Son las 10.00 a.m. en El Gordo (Cáceres). En plena ola de calor, los vecinos se lanzan al fresco de la sombra de la calle José Antonio, la principal del pueblo. En las alturas, el revuelo y el crotoreo de las incontables cigüeñas endulzan una escena sofocante coronada por el cartel que preside el Ayuntamiento y que repiten todos los habitantes: "No al derribo", acompañado de la fotografía de la Isla de Valdecañas.

El complejo urbanístico Marina Isla de Valdecañas, levantado entre El Gordo y Berrocalejo, nació tras una recalificación del terreno aprobada de manera unánime por la Asamblea de Extremadura en 2007. PSOE y PP aprobaron que se trataba de un Proyecto de Interés Regional (PIR) y dieron luz verde a la transformación de un entorno "abandonado y sin ningún aprovechamiento", tal y como señala la alcaldesa actual de El Gordo, Silvia Sarro, en una meca del lujo en Extremadura a tan solo dos horas en coche desde Madrid.

185 villas, un campo de golf de 18 hoyos, un hotel de cuatro estrellas, piscinas, pistas polideportivas, una playa artificial y un puerto deportivo hacen de la Isla de Valdecañas un énclave único. Sin embargo, su levantamiento sobre una ZEPA (Zona de especial protección para las aves) mantiene en vilo a gordeños y berrocalejanos, ya que en 2021 el Tribunal Supremo ordenó la demolición completa de aquello que en la comarca ha sido identificado como la gallina de los huevos de oro desde que comenzaron los rumores de construcción. Por el momento, el Tribunal Constitucional ha frenado el derribo de la Isla de Valdecañas.

Ramona, del restaurante La Fragua, Mari, del comercio, pasando por Jeanette, de Capricho Gourmet, Ángel, Emiliano, Antonio, María José y otros tantos vecinos de El Gordo se aferran, en conversaciones con El Independiente, a la Isla de Valdecañas como un valor diferencial de su pueblo. "El derribo es nuestra ruina", coinciden.

Cartel de 'No al derribo' de la Isla de Valdecañas en el Ayuntamiento de El Gordo (Cáceres)

Villa en la Isla de Valdecañas (Cáceres)

De la escombrera al lujo

Basta una pequeña consulta a las puertas de un bar para conocer el pulso de El Gordo sobre la cuestión de la Isla de Valdecañas. “En cuanto se vieron las máquinas excavando en El Gordo y Berrocalejo se frotaba las manos todos el mundo”, apunta Emiliano.

María José, que espera a las puertas del negocio que va a ampliar Jeanette “por el tirón de la Isla”, comenta que ella conoció “lo que era un secarral. No había absolutamente nada antes del complejo. Trabajaba como aparejadora y fuimos a ver un camino que había que arreglar a finales de los años 90. En el alto me dijeron que había rumores de que ahí se iba a hacer una isla. Mi reacción fue: '¿Allí, si solo hay mierda y escombros'. No había nada, ni pájaros ni nada”.

La teoría del vertedero predomina en el pueblo. “El Cerro Burro, como nosotros lo conocemos, era un campo sin ningún valor, servía de escombrera para tirar restos que además generaban incendios todos los veranos. Ahora la Isla de Valdecañas tiene un valor incalculable en todos los sentidos. Invito a todo el mundo que venga a visitarlo antes de juzgar, porque los que hemos visto el antes y después sabemos la riqueza de flora y fauna que tiene el sitio”, apuntala la alcaldesa.

"Un motor económico" para la comarca

La postura defendida por vecinos, propietarios y empresarios ligados a la Isla de Valdecañas encuentra como uno de sus pilares la riqueza que genera el entorno. “Nadie del pueblo compró una casa en la Isla porque eran muy caras; sin embargo, esas personas que vienen dejan una importante cantidad de dinero en El Gordo. Cuando van a misa dejan hasta 50 euros en el cepillo. Lo único que da la Isla de Valdecañas es dinero y trabajo en El Gordo”, asevera Ángel, que pone como ejemplo la empresa encargada del mantenimiento "tiene 10 o 12 obreros que están viviendo aquí. Además son jóvenes con un sueldo fijo de 1.500 euros”.

