El fracking ha resucitado en España gracias al Partido Popular, que considera que permitir la extracción de gas y petróleo por medio de este método ayudaría al país a salir de la crisis energética. La fractura hidráulica o fracking obtiene recursos que no están disponibles de una manera convencional en el subsuelo, esto es, no están concentrados sino dispersos y atrapados en el suelo. Inyectando agua por un pozo en el subsuelo y rompiendo la roca se liberan recursos como el gas.
Está técnica se lleva años empleando en EEUU, de donde viene también su rechazo popular. Es la que ha garantizado la independencia energética del país. Los riesgos vinculados al fracking son la cantidad de agua que requiere el proceso y la posibilidad de contaminación de los acuíferos subterráneos por los de productos químicos que se inyectan en la roca.
Pese a la gran oposición que ha tenido es legal en Estados Unidos y el país vende a Europa el gas proveniente de sus pozos, cuando la mayoría de los países de Europa tienen prohibido este método extractivo. Una paradoja más de esta situación de crisis y transición energética. La propuesta del Partido Popular es legalizar el fracking, entre otras medidas, para ayudar a salir de esta situación. ¿Cuál sería el precio a pagar?
En verdad no se sabe, porque no se sabe, a ciencia cierta, qué hay debajo del suelo de nuestro territorio para explotar. “No lo sabemos”, asegura Manuel Regueiro, presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG). “Hay datos para asegurar que tenemos recursos, se sabe que hay gas y petróleo no recuperable por medios convencionales pero no son reservas, son lo que se llama en Geología recursos posibles, que habría que investigar. Pero todo está parado por la ley, ni siquiera se puede investigar”, asegura el geólogo.
La ley de Cambio Climático prohíbe expresamente la fractura hidráulica, por lo que, a día de hoy, esta industria extractiva tendría que empezar de cero. Su puesta en marcha es la primera crítica que hace Julio Barea, de Greenpeace España, a este debate. “Tardas menos en instalar cualquier planta de energía renovable, eólica marina, eólica terrestre o solar, que plantear un pozo de fracking, es absurdo”, afirma Barea. Según Regueiro una vez localizada la zona dónde están los recursos poner en funcionamiento una explotación de fracking, en el mejor de los casos, no se podría hacer antes de dos años.
La oposición a los proyectos de fracking parte de su impacto ambiental, que según los defensores de la fractura hidráulica son más alarma social que hechos. “En EEUU hay un millón de pozos y en algunos casos habrá habido contaminación de aguas, se habrán inyectado cosas que no se debían e incluso se habrán producido sismos, pero eso no pasa en todos los pozos”, afirma el representante de los geólogos. “Yo no digo que no cause daños. ¿Construir una casa causa daños? Pues sí, cualquier territorio que el humano ocupa se destruye y nadie pone en cuestión que las ciudades hagan falta. Todo afecta al medio, hay que poner en una balanza si aceptas el impacto a cambio del beneficio que te da”, reflexiona.
Sobre esa balanza pone Verónica Bermúdez Benito, directora de Investigación Senior en QEERI (Centro de Energía del Qatar Environment and Energy Research Institute) más pros que contras. “El primero y fundamental es la seguridad energética, el no depender de terceros es algo sumamente importante en el panorama actual. No depender de países que no tienen valores como los tuyos, como Rusia”, afirma.
Bermúdez asegura que no hay documentados casos de contaminación de agua, ni terremotos por causa del fracking, y asegura que es un debate muy ideologizado. “Es importante que España y Europa dejen de demonizar tecnologías, no hay tecnologías buenas y malas”, asevera.
El gasto de agua y la posibilidad de contaminar los acuíferos con los productos que se introducen en el suelo han sido siempre el principal temor de los vecinos y los ecologistas. “Además de usar mucha agua, tiene el riesgo de contaminar un recurso tan valioso como el agua subterránea, que vale mucho más que el gas en el caso de España, con lo afectadas que están las aguas subterráneas en nuestro país”, afirma el ecologista de Greenpeace. Sin embargo Bermúdez considera que el gasto hidráulico de agua no es tan alto como se dice en la vida total de un pozo. También considera que "los micro terremotos no tienen importancia si los estudios geológicos están bien hechos. En EEUU llevan 40 años usándolo y no se han documentado casos de contaminación de agua, ni sismos causados por fracking”, asegura.
Bermúdez entiende que se debe tomar una decisión en base a la información técnica y científica. “Es fundamental que al menos tengamos la opción de decir si compensa o no desde un punto social y económico, porque desde el punto de vista energético compensa, seguro”, considera.
Para esta experta, aunque sigamos avanzando en implementación de renovables "vamos a necesitar una energía como la nuclear o el gas para disponer de procesos de producción de electricidad que sean flexibles y rápidos dentro de nuestro mix energético”.
Para los ecologistas el gas es un combustible fósil y legalizar el fracking, en el contexto de cambio climático, lo único que sería con seguridad “es alimento especulativo para los fondos de inversión”, sostiene.
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