Javier Pérez Dolset (Jaén, 1969) está entre los empresarios españoles a quienes no ha sorprendido la invasión de Ucrania por orden del presidente ruso Vladímir Putin. Conoce bien el país y al grupo de fortunas próximas al Kremlin que lo manejan. Lleva enfrentado en los tribunales desde hace años a Mijaíl Fridman, oligarca ruso y una de las mayores fortunas del país (12.000 millones de dólares según Forbes) en la lista de los sancionados por la Unión Europea.

Se alió con él en 2008 y denuncia que llevó a la quiebra a su empresa, Zed Worldwile SA, que iba como un tiro y era el sueño tecnológico español. El empresario y su hermano Ignacio fueron los creadores del primer proveedor de acceso a Internet y portal online de España, Terra, así como del exitoso videojuego Commandos. Su desembarco en Rusia fue "un desastre" para su futuro, según traslada en un encuentro con El Independiente que se produce en una cafetería junto al parque empresarial madrileño de las Cuatro Torres.

¿A qué se dedicaba Zed Worldwile SA y en qué punto de crecimiento se encontraba cuando llegó a Rusia?

Llegamos a Rusia en 2006. Y Zed Worldwile SA en ese momento, bueno toda su vida, se dedicaba a hacer software y contenidos para teléfonos móviles, tanto para las redes de los propios operadores como para los terminales. Teníamos presencia en 50 países y 1.400 trabajadores, pero nos faltaba entrar en Europa del Este. Rusia estaba en pleno momento de apertura hacia Occidente. Todo el mundo nos lo vendía como un mercado muy atractivo. Cuando hablo de Rusia me refiero a todas las antiguas repúblicas soviéticas.

¿Cuándo comenzaron las relaciones con los oligarcas rusos?

En 2008. Establecimos nuestra compañía en San Petersburgo en 2006, nos iba fantásticamente bien y en 2008 nos llamaron porque éramos la primera compañía de nuestro sector y querían aliarse con nosotros en el mercado local.

¿Por qué les interesaba esa alianza?

Nosotros nos hemos dedicado históricamente a desarrollar la parte de negocio de datos y contenidos de las teleoperadoras. Desde contenidos básicos como jueguecitos con los que empezamos hasta el streaming de audio y de vídeo. Más tarde llegaron los servicios financieros de pago. Cuando llegamos a Rusia, el negocio de datos de móviles allí era prácticamente nulo. Nos necesitaban porque teníamos la experiencia en el resto del mundo. Además, Rusia tiene el problema adicional de su gran extensión. El negocio de fibra o de contenidos de banda ancha por red fija era imposible allí. Querían coger todo el negocio de infraestructura y ponerlo en marcha, para lo que necesitaban nuestro know how.

¿Quién les llamó?

Uno de los subordinados de Mijaíl Fridman.

¿Cómo fueron esos inicios? ¿Las cosas se ponían fáciles a los empresarios europeos en Moscú y San Petersburgo?

Alfombra roja. Estamos hablando de 2006, 2007, 2008. Era el momento de apertura hacia la Unión Europea. Las relaciones con Alemania eran magníficas. Era como si el niño malo de la Unión Soviética de repente se hubiera integrado en el mundo de las democracias.

Javier Pérez Dolset. El Independiente.

¿Conocieron a la oligarquía rusa, sus relaciones con el Kremlin y su control del mercado?

Si. Allí había una élite con la que si conseguías relacionarte eras capaz de desarrollar un gran negocio. Si no tenías esas relaciones o esos contactos, olvídate. Era imposible.

¿Después fueron cambiando las facilidades en la burocracia?

Desde el año 2006 al 2012 no hubo ni un solo problema. A finales de 2012, recuerdo que tuve una cena donde estaba un personaje muy curioso, Vladislav Surkov, que es uno de los ideólogos de Putin. Allí sólo había oligarcas y gente de mucho nivel. Él contó cuál era su visión de Rusia. Dijo que, por la vía económica, Rusia era la decimotercera economía mundial y no pintaban nada, que Europa se había aprovechado económicamente de ellos y que la gente se había olvidado de que Rusia era la primera potencia militar del mundo. Propugnaba que el país se apalancara en ese valor para retomar una posición de nivel. Yo salí de aquella cena con los ojos como platos y otra persona que estaba conmigo me preguntó: ¿He entendido lo que ha dicho? Estaba asustado, pensaba que se habían vuelto locos. Un año después, invadieron Crimea. Ha pasado lo que los americanos llaman la cleptocracia de los oligarcas. Es decir, primero me quedo con mi país y después con lo que me de la gana. Y eso incluye activos, compañías, países, regiones...A finales de 2012 se produjo ese cambio. Desde entonces, se acabaron las reglas.

