Es la energía que siempre estuvo ahí y a la que durante muchos años sólo se miró para atraer el turismo. El sol, que brilla en España a razón de 2.500 horas anuales, se ha convertido en uno de los negocios energéticos más rentables y codiciados. En nuestro país la apuesta por la energía solar acumula una década de incremento imparable, con la proliferación de instalaciones fotovoltaicas que inundan cada vez más nuestros campos y laderas. El apagón nacional ocurrido el pasado lunes puso sobre esta fuente renovable las primeras sospechas, por ahora en el aire. En realidad, lo hizo las conclusiones preliminares apuntadas por Red Eléctrica y que luego han sido matizadas y rectificadas por el Gobierno.
El cada vez mayor peso de energías como la fotovoltaica en el ‘mix energético’ es sólo una circunstancia más de la transición energética que lidera España para dejar atrás la era fósil. Pese a que por ahora el Ejecutivo continúa sin aclarar cuál fue la causa del apagón, cada vez más los indicio apuntan a que no estaría tanto en el origen de la energía sino en la gestión que se hizo de la red. La clave, según han venido subrayando los expertos estos días, es el cómo y el cuánto se autorizó en el 'mix' de cada una de las energías y la capacidad del sistema para absorber posibles fluctuaciones.
Diseñado en tiempos en los que el peso de las renovables era menor, los expertos insisten estos días en que no se debe criminalizar las energías limpias. Su aporte a la descarbonización es innegable pero su capacidad para absorber posibles alteraciones de tensión en la red es menor. Es ahí donde el papel del gestor de la red, Redeia, debe saber compensar el 'mix' de modo adecuado entre energías renovables y no renovables y dotarle de estabilidad ante posibles incidencias. Junto a ello, la modernización y actualización de la red, por parte de las operadoras y la gestora es otra necesidad que el sector ha detectado. Pero esa actualización para que la red sea capaz de equilibrar posibles oscilaciones con más eficacia es costosa y podría afectar al precio de la energía.
Equilibrar bien el peso de cada una de las fuentes energéticas –fósiles y renovables- en el ‘mix’ es una de las claves. Fuentes como la hidráulica, la nuclear o el ciclo combinado son estables en su suministro y aportan mayor capacidad para absorber fluctuaciones en el sistema. Esa capacidad para dar estabilidad es mucho menos en fuentes como la eólica y la fotovoltaica. Compensar las ventajas de unas y otras se antoja como el próximo reto de actualización de la red.
El 17% del 'mix energético'
Hoy la energía fotovoltaica representa el 17% en el mix de energías que abastecen a la red eléctrica. Supone un porcentaje muy relevante, sólo por detrás de la energía eólica (23,2%). Más aún si se observa que hace una década sólo el 5% de la energía de la red nacional procedía del sol.
La dimensión de la evolución en la implantación de la fotovoltaica en España la arroja de modo más claro el dato de potencia instalada, es decir, capacidad de generación del conjunto de instalaciones fotovoltaicas. Según datos de Red Eléctrica, en sólo una década la potencia instalada ha pasado de 4.660 Mw en 2015 a 32.350 Mw al cierre del pasado año. Supone multiplicar por más de siete la capacidad.
Las acusaciones desde REE que podría haber sido una incidencia procedente de dos instalaciones fotovoltaica del suroeste de España las que habrían provocado el apagón, no han sido respaldadas por ahora por el Gobierno. "El sistema ha funcionado a la perfección con una situación de demanda parecida y con un mix energético parecido. Por lo tanto, indicar las renovables cuando el sistema ha funcionado a la perfección en el mismo contexto no parece, insisto, lo más adecuado", señaló el pasado miércoles la ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen. Laa presidenta de Red Eléctrica de España, Beatriz Corredor había apuntado poco antes que "no es correcto" vincular la elevada penetración de las renovables en el sistema eléctrico con el colapso del lunes: "El 16 de abril, por ejemplo, cubrieron el 100% de la demanda peninsular".
Tampoco el sector se ha hecho responsable de la caída y perdida súbita de 15 Gw de potencia -10 Gw de energía fotovoltaica- que se habrían producido a las 12.33 del pasado día 28. La patronal del sector recordó que fue el sistema el que les expulsó de la red y no las operadoras las que se desconectaron voluntariamente.
Líderes solares tras Alemania
Expertos en ingeniería eléctrica insisten estos días en que no se debe culpar a las energías renovables, sino al peso y velocidad con la que se está procediendo a su penetración en el sistema. Una red que no estaría actualizada ni preparada para soportar un tráfico de energía renovable con nodos sin capacidad para absorber posibles alteraciones de tensión, como sí poseen las instalaciones no renovables, con cada vez menor peso en el sistema.
La fotovoltaica es sin duda la energía que más ha crecido en España en los últimos años. Nuestro país es tras Alemania el que posee mayor capacidad instalada en toda Europa: 14,3 GW, frente a los 14,3 Gw de la red fotovoltaica germana.
La presencia de instalaciones fotovoltaicas no deja de crecer. Según los últimos datos del Ministerio de Transición Ecológica, desde el año 2019 el crecimiento acumula máximos cada año. En 2023 ya se estimaba que la superficie ocupada por parques fotovoltaicos rondaba las 50.000 hectáreas. También señalaba que sólo los proyectos que hace dos años habían solicitado autorización para instalarse sumaban otras 50.000 hectáreas.
65.000 instalaciones fotovoltaicas
Unas instalaciones que rondan las 65.000 en España, de diferentes superficies, y que se concentran de modo muy importante en dos comunidades autónomas; Castilla La Mancha y Extremadura, con más de 12.000 hectáreas fotovoltaicas cada una de ellas.
En la mayoría de los casos las operadoras del sector solar buscan terrenos de secano, sin uso agrícola que puedan ser adecuados para instalar su parque de placas solares. El 82% se levantan en tierras de secano, el 11% de regadío y un 7% en suelo forestal, según el Ministerio de Aagesen. En muchos casos, su instalación ha forzado el desplazamiento de cultivos como el cereal, el girasol o el olivo.
En la mayoría de los casos se trata de parques con superficies que oscilan entre las 5 y las 15 hectáreas. Las hay mucho mayores. Tierras que se alquilan mediante contratos de larga duración –entre 25 y 30 años, la vida útil de una instalación fotovoltaica- a razón de entre 1.200 y 2.400 euros anuales por hectárea. Permiten a los propietarios obtener un rendimiento por su cesión de uso y en muchos casos compartir el espacio con tareas ganaderas.
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