"He sufrido comentarios sobre mi culo y mi peso (o falta de él). Y uno de mis jefes, quien me llamaba rubia peligrosa o la rubia, me dijo que el jefe que me hacía mobbing me trataría mejor si le practicase sexo oral. Siempre entre risas, pero no por ello menos desagradable". Este es uno de los testimonios recogidos en un estudio elaborado por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género sobre acoso sexual en el trabajo.

El beso del presidente de la Federación Española de Fútbol a una de las integrantes del equipo español tras ganar el Mundial ha generado una enorme polémica que ha acaparado la actualidad durante las últimas semanas. Esta semana, la Fiscalía de la Audiencia Nacional ha iniciado la vía para un procedimiento penal contra Luis Rubiales, ya que los hechos podrían ser constitutivos de un delito de agresión sexual.

El escándalo se ha convertido en una ola de indignación que ya está rebasando los límites del deporte, alcanzando otros sectores. El martes, una periodista compartió una situación vivida hace años en la redacción del diario Público, y, como ella, actrices, modelos y profesionales de todo tipo de sectores han alzado la voz para denunciar el acoso que han sufrido por parte de sus jefes.

Con la etiqueta #SeAcabó, que empezaron a utilizar las futbolistas ganadoras del Mundial, las protestas están alcanzando todos los ámbitos hasta el punto que se está considerando el #MeToo español. En Estados Unidos, en 2017 un buen número de mujeres acusaron al productor de cine Harvey Weinstein de acoso sexual, agresiones y violaciones, generando un enorme efecto dominó que llegó mucho más allá del cine y de las fronteras estadounidenses.

En este contexto, cabe preguntarse cómo de frecuente es el acoso a las mujeres en el entorno laboral, en qué tipo de empresas se produce más, quién es más probable que lo sufra, qué se está haciendo para combatirlo y qué queda por hacer. Este reportaje intenta responder a esas y otras cuestiones con los datos e investigaciones que existen.

Medio millar de denuncias al año

En España la Inspección de Trabajo realiza alrededor de medio millar de actuaciones ligadas al acoso sexual laboral. Los datos no son muy recientes ni muy concretos, pero sí sabemos que en 2021 -últimos datos disponibles- se realizaron 642 actuaciones por acoso sexual, con 37 infracciones; más otras 1.783 por discriminación por razón de sexo en la relación laboral y otras 74 por acoso discriminatorio por razón de sexo. En total, el importe de las multas impuestas fue de más de 450.000 euros.

En cambio, en 2018, las actuaciones de acoso sexual fueron casi la mitad, 381, con cuatro infracciones. Por este motivo se impusieron sanciones por 97.000 euros en total, aunque si se tienen en cuenta también las actuaciones discriminación por razón de sexo y por acoso por razón de sexo se alcanza un importe en sanciones de 560.000 euros.

Sanciones de hasta 90.000 euros

El acoso sexual laboral es delito. El propio Estatuto de los Trabajadores recoge el derecho de los trabajadores a no ser discriminados por razón de sexo y recuerda que actuar contra la intimidad y dignidad de empleados constituye una infracción laboral grave, al igual que tomar decisiones que impliquen discriminaciones desfavorables por razón de sexo.

En esa línea, la ley sobre infracciones y sanciones en el orden social (ley LISOS) considera el acoso sexual como una infracción muy grave, con multas de entre 3.000 y 90.000 euros, según el grado. No son las únicas normas que lo mencionan: la ley para la igualdad entre hombres y mujeres de 2007 define el acoso sexual y por razón de sexo, y recoge medidas para prevenirlo. De la misma manera, la ley de prevención de riesgos laborales establece que los trabajadores tienen derecho a una protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo.

Un problema mucho más profundo

"Al valorar los datos estadísticos debemos tener presente que las figuras delictivas como el acoso sexual, por afectar a aspectos muy personales e íntimos de las personas que las sufren, no suelen ser denunciadas", recuerda Rocío Pérez Guardo, doctora en Sociología y autora del estudio científico Las limitaciones en la cuantificación del acoso sexual laboral en España.

Solo un 3% de las mujeres optan por denunciar estas situaciones"

"A ello hay que sumarle el temor a represalias, la desconfianza de la utilidad de la denuncia, la normalización de gran parte de estas conductas, la voluntad de olvidarlo etcétera". En su estudio, Pérez cita otro en la Comunidad Valenciana que apunta a que tan sólo un 1% de las mujeres optan por denunciar estas situaciones, cifra que asciende al 3% en otro realizado a nivel nacional.

Es por eso mismo que los investigadores empujan a tomar las cifras con cautela, recordando que las cifras de la Inspección de Trabajo y también las del Ministerio de Justicia se quedan cortas a la hora de reflejar el verdadero alcance del fenómeno. "Existen muchas razones susceptibles de inhibir una denuncia. El carácter aparentemente íntimo de la problemática, el temor a represalias, la desconfianza de su utilidad, la voluntad de olvidarlo o incluso la propia normalización de ciertas conductas sexuales son algunos de los posibles ejemplos", insiste la doctora.

"Porque estás casada, que si no..."

