La opa de BBVA sobre Sabadell ha terminado. Diecisiete meses de filtrase la conversaciones, la operación lanzada por Carlos Torres ha naufragado. El presidente de la entidad vasca fracasó en su segundo intento de hacerse con el banco que preside Josep Oliu. Pese a la mejora de la oferta, no logró siquiera superar el 30% de aceptación entre los accionistas de Sabadell. Ahora, tendrá que dar cuenta al consejo de su empeño en seguir adelante contra viento y marea, pese a los numerosos obstáculos encontrados en el camino.
El consejero delegado de Sabadell, César González Bueno, aseguraba hace solo unas semanas que si BBVA lograba superar el 30% sería por la mínima y tendría que lanzar una segunda opa obligatoria que no estaba claro cómo se financiaría. Finalmente, el grado de aceptación apenas rebasó el 25% de los derechos de voto de la entidad vallesana. La estrategia defensiva desplegada por esta última pareció surtir efecto. Desde el principio defendieron que el precio era insuficiente e infravaloraba el proyecto del Sabadell en solitario.
Ni la vuelta de la prima al terreno positivo ni la mejora del 10% en el precio ni el cambio de la fórmula (sin parte en efectivo) para evitar el golpe fiscal para los accionistas que vendieran sus acciones logró atraer al nivel mínimo que permitiría seguir adelante con la operación hostil que encontró el rechazo no solo de la dirección del Sabadell, sino también de sindicatos, patronales catalanas, la Generalitat de Salvador Illa y el propio Gobierno central. No en vano, la opa se presentó a las puertas de las elecciones catalanas.
Pero hasta hace solo una semana, el propio Torres aseguraba en sus intervenciones públicas que estaba "plenamente convencido" de que superarán "ampliamente" el umbral del 50% fijado en la opa gracias al "atractivo de la oferta". El pasado 8 de octubre presumió de haberse reunido con una veintena de inversores institucionales en Londres estaba seguro de que los accionistas de este tipo acudirían en su totalidad a la oferta. "Ayer mismo estuve en Londres, tuve muchas reuniones con mucho inversor institucional. Algunas fueron reuniones de grupo, otras individuales: un total de 18 inversores. No encontré ni uno solo que no fuera a aceptar la oferta y creo que eso lo dice todo", expresó dos días antes de que concluyese el período de aceptación.
Fuentes internas del banco daban por hecho haber superado el umbral del 30%. Y muchos analistas calculaban que el grado de aceptación estaría entre el 40% y el 50%. Pero nada más lejos de la realidad. El resultado supone un fiasco para los planes de la entidad y de su presidente, que optó por no echarse atrás pese a la intervención de Moncloa, que vetó de facto la fusión durante al menos tres años. Tampoco antes las maniobras desplegadas por Sabadell con la venta de su filial británica TSB al Santander por 3.000 millones, aprobada por la Junta General de Accionistas en pleno agosto.
Lo único que consiguió Torres es atraer al consejero díscolo del Sabadell, el empresario mexicano David Martínez. El mayor accionista individual del banco vallesano, con asiento en el consejo, acabó anunciando que se sumaba a la opa tras la mejora de la oferta efectuada por Torres. Su posicionamiento rompió la unidad en el consejo de Oliu y parecía dar alas a los planes trazados por el BBVA. En la entidad catalana se esforzaron en explicar que se trataba de un accionista especial, amante de los procesos de concentración, y negaron que fuera a provocar efecto arrastre alguno.
Además, avisaron del bajo grado de aceptación que la opa tendría entre los accionistas minoristas, que atesoran alrededor de un 40% del capital. Entre ellos, muchos con tradición -incluso familiar- como accionistas de la cuarta entidad en el mercado español, que optó por devolver su sede social a Cataluña en plena opa. Entre los que tenían sus acciones depositadas en el propio banco, el nivel de aceptación fue mínimo, según trascendió a comienzos de semana. BBVA había puesto toda la carne en el asador para atraer a los que más acciones tenían. Y las oficinas de BBVA permanecieron abiertas hasta última hora del pasado viernes para captar hasta el último inversor rezagado. Pero ni por esas.
Este lunes, Torres comparecerá a primera hora junto a su consejero delegado, Onur Genç. Ambos llegaron a sostener durante estos meses atrás que si la opa no salía, el banco tiene potencia suficiente para seguir adelante en solitario. Y parecían descartar la opción de dar un paso a un lado ante un eventual fracaso. "Quiero agradecer a los accionistas de Banco Sabadell que han mostrado su apoyo al proyecto de unión, a los accionistas de BBVA por su respaldo constante y a nuestro equipo por el gran trabajo realizado a lo largo de todo el proceso", destacó Torres a última hora de la tarde.
A las condiciones pactadas con la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) tras casi un año de profundo análisis se sumaron las impuestas por el Gobierno. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, decidió elevar la operación al Consejo de Ministros, que vetó de facto la fusión durante tres años -prorrogables por otros dos-. Tras conocer el resultado, el Ministerio transmitió su "total respeto" a la decisión de los accionistas del Banco Sabadell, "que es a quienes correspondía valorar la operación".
Por su parte, BBVA informó de que retoma su plan de retribución a sus accionistas con una "significativa recompra de acciones". El banco prevé repartir 36.000 millones de euros entre sus accionistas hasta 2028. Y, a corto plazo, BBVA ha anunciado que prevé contar con 13.000 millones de euros para distribuir a los inversores.
El 31 de octubre se retomará la recompra de acciones pendiente, por un importe de 1.000 millones de euros. Y el 7 de noviembre se pagará un dividendo de 0,32 euros por acción, lo que supone un reparto total de 1.800 millones de euros. Además, dado el importante exceso de capital acumulado sobre el 12%, el consejo de administración de BBVA ha acordado poner en marcha una "significativa recompra de acciones adicional", tan pronto como reciba la autorización del Banco Central Europeo.
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