El temor se ha instalado. Demasiadas decepciones, pasos atrás y rectificaciones. Cuando la pandemia registra los niveles de contagio más bajos de los últimos meses, la desconfianza en la ciudadanía ante un posible rebrote o empeoramiento sigue muy presente. Una encuesta del Gobierno vasco revela que casi el 80% de los ciudadanos es reacio a que por ahora se suprima la obligatoriedad del uso de la mascarilla en espacios cerrados. Consideran que aún se deberá mantener en vigor esta medida al menos “varios meses más”, hasta comprobar cuál es la evolución.

La vuelta a la normalidad se ve aún lejos. Cuatro de cada diez ciudadanos considera que se alcanzará a lo largo del próximo año pero un tercio de la población lo sitúa aún más lejos, a lo largo de 2023. Incluso existe un 12% de la ciudadanía que afirma que en realidad “nunca” se retornará a la normalidad previa a la pandemia.

Una percepción que es fruto de las transformaciones profundas que ha generado la irrupción del Covid y su impacto desde marzo de 2020. Lo ha hecho además en todos los ámbitos, el familiar, el personal y el laboral. En este último, el 58% constata que la pandemia ha modificado “mucho o bastante” su modo de trabajar, un porcentaje similar al que resulta cuando se pregunta por los cambios en las relaciones sociales, en las que el 56% percibe grandes alteraciones.   

El impacto que en sus vidas ha tenido la pandemia lleva a asegurar a un tercio de la población que su vida “ha empeorado”, si bien la mayoría, un 48%, reconoce que sigue prácticamente igual. Analizando aspectos concretos, como el bienestar emocional o psicológico, el 39% no duda en asegurar que hoy es “algo o mucho” peor que antes.  

Restricciones, ¿justificadas?

Los indicadores en el País Vasco señalan que es una de las zonas del país donde más casos se están dando. Por el momento la situación parece estar controlada y no existe riesgo de una sexta ola. A modo de prevención, la Consejería de Salud ha evitado tomar medidas como la relajación del uso de la mascarilla en los centros escolares, que sigue siendo obligatoria. Las autoridades insisten en que es pronto para relajar en exceso el uso de las medidas de prevención e insisten en que el lavado de manos, la distancia social y el uso de la mascarilla no deben eliminarse de nuestra vida cotidiana.

El sondeo muestra cómo la aceptación de las restricciones aplicadas durante la pandemia y las que aún hoy están vigentes es mayor a medida que se aumenta la franja de edad. Entre los mayores de 65 años la mitad de ellos las considera “totalmente justificadas”. Esa aceptación cae al 25% en los comprendidos entre los 30 y 45 años y apenas alcanza el 16% en los menores de 29 años, que cree que no han estado justificadas. Son mayoría los que demandan cierta relajación en las medidas restrictivas. Para el 52% ha llegado el momento adecuado para hacerlo, frente al 28% de la población vasca que asegura que es “demasiado pronto”.

Respecto al impacto de la pandemia, sus efectos inquietan a una parte importante de la población. Cerca de uno de cada dos vascos está muy preocupado por las secuelas emocionales y psicológicas que dejará, así como en la salud mental. En cuanto a los procesos de vacunación pendientes, son mayoría quienes creen que es necesario vacunar a los menores de 12 años, más del doble de quienes no ven necesario aplicar la inoculación a los niños.