El centro de estudios de BBVA ha decidido disparar su previsión de crecimiento para España en 2024 seis décimas, hasta el 2,1%, al mismo tiempo que ha recortado la de 2025 en casi la misma proporción, cinco décimas, hasta el 2%. Son señales dispares para dos años que se prevén afectados por señales muy diferentes. Por un lado, este ejercicio va a verse beneficiado por los buenos datos de PIB del anterior, así como el impulso del consumo privado, de las exportaciones de servicios y los menores precios de la energía. De cara al próximo, el regreso de las reglas fiscales europeas y el contexto de la eurozona, más el débil comportamiento de la inversión y la productividad, llevan a pensar que el crecimiento será algo más limitado de lo inicialmente estimado.
Del lado de la inflación, en cambio, hay son buenas noticias puesto que se espera que retroceda medio punto, de manera que los precios crecerán un 3,1% este año, y un 2,3% en 2025, lo mismo que se esperaba hace tres meses. Repercutirán positivamente tanto la caída del precio de la energía como las mayores lluvias, frente a un año de sequía que afectaba a casi todo el territorio español. En consecuencia, todo apunta a que el Banco Central Europeo (BCE) comenzará a reducir los tipos de interés en junio, seis meses antes de lo previsto, lo que lleva a pensar que el objetivo del 2% se alcanzará pronto y al mismo tiempo impulsará el consumo.
“Detrás de la buena marcha de la economía está el gasto de los hogares, que se apoya en la disminución de la tasa de ahorro que se había producido durante la pandemia y que todavía tenemos un margen de utilización”, ha explicado Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico del centro de estudios. Ese mayor gasto está muy relacionado tanto con la creación de empleo como con la mejora de los salarios y el incremento de la inmigración, y, entre otros, son factores que llevan a BBVA a pensar que este trimestre España va a crecer en torno a un 0,6% interanual, incluso “alguna décima más”.
Estas previsiones, no obstante, incluyen algunas sombras: la productividad y la inversión continúan en niveles inusualmente bajos, y eso, en un momento en el que la política fiscal debe restringirse al mismo tiempo que los fondos europeos deben acelerar su implantación, preocupa a los economistas. También a nivel internacional se avistan algunas complicaciones: "Hacia 2025, preocupa que la ralentización del crecimiento en ciertos sectores y países de la eurozona sea más estructural de lo inicialmente pensado. La economía alemana prácticamente no muestra avances desde hace dos años. La mejora de la francesa es magra si se toma en cuenta el elevado desequilibrio en sus cuentas públicas. El modelo de crecimiento exportador industrial parece agotado", recoge el informe.
Un consumo que se vuelca en los servicios
"De lo más destacado de la recuperación desde 2021 es la aportación de las exportaciones de servicios al crecimiento. A esto ha ayudado el cambio en los hábitos de consumo de las familias a partir de la pandemia, que han incrementado el peso de los servicios en su gasto. Esto parece una tendencia compartida en las economías desarrolladas y explica, en parte, que el gasto con tarjeta realizado por los extranjeros en España adelante que el consumo de no residentes continuaría avanzando de manera importante en el inicio de año", escriben los economistas.
España ha registrado importantes cambios en sus hábitos de consumo y además ha ganado en competitividad de una forma inesperada. La parte negativa es que esa ganancia de competitividad tiene mucho que ver con unos salarios especialmente contenidos. En cualquier caso, es un hecho que los españoles ahora ganan más en restauración, turismo y otros servicios y menos en ropa y otros bienes de consumo, algo que puede estar muy relacionado con el momento económico, que no empuja a adquirir bienes de larga duración.
Por otro lado, los expertos han citado como una importante fuente de preocupación la política económica, ya que la incertidumbre que la rodea "no permite anticipar que la inversión se vaya a reactivar". En el mismo plano se situarían otras preocupaciones expresadas también por el Banco de España o la Autoridad Fiscal, como la ejecución de los fondos europeos o la falta de mano de obra cualificada, así como el impacto de la constante subida de las cotizaciones sociales y del salario mínimo.
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