Economía

Matarraña, turismo entre los pueblos más bonitos de la España vacía

Valderrobre.

Valderrobre. R.O.

La desconexión es la esencia de esta comarca, es a la vez su atractivo y su principal problema. Ubicada en el extremo nororiental de la provincia de Teruel, Matarraña es una comarca montañosa a las espaldas de las cordilleras de la costa catalana. Su territorio accidentado -plagado de pinares, olivares y viñedos que ha recibido el sobrenombre de la Toscana aragonesa- está compuesto por 18 atractivos pueblos con valor histórico y su entorno natural ofrece multitud de actividades de turismo activo. 

Apenas suman 8.000 habitantes entre los 18 municipios, pero se resisten a la despoblación. Valderrobres el mayor de los pueblos que hace las veces de capital de la comarca desde los años 30 del siglo pasado fue perdiendo población hasta que en el siglo XXI empezó a ganar habitantes.   

Según el Instituto Nacional de Estadística en las primeras décadas de este siglo el 63,1% de los municipios españoles perdieron habitantes. En medio de este panorama desalentador, sigue habiendo pequeños pueblos que se resisten a formar parte de esa estadística, y que constituyen todo un halo de esperanza para la España vacía.

Es el caso de la localidad turolense de Valderrobres, que desde el cambio de milenio no ha parado de sumar vecinos, pasando de los 1.845 a los 2.473 que tiene ahora de acuerdo con los últimos datos del padrón.

Valderrobres pertenece a esa lista de privilegiadas localidades que se disputan el reinado de los pueblos más bonitos de España. Un castillo unido a la iglesia gótica de Santa María la Mayor levantada entre los siglos XIV y XV coronan la localidad que recibió 36.000 visitantes en 2022. Hasta ellos se accede por empinadas calles medievales repletas de casas palaciegas. En la parte baja se encuentra la Plaza Mayor con una destacable casa consistorial del siglo XVI a la que se accede cruzando el puente  de piedra sobre el río Matarraña que da nombre a la comarca.

Calaceite es la otra parada obligada entre las localidades de la comarca. Reproduce el modelo de calles medievales, casas señoriales y monumentalidad con un ayuntamiento renacentista y una iglesia barroca.  Pero la lista de municipios se puede ampliar al gusto del viajero: Ráfales, La Fresneda, Beceite, Peñarroya de Tastavins, etc. Al margen de los espacios urbanos de la comarca el turismo activo es la gran atracción con diferentes posibilidades de barranquismo, rutas de bicicleta y senderismo.

Lujo en la España vacía

El turismo en Matarraña ya ha recuperado los niveles prepandémicos de visitantes. La apuesta por los hoteles de calidad requiere de personal cualificado y atrae población.

Este el caso del Hotel Torre del Marqués, un cinco estrellas con el sello de Small Luxury Hotels. Se trata de una masía del siglo XVIII, que perteneció al Marqués de Santa Coloma, rehabilitada y convertida en un edificio sostenible de solo 18 habitaciones. 

La apuesta de este hotel se apoya en los valores turísticos de la comarca. Desconexión, cultura, naturaleza, gastronomía y vino. Todo se puede hacer en la comarca o si se prefiere en el entorno del hotel que cuenta con una finca de 200 hectáreas con pinares, viñedos, olivares y almendrales. 

En el restaurante del complejo, La Atalaya del Tastavins, solo se cocinan productos de proximidad y se acompaña de un vino elaborado con viñedos de la propiedad por la bodega Más de Llúcia Wine Estate. La componen Mayte Izarra y Ana Casanova que gestionan el viñedo y producen el vino de la propiedad y sólo con uvas de la propiedad en sociedad con los propietarios del hotel. 

De su bodega salen cerca de cinco mil botellas de diferentes caldos que se surten al hotel. La zona vinícola de Matarraña tiene mucho potencial pero también estaba muy olvidada, con la despoblación esta región perdió parte de su patrimonio vinícola del que da cuenta el nombre del río Tastavins (Cata vinos) que históricamente por la región atravesaba cientos de hectáreas de viñedo.

“Tenemos un equipo de trabajadores de la zona y luego hay gente de fuera, nosotras mismas somos de fuera, venimos desde Madrid para participar en este proyecto”, explica Mayte Izarra. “No hemos venido de vacaciones, esto va más allá de hacer una vendimia, es un vino y un proyecto para varios años”, añade su compañera Ana Casanova.

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