Cerca del 18% de los trabajadores españoles no pudo permitirse una semana de vacaciones en 2023, a pesar de estar empleados. Así lo señala un análisis del Instituto Europeo de Sindicatos (ETUI) a partir de microdatos de Eurostat. La cifra, que supera en tres puntos la media europea (15%), refleja un aumento del 2,7 % respecto al año anterior y sitúa a España entre los países con mayor incidencia de lo que se ha denominado "pobreza vacacional".

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El fenómeno no es exclusivo del ámbito nacional. En el conjunto de la Unión Europea, más de 41 millones de personas con empleo –un millón más que en 2022– se quedaron sin vacaciones por motivos económicos. Los países con mayor proporción de trabajadores afectados son Rumanía (32%), Hungría (26%) y Bulgaria (24%).

La Confederación Europea de Sindicatos (CES) advierte que estos datos apuntan a una "emergencia por la calidad del empleo" y reclaman reconstruir el contrato social europeo mediante la negociación colectiva. En su diagnóstico, el aumento de los precios del alojamiento, el transporte y la alimentación, junto a la pérdida de poder adquisitivo, alimentan una "economía cada vez más desigual".

Las vacaciones como derecho

La secretaria general de la CES, Esther Lynch, subraya que "tomarse un descanso con la familia o los amigos es importante para nuestra salud física y mental, y es una parte fundamental del contrato social europeo". Según otro informe reciente del ETUI, los directores ejecutivos ganan cien veces más que el trabajador medio, mientras que los dividendos han crecido trece veces más rápido que los salarios.

Ante este panorama, los sindicatos reclaman a los gobiernos la aplicación efectiva de la Directiva sobre salario mínimo y piden a la Comisión Europea que el próximo Paquete de Empleo de Calidad incluya medidas legislativas que garanticen un reparto más equitativo de la riqueza y vinculen el respeto a la negociación colectiva con el acceso a los contratos públicos.

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