“Si hoy le preguntamos a un consumidor qué características tiene que tener un refresco diría que: sin calorías, sin azúcares, ligero, transparente y con una chispa. Esto es la gaseosa de La Casera”. Así define Alejandro Fuentes, responsable de marketing de La Casera, el secreto de que esta marca del verano siga conquistando a los españoles décadas después de su lanzamiento en 1949.

De hecho, con la gaseosa de La Casera pasa algo que pocas marcas consiguen y es que su marca se use como sinónimo de aquello que representan. Pedimos un tinto con casera o una cerveza con casera sin hacer hincapié en que la gaseosa usada sea la de la marca, pero sí nos referimos a ese producto en el que fueron pioneros. Cuando la Coca-Cola llegó a España, los españoles ya bebían gaseosa desde hacía unos años.

En 1949 se registró la marca y en 1950 se lanzaron al mercado las primeras botellas de La Casera. Fue Félix Duffo, hijo de Francisco Duffo que era un emprendedor con experiencia en el sector de los sifones, quien decidió empezar a fabricar gaseosas para distribuirlas por todo el territorio nacional. Entonces, las marcas existentes eran muy locales y La Casera logró hacerse un hueco en los hogares españoles. 

Cuentan desde la marca que uno de los logros fue conseguir que su refresco se consumiera también en casa, no solo de forma extraordinaria o en los restaurantes, sino también de forma habitual. Así lo reflejan los carteles de los años 50 y 60, en los que se ven a familias tradicionales con La Casera en la mesa.

La Casera no solo fue pionera en el sabor y la receta de su refresco, también en un tapón mecánico que fue marca de la casa durante décadas. La innovación ha acompañado a la compañía -ahora parte de Suntory Beverage and Food- desde sus inicios. En 1967 se lanzaron al mercado los sabores de naranja y limón, pero tal como defiende Fuentes, “no podemos mirar con nostalgia al pasado. Igual que la sociedad ha evolucionado también lo ha hecho nuestra oferta de productos. Ahora hay otras opciones disponibles”, explica.

En los años 70, la marca se convirtió en líder del mercado, acompañada de campañas publicitarias que todavía se recuerdan. También fue la década en la que salió al mercado el tinto de verano La Casera, otro de los productos “estrella” y “de toda la vida”. En los 80 surgió aquello de “si no hay Casera nos vamos” y la marca introdujo las botellas de plástico y las latas, que facilitaban el consumo de sus productos fuera de casa o del sector de la restauración.

Según datos publicados por Expansión, en esa década había 40 plantas embotelladoras y la marca facturaba 30.000 millones de pesetas. La Casera daba trabajo entonces a 6.000 empleados. 

El final de los 90 y el principio de los años 2000 fueron más complejos para La Casera, además de tener que hacer frente a más competencia, la compañía cambió de manos en hasta seis ocasiones. En 1995, el grupo Iberian Beverage compró el 51% para hacerse con la totalidad del capital un año después. En 1999 y tras los cambios accionariales en Iberian Beverage, el banco BNP Paribas se hizo con el 13% de La Casera.

En 2001, Cadbury Schweppes compró la compañía y la vendió en 2005 al consorcio de Blackstone y Lion Capital. Desde 2009, La Casera es una de las marcas del grupo Suntory Beverage & Food.

El verano es el momento estrella para los refrescos, también para los de La Casera. Los lanzamientos de nuevos productos siguen siendo la razón de ser de marca, según su responsable de marketing. Los de este año son la sidra y el vermut.

Por todo esto, La Casera es una de las marcas del verano de forma indiscutible. En 2022, los españoles consumimos 187 millones de litros de gaseosa y 80 millones de litros de tinto de verano.