"Es tan frecuente que los hombres realicen comentarios machistas como 'y, porque estás casada, que si no...', o agarrarte la cintura al pasar como quien no quiere la cosa, o aprovechar cualquier situación para hacer un juego de palabras de índole sexual, que nadie es consciente del asunto y todo queda en unas risas", escribió una mujer que participó en un estudio de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género en colaboración con el sindicato Comisiones Obreras.

Los testimonios recogidos en el informe denuncian comentarios de carácter sexual por parte de compañeros y sobre todo de superiores, chistes de carácter sexista y peticiones de naturaleza sexual, entre muchos otros. Un 70% de las encuestadas declaró haber sufrido comentarios sexuales, un 80%, haber recibido comentarios sexistas, y una de cada tres declaró que un compañero le había pedido tener una relación sexual.

"Lo que cada día escuchamos son los comentarios, chistes, insinuaciones de carácter sexual que pueden llegar a cohibir a algunas compañeras, pero como siempre son en clave de humor, no se dice nada", escribió otra. Según el mismo estudio, lo más común es que ese tipo de proposiciones provengan de superiores (50% de los casos), que en la inmensa mayoría de los casos son hombres (90%).

En el caso de las mujeres que trabajan de cara al público, el acoso es común aunque no exista ninguna relación directa entre víctima y acosador. "La atención al cliente en ventanilla o en atención telefónica son lugares en los que se produce acoso por las personas que acuden pidiendo información. Se creen con derecho a tratarte de forma vejatoria", declaró una mujer.

El perfil de la acosada en el trabajo

Cualquier persona puede sufrir acoso laboral, y así se recuerda en los estudios que lo analizan, pero, ¿dónde es más probable que se produzca? ¿Quiénes lo sufren más, y por qué? Según un estudio de la empresa INMARK y el Instituto de la Mujer publicado en 2006, sería más común en los sectores de la construcción y la industria, y en las empresas medianas y grandes.

Además, sobre todo afectaría a trabajadoras menores de 34, a mujeres solteras más que a casadas, y a extranjeras que a nacionales, especialmente si son de fuera de la Unión Europea. Sin embargo, "se puede afirmar que son acciones, tanto las de acoso por razón de sexo como las de acoso sexual, que se producen en todos los ámbitos sin excepción", remarca el informe de la DCVG y CCOO. Otro análisis anterior del sindicato concluía lo mismo: "No es posible apreciar diferencias entre los grandes sectores", y apuntaba a que más bien eran "el tipo de trabajo y las condiciones en las que éste se realizaba" las determinantes en este caso para el acoso sexual.

En cuanto al tamaño de la empresa, "estas situaciones son más difíciles de abordar cuando se producen en pymes o micropymes donde no siempre se aplica la normativa y donde, en muchos casos, no existe representación legal de las personas trabajadoras".

La precariedad dispara las posibilidades

Según otro estudio, El alcance del acoso sexual en España realizado en el 2000 por la Secretaría Confederal de las Mujeres de CCOO trabajar sin contrato disparaba las cifras de acoso sexual. La máxima precariedad laboral afectaba hasta el punto de que más de una cuarta parte de las trabajadoras sin contrato laboral (27,1%) han sufrido alguna forma de acoso.

La precariedad incrementa las posibilidades de ser víctima de acoso sexual"

En el propio sindicato esgrimen haber experimentado en primera persona situaciones de este tipo: en Murcia, recibieron la denuncia contra un intermediario de explotaciones agrícolas que extorsionó a cinco mujeres al ofrecerles trabajo a cambio de sexo. "Mujeres que, a la vulnerabilidad económica, sumaban el hecho de desconocer el idioma y carecer de redes en nuestro país. Lejos de tratarse de un caso aislado, a nuestra organización sindical le consta que es una realidad extendida y casos similares al de Murcia se han dado (y denunciado) en otras comunidades autónomas como Andalucía o Castilla La Mancha", recoge la organización.

"La precariedad incrementa las posibilidades de ser víctima de acoso sexual, pero no es verdad que sean mayormente víctimas de acoso sexual las personas que están en una situación precaria. Una persona que tiene las posibilidades económicas cubiertas puede no tener las necesidades afectivas cubiertas y continuar soportando una situación que no debería soportar", escribía una de las participantes en un grupo de discusión de expertas organizado por el Ministerio de Igualdad.

La falta de protocolos en las empresas

¿Qué hacer para romper el silencio? Para muchos expertos, es clave que existan protocolos contra el acoso en las empresas. Actualmente, en la inmensa mayoría de los convenios no aparece el acoso sexual ni por razón de sexo: solo lo hacen el 4% de los de empresa y ninguno de los sectoriales. En los que sí se incluye, solo uno de cada diez considera el acoso sexual una falta grave.

Por eso, el Ministerio de Igualdad insiste en la importancia de llevar a cabo acciones de sensibilización, así como otras más prácticas que orienten sobre los procedimientos y las acciones a llevar a cabo, promoviendo las denuncias y tratando de romper el círculo de silencio y normalización que a menudo envuelve a estas acciones. Con el tiempo, podría conseguirse tanto prevenir estas situaciones como sacar a la luz casos que hoy continúan debajo de la alfombra.