¿Qué pasó con Fridman?

Teníamos una compañía local con él desde 2008. En 2013 ING, que es el banco que posteriormente se declaró culpable de lavar dinero de sobornos de Fridman, nos propone que nos asociemos con él como Zed Worldwile SA para salir a bolsa y explotar el negocio. Nos dicen que lo teníamos que tener de socio en el Grupo Zed, que eso nos iba a ayudar a que mejorara nuestra expansión internacional. Cerramos el acuerdo en diciembre de 2013 y seis meses después, asalta la compañía. Desde junio de 2014, nadie puede entrar en nuestras oficinas de Rusia.

¿Qué quiere decir con que asalta la compañía?

Hay un término allí, reiderstvo, para definir una operativa que se repite: te haces socio de la compañía, la bloqueas poniendo obstáculos, denuncias, demandas utilizando a los propios empleados de la compañía y los fondos para simular que empresas externas le ponen pleitos muy caros y la vas llevando a tribunales de arbitraje donde los árbitros están sobornados. Así consigues tener la compañía bloqueada. La paralizas completamente hasta llevarla a la ruina. Es lo que hizo Fridman. Paralelamente introdujo como financiadores a sus propios bancos. Bloqueas la compañía, los bancos la llevan a concurso de acreedores y, en éste, se quedan con los activos.

Los fiscales anticorrupción españoles, en la querella de la operación Hanta, afirmaron que todo estalló porque ustedes descubrieron que se desviaba dinero de la compañía al hijo del ministro del Interior ruso y que cuando lo denunciaron comenzó el acoso económico. ¿En qué punto se encuentra el asunto con Fridman en los tribunales españoles?

Nos costó mucho encontrar la documentación para presentar la denuncia, pero una vez presentada, primero imputaron a Fridman y luego a los directivos de la compañía que le ayudaron a hacer esto. Estamos pendientes de que vengan a declarar los directivos rusos de Fridman, pero en este clima es muy difícil.

¿El FBI llegó a interrogarle como parte de los empresarios internacionales a los que oligarcas rusos llevaron a quebrar sus compañías?

Si. A finales de 2016 y 2017 en varios procedimientos internacionales en los que las empresas de Fridman se han declarado culpables.

¿La alianza con Fridman fue el principio del fin de Zed Worldwile SA?

Fue un desastre. Nos bloquearon todo. Nos habíamos llevado por sugerencia de ING la matriz a Holanda. Cuando nos bloquean la compañía fuimos a un tribunal de arbitraje que hay allí para solucionar este tipo de conflictos. Nos pusieron un árbitro -que también está investigado aquí en la Audiencia Nacional- y el mismo día que nombran al árbitro empieza a trabajar en una de las filiales de LetterOne, empresa de Fridman, cosa que hemos sabido después.

En la operación para salvar su compañía, la Audiencia Nacional le investiga a usted por supuestamente desviar a Panamá 101 millones de dólares. ¿Cuál es su defensa respecto a esta acusación?

La historia es la siguiente: yo pongo la denuncia, tonto de mí, en la Policía. Voy allí -soy uno de los perjudicados de los negocios del comisario Villarejo, hay una pieza separada sobre el espionaje a mí y a mi hermano- a explicar lo que nos está pasando, que nos están robando la compañía. Inmediatamente después aparece un comisario que manda una nota informativa a la Fiscalía Anticorrupción diciendo que yo he desviado dinero a paraísos fiscales. Ese comisario, que según aparece en la documentación de la Fiscalía se llama Andreu, no existe. Esto, dicho por la Unidad de Asuntos Internos de la Policía. Resulta que dicho comisario lleva trabajando en los asuntos que le había encargado el Grupo Planeta a Villarejo desde el año 2014 porque Fridman es socio local de Planeta. Este comisario Andreu realmente no es Andreu sino José Luis André Vela, que era jefe de Brigada de una de las divisiones de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF).