Jeanette, que trabajó cinco años en el Hotel Vincci Valdecañas y que actualmente regenta un establecimiento de productos gourmet que acaba de ampliar, lo tiene claro: “Sin la Isla, ni tiendas, ni comercios, ni bares ni nada. Esto es un pueblo y ya se sabe que si no hay opción de prosperar esto va a menos. El Gordo ha aumentado su población cuando la tendencia en el entorno rural es la contraria”.

La alcaldesa confirma que para El Gordo, un municipio de 371 habitantes, que "las villas paguen su IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles) aquí, es un motor”. Antonio, un vecino jubilado que se ha empadronado en El Gordo porque su hijo trabaja ahí, apunta a que “entre limpieza, mantenimiento, cocineros, carpinteros electricistas, fontaneros y el hotel hay más de 100 personas todos los días trabajando en la Isla de Valdecañas”.

Campo de golf en la Isla de Valdecañas (Cáceres)

Puerto deportivo junto a la Isla de Valdecañas (Cáceres)

Laberinto judicial e incertidumbre

En menos de 20 años, Marina Isla de Valdecañas ha sido denominada como Zona de Especial Protección para las Aves, Proyecto de Interés Regional e ilegal, se ha considerado para derribarse parcialmente, se han iniciado los trámites para su demolición y se le ha otorgado una medida cautelar para evitar el fin del complejo.

"Todo el mundo estaba encantado con la idea. El error fue que la Junta, para dar cabida a los ecologistas, declaró previamente todo el lugar como Zona de protección para las aves"

Según ha confirmado un miembro de la Diputación de Cáceres durante los años en los que se ideó, construyó e inauguró la Isla de Valdecañas, tanto PSOE como PP quedaron prendados con el proyecto. "Todo el mundo estaba encantado con la idea. El error fue que la Junta de Extremadura –con el PSOE al frente–, para dar cabida a los ecologistas, declaró previamente todo el lugar como ZEPA. Fue algo chapucero para contentar a los verdes, ya que no se hizo un estudio científico para darle tal valor", explica el que fuera político en Extremadura en la época.

“¿Cómo van a tirar algo así? con todo el dinero que se han gastado...”, apunta Emiliano, al que respalda su compañero en la terraza de La Fragua, Ángel: “Que no se construya el resto de lo que había proyectado bueno, pero lo importante es mantener todo lo que ya está hecho”.

Para Antonio, el derribo es inconcebible, ya que “además del golpe a los pueblos de la zona el dinero que nos iba a costar a todos los extremeños sería una barbaridad. Las casas están legalmente hechas, si no que no hubieran dejado construirlas. Todo el mundo está por la Isla de Valdecañas menos los ecologistas. Si es que la isla da vida”, zanja.

El último episodio de la batalla jurídica por la Isla de Valdecañas ha sonreído a propietarios, vecinos, empresarios y a los ayuntamientos de El Gordo y Berrocalejo en detrimento de Ecologistas en Acción.

El Pleno del Tribunal Constitucional ha considerado que era necesario conceder la suspensión cautelar ya que, en caso contrario, una eventual estimación de los recursos sería meramente declarativa y tardía. Esta decisión ha sido calificada por Ecologistas en Acción como una posición “contra el medio ambiente, la ética y el sentido común”.

De no concederse la suspensión, la demolición de todo lo construido en el complejo ya se habría producido en el momento en el que el tribunal resolviese los recursos, con lo que ya no sería posible devolver las cosas al estado en que se hallaban antes de la ejecución de la sentencia impugnada.

Según el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, el coste de demolición de todo lo edificado supondría 144,9 millones entre obras e indemnizaciones. “Lógicamente estamos a favor del paro al derribo y esperemos que se solucione lo antes posible para dar vida al municipio, no solo económicamente, sino también medioambientalmente”, concluye la alcaldesa de El Gordo.