Inflación, déficit, tipos de cambios, ¡deteneos! Ha fallecido Emilio Ontiveros. Daos una tregua y veladle, en silencio, con la quietud y tranquilidad con la que él hablaba de vosotras. Sabed que sin él nos seréis más distantes, más inciertas, más intrincadas, menos previsibles. Sin Emilio podréis campar por vuestros respetos sabedoras que él ya no desvelará más vuestras secretas relaciones ni se anticipará a vuestros perversos planes. 

Se ha marchado vuestro exegeta, así, sin avisaros, sin daros la oportunidad de desmentirle vuestro plan de, aliadas, traernos una recesión a España. A ti, crecimiento, tampoco te ha dado oportunidad con su espantada de demostrarle que eras capaz de conjurarlas y evitar la crisis, como tampoco hemos podido nosotros parar el golpe de la enfermedad en su cuerpo y en su lúcida mente. Te vas, dejándonos una maraña de desequilibrios por desentrañar y una importante lista de ajustes por acometer. No importa, Emilio, porque nos dejas muchas cosas. Dejas a varias generaciones de pupilos que desde el inmenso respeto y admiración a lo que nos diste intentaremos leer en positivo y de manera siempre constructiva esas runas de la economía que nos dejas dispersas sobre la mesa. 

Ni siquiera has dado oportunidad a septiembre de demostrar, como tú siempre pensabas, que la realidad y el esfuerzo colectivo son más fuertes que cualquier vaticinio y que, querer es poder. Pobre septiembre que ahora, sin ti, no tendrá más alternativa que demostrarnos que no estabas del todo en lo cierto y que, sí, podemos alcanzar un crecimiento suficiente empujados por el turismo para librar, al menos hasta fin de año. Tu sabiduría económica basada en una mezcla única de conocimientos, experiencia e intuición te llevó a creer en esa estrecha relación que durante tu vida has tenido con el turismo, al que has visto hacer de España lo que es y al que has ayudado tanto a ser respetado y reconocido como motor del crecimiento. Decía Cervantes, “quien viaja mucho y lee mucho, ve mucho y sabe mucho”. Mucho es lo que en tus cinco décadas de noviazgo con la economía has visto en esta España, en Europa y en este mundo que parece estar desafiando las reglas, las normas y los algoritmos que tan bien conoces. Te vas, no por no verlo; te vas por ser parte del destino que los crea, como te mereces, y contárnoslo, explicárnoslo después, quien sabe si desde un metaverso por venir que te contenga. Amabas la tecnología y creías, desde mucho antes de que ocurriese, que una nueva economía vendría embarcada ella. Flirteaste siempre con ella, con los algoritmos y con sus datos.

Tu palabra siempre sabía a poco por lo rica en el fondo y en las formas

Nos dejas también huérfanos de tu palabra, tranquila, didáctica y llena de ironía que muchos como yo hemos envidiado siempre e imitado a veces. Tu palabra que siempre sabía a poco por lo rica en el fondo y en las formas; tu palabra que no solo pronunciabas con una sonrisa, sino que con la que sabías arrancar las nuestras en cualquier tema por árido que fuese. Te llevas tus ambiciones, que no eran muchas por las ya conseguidas, pero también las de muchos que te soñábamos en el asiento del conductor de la economía española. No pudo ser, no quiso ser. 

Te pregunté, casi animándote a dar un paso adelante en la solución de este inmenso sudoku en que hemos convertido la economía de España y Europa en el momento de máxima zozobra económica, cual sería tu primera decisión si fueses nombrado Presidente del Gobierno de España. “Iría rápidamente al convento de las clarisas con una docena de huevos para asegurarnos el sol en España por muchos años “respondiste con esa mezcla de ironía, experiencia y sabiduría que tan bien sabias manejar ante mi sorpresa y la de la nutrida audiencia que, seguro, siempre te recordará. 

Hiciste con ella, tu palabra, que muchos de tus pupilos no nos alejásemos de la economía, supiésemos ver cualquiera que fuese nuestra profesión el ángulo de la economía y nos sintiésemos parte del círculo de los que hablan de ella con conocimiento. “Nunca desarrolles o defiendas una teoría que no puedas explicar más allá de tus argumentos con datos y con bibliografía”, decías cuando allá por 2013 me enseñaste junto a tu inseparable amigo Ángel Berges a escribir un libro y con ello plantar uno de los pilares de mi vida. 

No sé dónde habrás ido esta tarde del primero de agosto, con prisas y casi sin despedirte. Siempre pensé que allí donde vayan nuestras almas después de su paso por la economía del mundo será una tierra sin monedas, sin presupuestos ni inflación, sin deuda ni tipos de cambio. Ahora sé que no será así para cuando llegue porque tu mente inquieta, parta no aburrirse, a partir de hoy, dará un valor al néctar que liban los dioses, creara un mercado de opciones para las almas que allí descansan y habrá despertado animados debates sobre el futuro de ese eterno infinito al que te incorporas.

Adiós Emilio al que considero maestro, mentor y amigo. Te vas, pero como vaticinaste, nos dejas bajo un sol de agosto que será nuestro mejor aliado en la economía. Descansa en paz.