Hemos pedido que nos entreguen la nota informativa que presentó y que ha desaparecido. No existe nota, no existe atestado, no existe nada. A continuación aparece el secretario del consejo de Planeta y entrega unas cuentas bancarias y unos bancos de Panamá donde dice que yo tengo 101 millones de dólares. Ahí nadie en la Fiscalía Anticorrupción comprueba nada y nos mandan a detener a 15 personas, pasándome 21 días en la cárcel. Dos de los seis bancos que aparecen en la nota ni siquiera existen. De las 17 cuentas bancarias que dan, la numeración ni siquiera se corresponde con las entidades. Alguien se sentó y falsificó esa información. La Fiscalía Anticorrupción que obviamente alguien allí debía estar en el ajo porque no me creo que la gente sea tan tonta o inútil para hacer algo así, se lo tragó. Desde entonces han pedido dos comisiones rogatorias a Panamá y las dos han dicho que tengo cero activos en Panamá. Porque nunca he tenido activos en Panamá. Pero da igual porque el daño ya está hecho.

No es que la empresa haya ido mal, es que ha forzado la quiebra para quedársela gratis

¿Qué pretende pidiendo al juez que imponga una fianza de 1.900 millones a Fridman?

Lo hemos pedido porque con el inicio de la guerra ha ocurrido una cosa muy importante. Esto no es la guerra de Rusia, los rusos son gente razonable. Putin tiene un ejército de acólitos que supondrá el 30% de la población, pero el resto quiere vivir en paz. De hecho, el nivel de represión en Rusia es altísimo. Tenemos la imagen de que Rusia es comunista, pero Putin es supremacista blanco. A los gays, la policía les da palizas en la calle. Cuando ha empezado la guerra, la gente de a pie se ha revuelto contra los oligarcas. En nuestra compañía trabajaba mucha gente que está en contra de lo que está ocurriendo. Esa gente nos ha enviado documentación interna y extractos bancarios de lo que han hecho. Nos ha llegado documentación sobre cómo sacaban dinero de nuestra propia compañía y lo inutilizaban para pagar los pleitos que nuestras propias filiales estaban poniéndole a la matriz para bloquearla. También una serie de mails en los que la gente de Fridman paga sobornos para asegurarse de que Zed Worldwile SA fuera a liquidación y ellos se quedarían con los activos. No es que la empresa haya ido mal, es que han forzado la quiebra para quedársela gratis. Hemos ido al juez y le hemos pedido, con esas pruebas, que imponga una fianza con el importe del valor de la compañía en el momento en que Fridman empezó a hacer estas maniobras. Lo hemos hecho ahora porque como le han congelado todos los activos en Europa, antes de que terminen liquidados en todas las demandas que le van a caer, buscamos que la Audiencia Nacional capture como fianza el dinero para indemnizar a los legítimos accionistas.

¿A qué se dedica ahora Javier Pérez Dolset?

A esto. En la familia siempre hemos tenido otras empresas dedicadas al cine de animación, tenemos una universidad de tecnología...Pero yo dedico el 90% de mi tiempo a la causa de Villarejo, donde soy uno de los perjudicados para descubrir qué ha ocurrido ahí y luego trabajo con la organización internacional Bellingcat, que es la número 1 del mundo en la lucha contra la corrupción en Rusia. Le estoy poniendo tanto esfuerzo porque no estoy dispuesto a que mi nombre quede manchado. Y hay un dato que queda en el aire: ¿por qué unos fiscales Anticorrupción que tienen tanta experiencia en esto, se tragan esta milonga? Y no sólo eso, sino que el día que les entregan toda esta información, uno de esos fiscales intercambia cuatro borradores de querella con Planeta y sus socios, estando secreto y sin terminar. Curiosamente, ese fiscal, Carlos Yáñez, un mes después es despedido de la Fiscalía Anticorrupción. Dices, ¿qué ha pasado ahí? Pienso llegar hasta el final. La Fiscalía no tiene ningún interés en resolver qué ha pasado en su propia casa.