"Es cierto que deberemos atravesar aún situaciones complicadas y será necesario aportar más esfuerzo por parte de todos" pero "con actitud, determinación y haciendo todo lo que esté a nuestro alcance, vamos a conseguir que la compañía continúe su camino". Son las palabras con las que la dirección de Air Europa intenta insuflar ánimo a la plantilla tras el frenazo sufrido esta semana por la venta de la compañía a Iberia.

Hace más de 35 años veía la luz la que se convertiría en la eterna rival de la antigua compañía de bandera. En 1986 realizó su primer vuelo entre Tenerife y Londres y en 1991 un grupo de inversores encabezados por el dueño del grupo Globalia, Juan José Hidalgo, se hacían con la aerolínea.

Apenas dos años más tarde, la compañía rompía el monopolio del que gozaba Iberia hasta entonces en los vuelos nacionales y en 1994 empezaba a operar vuelos en la ruta Madrid-Barcelona. Sólo un año después sus aviones ya cruzaban el charco con destino a Nueva York. Durante toda la década siguiente fue ampliando rutas e incluso se atrevió en 2005 con los vuelos directos a China.

Pero la llegada del coronavirus sumió a la compañía en una grave situación y provocó que Iberia forzase una rebaja del precio por el que había acordado adquirirla apenas unos meses antes de que estallase la pandemia.

Ahora, Air Europa se ve acuciada por las deudas en un contexto en el que la recuperación de su actividad va mucho más despacio que la de otras compañías europeas. La auditora de sus cuentas llegó a reconocer que era posible que Air Europa necesitase una segunda inyección de capital público para sobrevivir.

De momento, su viabilidad parece estar garantizada en el futuro más inmediato gracias a la compensación que pagará Iberia por haber desistido del acuerdo original de compra. A los 40 millones previstos se añadirán otros 35 adicionales que también le darán algo de oxígeno para mantener su operativa a flote.

Por su parte, el Gobierno está completamente volcado con garantizar la continuidad de la aerolínea y con que la fusión con Iberia llegue a buen término, de una manera o de otra. Según fuentes próximas a la operación, podría darse un acuerdo a tres bandas para Iberia adquiera una parte, el Estado entre en el capital a través del canje del préstamo participativo otorgado por la SEPI y la familia Hidalgo retenga un pequeño porcentaje de las acciones.

De momento, se ha abierto un nuevo plazo hasta finales de enero para encontrar una estructura alternativa que satisfaga a todas las partes y no haga saltar la operación por los aires. Pero mientras se encuentra la fórmula definitiva, la aerolínea ha de seguir operando en un contexto de incertidumbre marcado por el aumento de los contagios y el avance de la variante ómicron.

Según la misiva trasladada a la plantilla por el director general de la aerolínea, Richard Clark, y por el CEO, Valentín Lago, la ocupación media para este mes está en un 85%, según la previsión de reservas. Sin embargo, los datos de Eurocontrol reflejan que Air Europa aún está un 45% por debajo en número de vuelos operados respecto al nivel de 2019, pese a que se ha recuperado la conectividad con Estados Unidos y muchos destinos de Latinoamérica. En cambio, otros de sus rivales directos ya se sitúan incluso por encima del 80% respecto a la época previa a la pandemia.

La dirección afirma tener un plan de futuro que ha permitido mantener las operaciones y que "ya está ofreciendo resultados". Desde que comenzó la pandemia, Air Europa ha ejecutado un proceso de reducción de sus aeronaves para el recorte de frecuencias en sus rutas. Poco a poco ha ido rescindiendo de forma anticipada los contratos de alquiler de parte de su flota.

En el comunicado remitido a la plantilla, la dirección remarca que "haber aplicado la disciplina de capacidad como estrategia" ha permitido a la firma "recuperar la senda de la rentabilidad y poder afrontar una deuda que no debemos obviar". De ello depende una plantilla que al término del ejercicio 2020 ascendía a 2.917 trabajadores.