la siguiente revisión, sino que a partir de ahora lo hará periódicamente, en pro de la transparencia. La próxima tendrá lugar en 2025.

¿Cómo afecta la decisión de la institución a España? En principio, de forma positiva, por varios motivos. Por un lado, porque reduce las posibilidades de que el BCE suba los tipos de interés, es decir, aumente el coste de la financiación, lo que podría empujar al país a una recesión si aún no se ha recuperado completamente de la crisis económica causada por la pandemia. Por otro, por el del pago de su deuda, a la que le viene bien algo de inflación para aligerarla.

"El BCE está copiando un poco el formato que ha utilizado la Reserva Federal estadounidense y que tiene en cuenta no el nivel de inflación en un momento dado de forma estática, sino que calcula una media a lo largo de un periodo largo", valora Pablo Gil, jefe de estrategia de XTB. "Teniendo en cuenta que la inflación en Europa no ha superado el 2% en los últimos años, ahora quiere permitirse que la inflación pueda ser superior a ese 2% y no tener que reaccionar modificando esa política monetaria".

El economista apunta que si el BCE subiese los tipos de interés, España correría el riego de volver a entrar en un proceso de desaceleración económica, "que en el peor de los casos acabaría en una nueva recesión", por lo que, con este gesto, la institución consigue protegerse ante ese riesgo. En esa línea, a corto plazo cabe esperar que se mantengan políticas ultraexpansivas y ultralaxas por el lado monetario, recalca, aunque se perjudique a sectores como la banca, al que le interesa tipos más altos que le permitan tener una mayor capacidad de tener mayor beneficio.

"Es una medida que debería fortalecer la capacidad de crecimiento de la zona euro, ya que no se van a retirar esos estímulos monetarios tan necesarios para salir de la crisis que generó la pandemia del Covid-19", resume Gil.

De forma similar opina Victoria Torre, responsable de oferta digital de Singular Bank, apuntando que la decisión "reduce la incertidumbre" de los mercados y "beneficia a los países más endeudados". "Es un avance muy importante el hecho de que se introduzca esta flexibilidad. Da muchísima tranquilidad a los mercados", subraya.

"Vivimos en una economía tremendamente endeudada a nivel de gobiernos, de empresas y de particulares. Si nos subiesen el coste de financiación, los tipos de interés, correríamos el riesgo de entrar en un nuevo proceso de desaceleración económica que en el peor de los casos podría acabar en una nueva recesión", explica.

Cambio climático

Al mismo tiempo, el BCE ha aprobado "un ambicioso plan de actuación frente al cambio climático": va a incluir consideraciones relacionadas con el cambio climático en sus operaciones de política monetaria como la valoración de riesgo de las garantías que acepta para prestar dinero a los bancos y de los bonos que adquiere en sus programas de compras de deuda.

"Atajar el cambio climático es un desafío global y una prioridad política para la Unión Europea", ha explicado el banco. En concreto, acelerará su desarrollo de nuevos modelos y realizará análisis teóricos y empíricos para vigilar las implicaciones del cambio climático en la economía, el sistema financiero y la transmisión de política monetaria a través de los mercados financieros y el sistema bancario.

El instituto emisor también desarrollará indicadores experimentales para instrumentos financieros 'verdes' y para registrar la huella de carbono de las instituciones financieras, así como su exposición a riesgos físicos derivados del cambio climático. A la vez, va a exigir a los bancos más información de los riesgos relacionados con el clima de los activos que presentan como garantía para que les preste dinero.