El sector energético, sin lugar a dudas, ha sido el más tensionado desde que Vladimir Putin firmase la orden para invadir Ucrania hace poco más de un año. El Kremlin, además de su poderoso ejército, tenía un arma muy potente que utilizar. El chantaje energético. Todos los gobiernos de Europa, de hecho, lo han tildado así. En España ha sido una de las premisas. Todos los ministros han venido calificando de “chantaje energético” la estrategia de Rusia a Europa a costa del petróleo y, sobre todo, del gas.

Energéticamente, Europa es muy dependiente del gas ruso. Durante, 2021, año antes de que comenzara la guerra, casi el 40% del gas que importó el viejo continente procedía de Rusia, por lo que un recorte en el suministro puede afectar gravemente a los países europeos. Funcionarios de Estados Unidos han definido el recorte como el “mayor temor” que tenían.

El caso de España, se podría considerar como una rara avis dentro de toda Europa. En 2020, España trajo de Rusia un 10,43% de sus importaciones de gas, una cifra que, según CORES, se redujo al 8,9% en 2021. Nuestro sistema energético siempre ha sido muy variado y tiene una amplia lista de proveedores tanto en petróleo como en gas natural, siendo Argelia hasta hace pocos meses el gran aliado para nutrir de materia prima hasta nuestras reservas.

Con Putin cogiendo la sartén por el mango, el presidente de Rusia cerró el grifo del gas natural. Los tubos que unen las infraestructuras de Alemania y otros países colindantes con la frontera del país que invadió Ucrania sufrieron varios fallos técnicos que obligaron a paralizar las importaciones de materia prima a los principales países. La Comisión Europea y el resto de Europa consideraron estos fallos no existían y corroboraron que Rusia cortaba el tráfico de miles de gigavatios a la hora como respuesta al no rotundo de todo el continente contra los planes de Putin.

Fue entonces cuando el precio del gas natural subió hasta máximos históricos. Conviene recordar que el gas natural entró en 2022 tensionado por el desequilibrio entre la oferta y la demanda, una vez que las economías empezaron a abrirse tras el coronavirus. A cierre del mes de agosto de 2021, el precio marcaba un repunte del 163% desde el primer día del ejercicio, quedándose en el entorno de los 50 euros el MW/h. El precio siguió creciendo y en septiembre, se vieron los 100 euros por megavatio.

2022 se inició con los precios del gas por las nubes, pero la guerra no hizo más que aumentar su coste. El pico llegó en los 339 euros por megavatio, en plena época de llenado de las reservas. Estas cotas coincidieron cuando se conoció que el gasoducto fue saboteado, razón por la que se dejó de enviar gas desde Rusia a Europa.

En ese punto, ya cerca del invierno, comenzó un abaratamiento acelerado de los precios que ha hecho que el gas caiga más de un 84% en medio año. Este desplome ha llevado a los precios a los niveles de septiembre de 2021, los 54 euros, con una caída del entorno del 30% desde que comenzara este año.

Pero a pesar de estas rebajas de precios, los futuros ya anticipan subidas para las próximos meses, coincidiendo de nuevo con la vuelta a las recargas de los depósitos nacionales. Los expertos han insistido una y otra vez que este 2023 será mucho más complejo que el año pasado para poder garantizar el suministro para toda Europa. En una entrevista para El Independiente, el presidente de Enagás así lo confirmaba. Francisco Reynés, presidente de Naturgy, también alertó de la “gran incertidumbre que existe en el sector gasístico” y todo hace indicar que volveremos a ver las tres cifras en el coste del megavatio por hora.

El pico del precio del gas llegó en los 339 euros por megavatio, en plena época de llenado de las reservas

La gasolina y el diésel, por las nubes

El petróleo también ha sufrido en este 2022. Al igual que con el gas, una parte significativa de las importaciones de petróleo de la UE en 2021 provenían de Rusia: 27% de las importaciones de petróleo del bloque de 27 países. La falta de combustible y el posterior bloqueo a las importaciones petrolíferas rusas provocaron que el oro negro también se encareciera.

Antes de la guerra en Ucrania, en enero de 2022, el precio del barril Brent superó la barrera de los 80 dólares, su máximo desde el año 2014 (si exceptuamos unos pocos días de 2018). Con el estallido de la guerra el precio del petróleo se disparó hasta rozar los 140 dólares el barril.

¿Qué ocurrió? Lo que todos sabemos. El precio de la gasolina y el diésel se encareció hasta cotas históricas, llegando a coquetear con los dos euros por cada litro repostado en España. El Gobierno de Pedro Sánchez se vio obligado a tomar cartas en el asunto y anunció la bonificación a los carburantes, una decisión que la tuvo que extender hasta finales de año porque los precios no bajaban.

Lejos de suavizarse el problema los precios del petróleo en dólares entre 2022 y 2024 subirán previsiblemente un 40% respecto al nivel anterior a la pandemia (2017-2019). En porcentaje, el incremento de los precios del crudo desde 2019 es menor que el de 1973 y 1979, según economistas del BCE.

El Gobierno de Pedro Sánchez se vio obligado a tomar cartas en el asunto y anunció la bonificación a los carburantes

Una luz que rozó los 1.000 euros

El precio de la luz también se vio afectado por la invasión de Rusia. El gas natural es uno de los pilares para generar electricidad en buena parte de Europa y, con el precio de la materia prima por las nubes, los costes eléctricos se dispararon.

En este contexto, el 8 de marzo, el pool en España batió su récord, 383,67 euros/MWh del 23 de diciembre de 2021, y llegó a un máximo que, todavía hoy, sigue vigente, 544,98 euros/MWh, multiplicando por más de nueve el importe de todo el año.

La psicosis invadió todos los mercados eléctricos y en Reino Unido se llegaron a tocar los 1.000 euros por megavatio a finales de año, justo cuando llegó una de las primeras olas de frío a nuestro continente.

Para frenar los precios de la energía, España aprobó el mecanismo ibérico junto a Portugal tras intensas negociaciones con la Comisión Europea.

Tras meses de duras conversaciones, la “excepción ibérica”, que topa el precio de esta materia prima destinada a la generación eléctrica, echó a rodar en la sesión del 14 de junio, con un precio medio de 225,22 euros/MWh para el día siguiente.

El importe definitivo lo marcaba ahora tanto la subasta como el nuevo ajuste a abonar por los beneficiarios para compensar a las centrales que usan gas para producir electricidad.